Resulta chocante que el BNG se oponga a nombrar hijo adoptivo de la ciudad a Xesús Alonso Montero, catedrático de Literatura Galega, miembro de la Real Academia Galega y del Consello da Cultura Galega.
Su biografía es una de las que en condiciones normales serían ensalzadas por los nacionalistas. Represaliado varias veces durante la dictadura, militante del Partido Comunista cuando eso era delito, doctorado con una tesis sobre Curros Enríquez, director de dos colecciones sobre temas gallegos entre 1973 (Franco aún respiraba) y 1980…
Tiene una extensa obra y un largo historial de lucha por la lengua gallega, y se enfrentó a los límites de la dictadura durante la dictadura. Ahora es más fácil, claro, pero cuando lo hizo él la cosa sí entrañaba riesgos.
Recibió el Premio Otreo Pedrayo en 1988, el Trasalba en 2000, el Premio Cultura Gallega de las Letras en 2019 y el Premio Laxeiro en 2023.
Apoyó a artistas gallegistas consegrados y a otros que iniciaban su andadura como a Carlos Dafonte, Darío Xohán Cabana o José de Cora por citar algún lucense.
Es una figura indiscutible del panorama cultural y lingüístico gallego, cuya vinculación con Lugo es haber vivido aquí 16 años y haber sido profesor en el hoy Instituto Lucus Augusti, entonces “Masculino” y en Magisterio.
Con todo este recorrido y este palmarés, ¿por qué el BNG se opone a su reconocimiento? ¿Qué ha hecho este hombre que pueda ofender de tal manera al Bloque como para negarle el pan y la sal como le hizo en su día el franquismo por ser comunista?
Pues muy sencillo: una frase, una declaración que hizo en un programa de televisión y en que dijo lo siguiente: “Se hai unha formación política comprometida co idioma esa é o BNG, pero son como esas nais que queren tanto aos nenos pequenos e aprétanos tanto, que os abafan”.
La reacción de la formación nacionalista fue virulenta acusándolo de “clasista”, “home rancio e anticuado”, “bocazas”, “botarate petulante” y que destila “certa misoxinia”. Una respuesta comedida y racional como pueden observar.
Esto fue en el año 2013. Ya ven que la memoria de algunos es de elefante cuando les interesa.
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