Las "existosas" y mal llamadas Caldas, cerradas a cal y canto. Foto: La Voz de Galicia |
Miguel ha empezado con buen pie. Se le notan las ganas de hacer
las cosas bien, como todos los que llegan al cargo, pero con el conocimiento
que le dan los años de experiencia en el Gobierno lo que le puede quitar ese
barniz de inocencia del que pudieron pecar otras personas en su cargo. Le pasa
lo mismo que a Paula Alvarellos, que llegaba con conciencia de dónde se metía…
aunque quizá ninguno de los dos se esperaba lo extremo del “dónde se metían”.
El Alcalde es una persona tranquila, que se enfrenta a la
confusa abundancia de problemas con una calma envidiable que le ayuda a
mantener la cabeza fría y el pulso firme. Ojalá siga así porque no sé qué tiene
ese cargo que a mucha gente la transforma y, aunque llega con ganas de cambiar
lo que sabe que está mal y enderezar entuertos, acaban devorados por la
maquinaria y las dificultades de modificar cosas que hicieron sus propios
compañeros de siglas sin dejarlos quedar mal.
Eso explica, por ejemplo, lo que parece ser el primer error
público del gobierno de Miguel Fernández. Salir a decir que las Caldas son una “dotación
exitosa” no sólo es falso, sino ridículo. Una inversión de un millón de euros
que no hay por dónde cogerla y que están buscando cómo hacer que no sea “demasiado
ruinosa” no se puede defender, por mucho que te pongas las gafas de color rojo.
Comprendo que si un periodista pregunta por el tema no vas a
decir que fue una cagada monumental, que es lo que cualquier persona con un
mínimo de sentido común ve en ese disparate, pero de ahí a hablar de “éxito”
media un abismo. Se podría haber dicho que era un gran proyecto que no tuvo la
acogida esperada, o algún tipo de frase rimbombante similar que no haga quedar
fatal al que la dice.
Una señal de que saben que esas palabras son un disparate es
que ni siquiera las han puesto en la web oficial municipal. El segundo
aniversario de las mal llamadas Caldas (no lo son) ha pasado sin pena ni
gloria, lo que quiere decir que pesa más lo primero que lo segundo.
¿Qué hacer con las Caldas para que sí sean tal cosa y sean el éxito que debieran? Negociar. Hablar con el Balneario y dar el brazo a torcer para intentar ver si existe una fórmula de que lleven ellos la concesión y las piscinas tengan agua termal. Es la única manera de que algún día no nos avergoncemos de pasar por allí y ver cómo se han despilfarrado semejante cantidad de fondos públicos.
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