El día de San Valentín, el señor Orozco, actual Alcalde de Lugo, ha dado una nueva muestra de su gran ingenio y olfato propagandístico al distribuir con la prensa diaria unas pegatinas que rezan “Loco por Lugo”. Con un diseño sencillo, en los colores rojo y blanco corporativos del PSOE y, desde que él le cambió la imagen, también del Ayuntamiento de Lugo, es una campaña sencilla, directa y eficaz. Eso sí, no dice nada útil para el ciudadano de a pie, pero llega certera al sentimiento lucense.
Ha dejado un poco descolocados a sus rivales, que han reaccionado a esta campaña con la denuncia de que ha utilizado medios públicos (el blog del Alcalde es ahora más partidista que los medios de comunicación de la rusa soviética). Jaime Castiñeira ha atacado al Alcalde con el argumento de que “obras son amores, y no buenas razones”.
Normalmente, y llegados a este punto en que estamos a dos meses de las elecciones a contar desde mañana, habría que poner siempre en duda lo que dicen unos y otros, o al menos verlo desde una prudente distancia. Sin embargo, hay que reconocer que en esta campaña y sus reacciones se condensa toda la política local lucense.
Por un lado tenemos a un Alcalde que lleva ahí desde 1.999, que ya son años, y que a pesar de dar evidentes muestras de cansancio en todos los sentidos de la palabra, sigue en la brecha gracias a iniciativas como ésta. El instinto de Orozco, que le lleva a diseñar campañas en que no teme caer en el ridículo siendo un personaje de videojuego o vendiendo un lucensismo fotocopiado de su predecesor en el cargo, no se equivoca casi nunca, y sus iniciativas suelen ser originales y acertadas. Es la única explicación de que haya repetido como Alcalde varias veces, porque como los ciudadanos un día empiecen a juzgar su labor “profesional” al frente del Ayuntamiento lo tiene crudo. Es el prototipo del político de pega(tina), que basa su éxito en un innegable carisma personal, un acertado discurso biensonante y una nula actividad, sobre todo aquella que pueda generarle enemistades.
De otro lado, el aspirante a la Alcaldía, Jaime Castiñeira, lleva en política municipal y autonómica ya varios años. Es un hombre del pueblo, literalmente, que se ha hecho a sí mismo a base de trabajar y luchar duro por todo lo que ha conseguido hasta el momento. Como tal trabajador nato, aparentemente le molesta que Orozco consiga sus votos, no a cambio de grandes iniciativas para la ciudad o mejoras en la vida del ciudadano medio, sino con campañas mediáticas basadas en el ingenio y no en el trabajo. Profesionalmente Jaime trabaja en temas urbanísticos (es funcionario del Catastro y arquitecto técnico) y sabe perfectamente que las grandes novedades de Lugo en lo últimos 10 años no se deben a la labor municipal, sino a la acción de las demás administraciones y de los constructores que hicieron surgir barrios enteros en la época del esplendor urbanístico.
Otros alcaldes de la ciudad, como el predecesor de Orozco, Joaquín García Díez, hicieron muchísimo más por la ciudad en cuatro años que este señor en doce. En cuatro años García Díez peatonalizó el centro, reformó las grandes avenidas (Avenida de la Coruña, Avenida de Carrero Blanco) y dejó presupuestado el arreglo de las demás, creó el mayor pulmón de la ciudad, el Parque del Miño… Orozco en doce años lo máximo que puede presumir es de haber empezado las obras del MIHL y de derribar la antigua Frigsa. Las demás actuaciones de la ciudad no son municipales, aunque Orozco se las cuelgue como medallas cuando le conviene.
Sin embargo, el gran problema de Jaime, y la mayor baza de Orozco, es que realmente es difícil apreciar eso. No tiene buena venta, entre otras cosas porque los ciudadanos no quieren oír hablar de malos rollos. Para el lucense medio, reconocer que Orozco no hace prácticamente nada más que pagar anuncios en prensa, salir en las fotos y crear eslóganes ingeniosos, es reconocer que han equivocado el voto durante doce años, y eso no gusta. A nadie le apasiona que le restrieguen que ha votado “mal”.
Con este panorama, ¿qué podemos esperar de las próximas municipales?: pues depende de lo que hagan los partidos en adelante. Podemos esperar novedades de Orozco que irán por la vía de la ocurrencia fácil y la consigna, ya que no puede presentar grandes resultados, obras ni mejoras para la ciudadanía que se deban a su gestión, sino a la de otros. Por parte del PP, lo más seguro es que se juegue la baza del éxito en las autonómicas y el clima anti-Zapatero provocado tanto por la crisis como por la caída libre en que está el Presidente del Gobierno. Habrá críticas a Orozco, pero el escudo del Alcalde, formado con grandes palabras, puede que le proteja bastante.
Si esto no varía, y los partidos siguen enrocados en sus posturas, es previsible un ascenso del PP y una caída del PSOE, pero quizás no tan acusada como para permitir a Castiñeira llegar a la alcaldía, ya que el BNG ya está preparado para irse a la cama con Orozco tras defenestrar a su máximo enemigo dentro del bloque, el actual portavoz Xosé Anxo Lage Suárez.
Faltan dos meses, todo está en el aire. Habrá que ver si la ciudadanía apuesta por la profesionalidad o por los eslóganes.
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