martes, 21 de agosto de 2018

Las plagas de Lugo. En el capítulo de hoy: ratas

PAC de Fingoy, en que se ha denunciado la presencia de ratas, como en otras zonas de la ciudad.
Aunque en Lugo seguimos sin cronista oficial, una figura retórica que realmente no es necesaria pero que dota de poesía a la fría administración pública (y, por aquello de “mojarme”, yo apostaría por Julio Giz para el puesto), los posibles nombres que llevan años sonando (“estamos en ello”, ya saben) deberían tomar apuntes para escribir un futuro Éxodo lucense, concretamente parafraseando la parte del Antiguo Testamento que habla de las plagas que asolaron Egipto y que se reproducen en nuestra ciudad, aunque con elementos autóctonos.

Si el Faraón se enfrentó a las aguas teñidas de sangre, las ranas, los piojos, las moscas, las langostas y demás fenómenos, en Lugo tenemos la porquería que tiñe el Miño de marrón, las hierbas, los toxos, las ruinas y más recientemente las ratas y cucarachas. Esperemos que lo de los primogénitos no cuaje.

Que en pleno siglo XXI se tenga que denunciar que en un centro de salud, el de Fingoy concretamente, entran ratas y cucarachas es para hacérselo mirar. Ya no se trata de un tema estético o de “hacer bonito” sino de salud pública, y las ratas no son precisamente las mejores compañeras con las que compartir un centro sanitario, pregunten a las que extendieron por Europa las plagas de peste en la Edad Media.

Lugo está hecho un desastre. A pesar de los esfuerzos de algún político o de aspirantes al trono, la ciudad está sucia, los contenedores rotos y llenos de porquería (más allá de la obvia de su función, claro), la maleza campa como en una película postapocalíptica en que se ven las ruinas de Nueva York llenas de hierbajos y mapaches por las calles…

Todo son proyectos y maquetas, pero la realidad es que pasear por la ciudad y mirar al suelo te dan ganas de quemar los zapatos en cuanto llegas a tu portal, o comprar unas zocas de madera de esas que usaban nuestros abuelos para andar por el barro en las aldeas, como funda para el calzado normal.

Las ratas vienen normalmente de los solares abandonados, de las zonas con maleza y basura, del descudio y de la desidia. Nos cuenta el Ayuntamiento que las que se ven son las que han tomado veneno, que se ve que las envalentona (¡a quién no le pone farruco un chute de arsénico!) y que está todo bajo control… Y habrá quien se lo crea.

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