Que las redes sociales son un gran logro para ciertas cosas
no es discutible. Por ejemplo, en octubre tendremos una actividad relacionada
con Exfilna que hemos logrado gracias a poder contactar con un conocido
dibujante humorístico gallego (Gogue para más señas) a través de Facebook. Pero
también es difícil rebatir que como mucha gente se esconde tras un seudónimo
puede verter todo su odio y su maldad sin temer a las consecuencias… o eso
creen.
En el intenso debate sobre los cambios de tráfico y las
nuevas líneas de autobús que comenzaron a andar ayer he leído de todo. Desde
razonamientos lógicos hasta salidas de pata de banco. Pero lo que más me
sorprende es que se ataca a las personas (y no a lo que dicen) normalmente por
su filiación política. A mí me pasa muy a menudo y casi estoy acostumbrado
(casi) aunque nunca acabaré de entender por qué la falta de argumentos se
intenta tapar con gritos y consignas.
Ayer mismo vi cómo se ponía verde a un chico que apoyaba la
reorganización de tráfico y que aseguraba que no había sufrido atasco alguno
(me imagino que todo depende de la hora, yo no puedo opinar porque he evitado
pasar por ahí con el coche). Esta persona tiene en su perfil la bandera
nacionalista y el logo del BNG lo que, por lo visto, anula su opinión. No estoy
de acuerdo, cada cual opina lo que le viene en gana (sólo faltaría) y si
alguien no está de acuerdo debería atacarse lo que dice y no quién lo dice.
Sólo veo una excepción a esta máxima: las contradicciones.
Si una persona está afiliada a un partido no significa que comulgue con todas y
cada una de las cosas que dice ese partido, pero sí debería ser coherente consigo
mismo. Lamentablemente no es lo habitual, y vemos que según se trate de un tema
enmarcado en las acciones de una administración u otra (gobernadas por partidos
diferentes) los giros son de tal calibre que sorprende que no se mareen.
Todos incurrimos en contradicciones, por supuesto. Estoy
seguro de que hoy día no firmaría todos y cada uno de los mil y pico artículos
que he publicado en este blog porque la gente también evoluciona. Pero eso es
una cosa y otra activar una intermitencia en las opiniones según las
conveniencias.
Así que sólo me limito a darles un consejo para lograr un
mundo mejor para todos: cuando lean una opinión piensen en los argumentos que
se dan y no en la persona que la firma. Es más, si hay política de por medio den
la vuelta al argumento y piensen en qué les parecería eso mismo si lo hace el
opuesto. Así es más fácil llegar a una conclusión más o menos objetiva.
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