Un brote en el edificio de la Xunta nos recuerda que el bicho sigue aquí. Sean precavidos Foto: COPE Lugo |
El Hermano Marcelino era el director del Colegio Mayor en que estuve viviendo cuando estudiaba en Santiago. Era un férreo defensor de la vida sana y si algo le molestaba profundamente era el tabaco. Se lo llevó un cáncer de pulmón.
Como ese hay millones de casos que nos demuestran que en temas de salud no se trata de evitar enfermedades sino de comprar el menor número de papeletas posibles para que te toque la desafortunada lotería. Con el Covid pasa lo mismo: es imposible estar a salvo completamente, pero sí podemos minimizar riesgos.
Estos días en el edificio administrativo de la Xunta de Galicia de la Ronda de la Muralla, donde yo trabajo, ha habido un brote que afectó a compañeros de un pasillo que está muy cerca del mío, en mi planta. Obviamente nos alarmamos, es lo suyo, y nos hicieron la prueba diagnóstica a todos. Todos dimos negativo… menos un compañero que es, sin lugar a dudas, de los más cuidadosos de todos.
Desde que empezó todo esto no le hemos visto la cara por debajo de los ojos y está siempre muy pendiente de lavarse las manos y de tener el máximo cuidado posible. Otros hemos sido más negligentes que él y sin embargo a quien le ha tocado la china es al más cuidadoso.
No me interpreten mal, no pretendo ser negacionista ni decir que da igual lo que se haga, sino que esto es una mera cuestión estadística, que es como llamamos a la suerte desde el punto de vista científico. Puedes ser el más cuidadoso del mundo y contagiarte igual, de la misma forma que otras personas que hacen lo que les viene en gana han tenido mucha suerte y han librado, si bien esto último es más improbable porque las cifras están ahí y aún están a tiempo de fastidiarla y, lo que es peor, contagiar a otras personas y extender nuevamente esta peste de nuestro tiempo.
También es llamativo que haya personas que se han negado a hacer la prueba. Es algo que sinceramente no comprendo porque aunque sí es verdad que es molesto que te metan el bastoncillo en garganta y nariz, son unos segundos de nada y, si les digo la verdad, yo llevo año y medio deseando que me hicieran la prueba porque esto es como una película de terror de serie B en que no sabes si eres un zombi o no, porque puedes ser “asintomático”, que está muy bien para el que porta el bicho pero no tanto para aquellos a quienes puede contagiar sin saberlo.
En fin, que esto no ha acabado. No bajen la guardia, que este bicho aprovecha cualquier descuido.
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