Es difícil separar la sensibilidad de la sensiblería. Dice la Real Academia que lo último, la sensiblería, es “sentimentalismo exagerado, trivial o fingido”, y de eso desgraciadamente estamos más que surtidos.
Estamos en una sociedad que busca el titular bien grande, la anécdota, que no el matiz, y que quiere que los autodenominados jueces de la realidad, la prensa, nos señale con el dedo al héroe y al villano, sin ser capaz de entender que en muchas ocasiones todos tenemos mucho de lo uno y de lo otro.
Vemos que un maquinista que ha reconocido haber cometido un error, haber lanzado un tren contra una curva, casi a cuatro veces la velocidad marcada, es crucificado en la plaza pública, y esa parte es hasta cierto punto comprensible por un pueblo que busca explicaciones y razones que le permitan volver a subir a un tren sin temer que vuelva a pasar lo mismo. Sorprende más quien, por razones políticas, pretende exonerar al presunto imprudente para poder cargar tintas contra la administración, buscando razones tecnológicas para poder decir que ha sido culpa del gobierno. Bueno, de los gobiernos, deberíamos decir.
Por supuesto, como les decía el viernes, también tenemos nuestra ración de conspiranoicos que difunden vídeos diciendo que todo es un sabotaje y que nos ocultan la verdad, vayan ustedes a saber por qué, y cadenas de correos que hablan de que no se quiso abrir un hospital público (el del Conxo) ignorando que los protocolos médicos exigen unas desinfecciones y unas medidas que no permiten encender la luz y operar al primero que entra, así por las bravas.
Todo esto a mí me sobra. Parece que hay que hablar del tema hasta la saciedad para demostrar lo mucho que nos importa. No necesariamente, y menos en Galicia, donde el dolor es callado y no por eso menos intenso.
Hoy es el funeral oficial por las víctimas en la Catedral de Santiago, y veremos desfilar por allí a un montón de personalidades que representan a los españoles. Habrá quien asegure que van a hacerse la foto como el otro día, pero hay fotos para las que hay que estar. Peor sería que no fueran.
También a las seis de la tarde, en la Iglesia de A Nova, hay una misa en Lugo por las víctimas del accidente del tren.
Saben que intento no mezclar las cosas, pero en este caso haré una excepción porque me gustaría contarles que Lugo Monumental, la asociación que tengo el honor de dirigir, ha tomado por acuerdo de sus socios la decisión de suspender todos los actos que estaban previstos para esta tarde por el día de Santa Marta, patrona de la hostelería. No parece muy apropiado ponerse a hacer concursos y carrera de camareros en un día en que toda Galicia tiene sus ojos puestos en los crespones de Santiago de Compostela.
Lo que sí se mantiene es, como les decía antes, la misa de las 18:00 horas, sólo que en lugar de ser un acto festivo se convertirá en un homenaje a quienes han fallecido en el accidente, los heridos, así como a sus familiares y los amigos de todos ellos. No será un gran consuelo para muchos, que ni sabrán que la hay, pero puede ayudar a quienes quieren hacer “algo”, lo que sea, aunque se reduzca a reunirnos en un templo y rezar por quienes están pasando este mal trago.
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