martes, 17 de septiembre de 2013

Masificación en las aulas

Por lo que se ve hay términos que alteran su naturaleza pasados determinados años, como el término “masificar”. Cuando iba al instituto recuerdo que un año tenía el número 43 en mi clase, y no era el último (no se cachondeen, que lo del número era por el apellido, no por los resultados… si no tal vez sería el 45).

La “masificación” que se denuncia en los institutos de Lugo, donde “la mayoría de las aulas pasan de 30 alumnos” me parece de chiste. Si eso es masificación nosotros debíamos de ser una cosa entre las ovejas que cruzan la Gran Vía todos los años y las consabidas sardinas de las latas. Y no nos fue mal. Aquí nos tienen, a una generación que sabía en su momento las capitales del mundo en mapa mudo (recuerdo muchas y hasta sé situar los países en el globo razonablemente bien), hacer integrales y derivadas, e incluso con unas nociones más que discretas de la historia de España e incluso del mundo.

Siempre me hace abrir los ojos como platos lo de que la educación “no tiene medios suficientes” en una época en que todos los críos tienen pasta para un móvil (con su correspondiente gasto mensual) que ya querrían para sí muchos de sus papás pero, por lo que se ve, no para comprar un bolígrafo o los libros de texto.

Ya, ya lo sé. Los libros de texto son caros, no sé si se acuerdan de que alguna vez hablamos del tema y les expliqué que no entiendo que no exista un “temario oficial” que el Estado edite en un PDF descargable. Se compra al crío una Tablet de 150 euros y tiene los libros gratis durante años, mientras le dure el chisme, o un portátil baratito (los hay de 300 euros) que le sirve para mucho más.

De todas formas cuando denuncian que la educación está escasa de recursos no se suelen referir a los padres, sino a los colegios. Se aduce falta de profesorado y de dinero para otras cosas para explicar la caída de la educación en este país, que más allá de estadísticas y números se deja ver cuando mantienes una conversación de cinco minutos con un recién graduado en ESO. Siempre que esa charla no hable de fútbol o de cosas que salen en la tele el chaval se queda con cara de no saber de qué le estás hablando porque salen del instituto casi como entraron.

Y yo no creo que sea por los medios o por la masificación. Lo siento pero no cuela. En mis años de instituto iba al llamado femenino (ya tuve que soportar muchas bromitas cuando estudiaba allí, así que seamos serios con el nombre) y éramos sobre 45 personas por aula. El equipamiento del profesor era muy simple: una tiza, conocimientos y autoridad.

En mi opinión lo que falta ahora es lo último, porque si antes la mayor amenaza de un profesor era “que llamo a tus padres” y sabías que eso suponía, en el mejor de los casos, un castigo en casa, ahora se han vuelto los tiros a las escopetas porque muchos papás dan más credibilidad a un mocoso adolescente que al tío de 40 años que intenta meter algún conocimiento en su dura cabezota, y se presentan en el colegio o el instituto y, a la vista de su hijo (que es lo peor) ponen pingando al profesor y lo despojan de cualquier atisbo de autoridad.

Porque somos guays y demócratas, y todos tenemos que ser iguales ante Dios y ante la ley, con lo que un profesor parece que no puede ejercer poder sobre críos que tienen muy claros sus derechos pero ni puñetera idea de sus obligaciones. Así nos luce el pelo.

Una amiga mía que da clases está horrorizada con ciertas cosas. Te cuenta historias de padres que, como castigo porque su hijo suspendió casi todas, se lo lleva de viaje por Europa. Pobrecillo.

Desde luego estoy convencido de que el problema está ahí. En el colegio te dan cultura, pero la educación la recibes en tu casa, y si falla esto último, malamente puedes pretender que un profesor prácticamente indefenso, y despojado de todo mando, pueda controlar una clase de 30 “ciudadanos” contestones y maleducados.

Así que no confundamos. Ya sé que es más fácil echar la culpa a Papá Estado, como siempre, pero más de uno debería hacer examen de conciencia antes de abrir la boca.

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