miércoles, 26 de marzo de 2025

¿Cómo se puede hablar de ''éxito'' de las Caldas?

Las "existosas" y mal llamadas Caldas, cerradas a cal y canto. Foto: La Voz de Galicia

Miguel ha empezado con buen pie. Se le notan las ganas de hacer las cosas bien, como todos los que llegan al cargo, pero con el conocimiento que le dan los años de experiencia en el Gobierno lo que le puede quitar ese barniz de inocencia del que pudieron pecar otras personas en su cargo. Le pasa lo mismo que a Paula Alvarellos, que llegaba con conciencia de dónde se metía… aunque quizá ninguno de los dos se esperaba lo extremo del “dónde se metían”.

El Alcalde es una persona tranquila, que se enfrenta a la confusa abundancia de problemas con una calma envidiable que le ayuda a mantener la cabeza fría y el pulso firme. Ojalá siga así porque no sé qué tiene ese cargo que a mucha gente la transforma y, aunque llega con ganas de cambiar lo que sabe que está mal y enderezar entuertos, acaban devorados por la maquinaria y las dificultades de modificar cosas que hicieron sus propios compañeros de siglas sin dejarlos quedar mal.

Eso explica, por ejemplo, lo que parece ser el primer error público del gobierno de Miguel Fernández. Salir a decir que las Caldas son una “dotación exitosa” no sólo es falso, sino ridículo. Una inversión de un millón de euros que no hay por dónde cogerla y que están buscando cómo hacer que no sea “demasiado ruinosa” no se puede defender, por mucho que te pongas las gafas de color rojo.

Comprendo que si un periodista pregunta por el tema no vas a decir que fue una cagada monumental, que es lo que cualquier persona con un mínimo de sentido común ve en ese disparate, pero de ahí a hablar de “éxito” media un abismo. Se podría haber dicho que era un gran proyecto que no tuvo la acogida esperada, o algún tipo de frase rimbombante similar que no haga quedar fatal al que la dice.

Una señal de que saben que esas palabras son un disparate es que ni siquiera las han puesto en la web oficial municipal. El segundo aniversario de las mal llamadas Caldas (no lo son) ha pasado sin pena ni gloria, lo que quiere decir que pesa más lo primero que lo segundo.

¿Qué hacer con las Caldas para que sí sean tal cosa y sean el éxito que debieran? Negociar. Hablar con el Balneario y dar el brazo a torcer para intentar ver si existe una fórmula de que lleven ellos la concesión y las piscinas tengan agua termal. Es la única manera de que algún día no nos avergoncemos de pasar por allí y ver cómo se han despilfarrado semejante cantidad de fondos públicos.

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