lunes, 23 de septiembre de 2013

Por un plato de churrasco

Hoy es uno de esos días en que probablemente me voy a ganar alguna antipatía con el artículo, así que poniendo la venda antes que la herida les diré que tengo poca información sobre lo que voy a escribir, y hablaré de primeras impresiones con la esperanza, y lo digo sin ironía, de estar equivocado. 

El Palacio de Ferias y Exposiciones, rimbombante nombre que en Lugo hemos dado a un par de gigantescas naves que ora alojan una exposición de tractores, ora una feria de oportunidades, acogió ayer las celebraciones del “día del vecino”. 

Cuando digo “las celebraciones” en realidad me refiero a una cuchipanda, mejor dicho, a la madre de todas las cuchipandas. Cerca de 3.500 personas degustaron la empanada, churrasco y chorizos de rigor por el módico precio de 0 euros por comensal. Corrijo, se pedían 2 euros (creo) para financiar las actividades  de las asociaciones. Bueno, ese precio era el que pagaban los invitados, porque alguien habrá tenido que correr con los gastos, digo yo. Probablemente ustedes y yo, a costa de nuestros impuestos convenientemente recalificados como “subvenciones”. 

Aquí reconozco que es donde entro en el terreno de las suposiciones porque lo que sé es a base de “me dijeron que…”. La comilona estaba organizada por la Federación de Vecinos pero tengo entendido que era la Diputación la que corría con los gastos. Con los de los 3.500 comensales. Invitados todos ellos. A costa de nuestros impuestos. Que no decaiga la fiesta. 

Llama la atención la complicidad de muchos de los invitados, homenajeados y participantes que se pasan 364 días al año diciendo que “los políticos” tiran el dinero en asesores, lujos, comilonas y cosas superfluas mientras nos recortan cosas importantes como la sanidad y la educación (siempre hay la fijación por esas dos cosas como si la justicia, las infraestructuras o la seguridad fueran secundarias). Pero eso son, como decía, 364 días al año porque hay uno en que se nos olvidan los principios y la prudencia y nos lanzamos de lleno a llenar la boca a dos carrillos a cuenta de los presupuestos públicos. 

¿Cuánto ha podido costar la comilona? Calculando el menú a 10 euros la broma sale por 35.000 euritos, más los diversos gastos asociados en publicidad, imprenta, megafonía, orquesta… esas cosas. Digamos ¿40.000? 40.000 euros darían para muchas cosas en el banco de alimentos, por poner un ejemplo. 40.000 euros servirían para aliviar las necesidades de gran cantidad de gente. 40.000 euros es mucho dinero. Y supongo que me he quedado corto conociendo cómo se contratan ciertos saraos. 

Nos quejábamos en su día (bueno, yo) de la contradicción que supone gastar dinero público en cosas como mantener un club de fútbol, cuando eso es obviamente una cuestión que atañe al capital privado. En este caso, la cosa está mucho más clara aún. 

No me malinterpreten. Entiendo que la vida sigue y que no se puede estar todo el día enarbolando la espada flamígera de la justicia social a cualquier precio. No condeno que la gente quiera divertirse a pesar de los problemas que hay, incluso creo que precisamente es bueno hacer cosas que nos permitan olvidar un rato que las cosas están feas. Pero no una comilona con dinero público. Todo el mundo tiene derecho a pasarlo bien, pero gastando sus cuartos, no los de todos, que deben estar destinados a fines más nobles. 

Me encantaría que alguien me corrigiera hoy y me dijera que el dinero de esta comilona ha salido del bolsillo de empresas patrocinadoras, o que cada comensal pagó su plato, aunque lo dudo mucho. Estoy por apostar mucho a que el dinero que ha sufragado esto ha salido del erario público ya sea directamente o a través, como les decía antes, de subvenciones de discutible oportunidad.

Ahí no se promocionaba Lugo, ni la Muralla, ni era una actividad cultural, ni siquiera un acto de recaudación para los más necesitados. Se podrá decir que era en favor del movimiento vecinal y que demuestra su poder de convocatoria. Denme a mí los 40.000 euros (insisto, como mínimo) e invitando a comer les reúno a la multitud que quieran. Así está tirado.

Por un plato de churrasco, que es el sustituto actual de las bíblicas lentejas, se pueden vender muchos principios. Y si no llega el churrasco, una medallita.

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