lunes, 9 de mayo de 2022

Santa Eulalia de Bóveda y Friulio, una magnífica combinación

Visita a Santa Eulalia de Bóveda del Senatus Lucus Augusti y entrega de cestas en el Friulio

Las expectativas son algo peligroso. Cuanto más espera uno de un viaje, un lugar o una actividad más difícil es no sentirse decepcionado. A mí me pasó, por ejemplo, con Viena, una ciudad que desde que tengo memoria quería visitar y en la que me llevé un chasco bastante considerable a pesar de sus muchos encantos. Al revés que con París, que no es que pensara que sería fea, pero no me esperaba la majestuosidad y el encanto de una capital pensada para impresionar… y que impresiona.

Pues este fin de semana me pasó algo parecido. Tenía tantas esperanzas puestas en el paseo del Senado en Santa Eulalia d Bóveda y en el Friulio que era muy difícil no llevarse una decepción… y no me la llevé. Al revés, los hechos superaron las ya altas expectativas que tenía puestas en uno de los rincones más especiales que tenemos en Lugo (Santa Eulalia) y en la organización del Friulio por A Castronela.

Visita a Santa Eulalia

En Santa Eulalia tuvimos la enorme fortuna de encontrarnos con Miro, un amabilísimo ex trabajador que estuvo allí destinado 8 años y al que le encanta el sitio (por eso estaba por allí) y que nos dio una magnífica explicación de varios detalles que yo, que he ido a ese templo en varias ocasiones, desconocía. La importancia de tener allí a alguien que sepa explicar lo que estamos viendo es fundamental.

Afortunadamente el amigo Manuel Buján, encarnación de Paulo Fabio Maximo, tomó el relevo y junto a Guido Guía, a quien se le debe en gran parte el éxito de estas visitas, nos trasladaron al mundo de los hechos demostrados sobre Santa Eulalia… y las teorías más o menos realistas o fantásticas que hay a su alrededor. Quizá llegue el día en que se haga una excavación en la parte posterior del recinto y sepamos realmente si, como se sospecha, lo que vemos es únicamente la antesala de algo más grande…

Paulo inmerso en sus explicaciones


En cuanto al Friulio, el precioso entorno en que los vecinos de Friol llevan a cabo su fiesta romano-castreña, el sencillo encanto de la celebración, que no busca “reinventarse” cada año sino que mantiene una estructura similar y exitosa y, sobre todo, la amabilidad e incluso el cariño con el que nos reciben a todos hace que uno se sienta como en casa. Se nota la implicación de todos los vecinos y, realmente, crean un ambiente fantástico.


Cada año van mejorando cosas, y poco a poco el castro de cartón piedra con el que empezaron se va viendo sustituido por una reconstrucción en piedra de verdad. Tienen grandísimos aciertos como mantener en el centro del castro uno en ruinas, mientras que a su alrededor van consolidándose otros que albergan a las asociaciones y amigos de Friol.

En cuanto a los actos en sí, no se cambia nada, y ahí radica parte de su éxito. Al público le gusta saber qué va a pasar porque al igual que cada año los toros corren en San Fermín, en el Friulio se secuestra a una dama romana, lo que desencadena el asedio del Castro y, finalmente, la rendición y la firma de la paz. Nada nuevo, pero tan bonito como cada año.

La comida de hermandad que celebran cada año va mejorando día a día

Incluso se corrigió la única cosa que no me gustó en otros años, ya que el alcalde de Friol cambió su discurso respecto a 2019 y no tuvo más que palabras de agradecimiento y elogio para las asociaciones visitantes, lo que es un bonito detalle que se acompañó con la cesta con cerveza, quesos y pan con que cada año nos obsequian y que exalta los excelentes productos del municipio vecino.

Como dice una amiga que también participó, les vamos a dar un 9,99 para que tengan un aliciente y el año que viene intenten conseguir esa centésima que les falta.



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