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En 2019, y después de "adecentarlo" para las visitas que organizó el Ayuntamiento, San Fernando estaba en este lamentable estado. Hoy está peor. |
Recientemente hubo un acuerdo en el Parlamento de Galicia por el que PP, PSOE y BNG acordaron que en los presupuestos de la Xunta de Galicia para el 2025 haya una partida de medio millón de euros para hacer arreglos en el Cuartel de San Fernando, con destino a ser el Museo de la Romanización de Lugo. No ha tardado ni 24 horas el Ayuntamiento en protestar contra sus propios compañeros de partidos (PSOE y BNG) porque dicen que la partida es insuficiente y que la Xunta tiene que poner los dos millones que cuesta el arreglo. Curioso.
Verán, el tema de San Fernando es algo en que todos tienen mucho que callar. Veamos por qué haciendo un breve repaso a su historia (muy esquematizada):
A finales de los años 90 el entonces alcalde Joaquín García Díez negoció con Defensa la compra del cuartel para destinarlo al nuevo Auditorio de Lugo. Hizo un concurso de ideas y ganó un proyecto que era razonablemente respetuoso con el edificio.
En 1999 José López Orozco se hizo con la alcaldía y cambió el diseño dejado por su antecesor, modificando el proyecto, que pasó a aumentar el volumen e impacto visual del resultado. Tanto que ICOMOS se pronunció contra el proyecto y se desistió.
La Xunta, entonces en manos de PSOE y BNG, prometió como alternativa un Museo de la Romanización en Lugo, dentro de una serie de museos que se harían por toda Galicia y que se llevó a cabo… salvo en el caso de Lugo, que quedó aparcado.
Cuando en 2009 el PP ganó la Xunta de Galicia con Alberto Núñez Feijóo, no sólo anunció su respaldo al Museo, sino que presentó un proyecto con infografías, maquetas y presupuesto, prometiendo las obras para el año 2011 o 2013 (según la fecha del anuncio). No lo hizo.
El Ayuntamiento se hizo con las llaves del inmueble, que estaba en estado de uso (los militares lo estaban utilizando, a pesar de que no es que estuviera para tirar cohetes) y desde aquel día, además de ser el propietario, el municipio es el titular de su conservación y mantenimiento. Recordemos que el Cuartel está catalogado como BIC, con una protección especial y una responsabilidad importante. Si San Fernando fuera de la familia Franco el propio Ayuntamiento habría ido a Fiscalía a denunciar su paulatino e innegable deterioro, pero como es suyo todos (incluida normalmente la oposición) han mirado para otro lado.
Tras muchos años dando tumbos, en el año 2019 la entonces alcaldesa de Lugo, Lara Méndez, en el salón de Plenos del Ayuntamiento anunció a una plataforma llamada MVRO (acrónimo de Museo de la Romanización) que aunque la Xunta no diese dinero el Ayuntamiento, propietario del edificio, haría el Museo “sí o sí”. No lo hizo.
El deterioro del edificio fue el que dio al traste con los planes de la anterior alcaldesa. Ese mal estado de San Fernando hizo que la Unión Europea denegase las ayudas pedidas para hacer el Museo (bueno, una la denegaron y a la otra se renunció porque sin la primera no era viable). Se ve que dichas ayudas están para dedicar edificios a acciones culturales, pero no para convertir una ruina (por falta de mantenimiento) en un palacio.
Tras propuestas de todo tipo como un colegio (Ciudadanos o Lugo Monumental, la asociación que tengo el honor de presidir, apostábamos por este uso), un parador o incluso un centro comercial, todos nos unimos finalmente en la apuesta por el Museo de la Romanización. Se ha convertido en un tema de ciudad, aunque lamentablemente esa unanimidad civil no se tradujo en la unión política necesaria entre administraciones ya que todo el mundo quiere arrimar el ascua a su sardina y estaban más preocupados por tirarse mierda que por hacer algo, al menos hasta ahora.
En que las últimas reuniones del actual Presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, y la actual Alcaldesa de Lugo, Paula Alvarellos, hubo un acuerdo. Ese acuerdo era el siguiente: la Xunta se comprometió a colaborar con el Museo pagando el proyecto director de musealización y ayudando económicamente tanto en la construcción como en el futuro proyecto, siempre que el Ayuntamiento encontrase financiación adicional. Vamos lo que vino a ser un “ayudaremos, pero no vamos a pagarlo todo”. Paula Alvarellos anunció el acuerdo muy satisfecha.
Esta semana los tres partidos políticos, gracias al impulso dado por Elena Candia y la buena voluntad de sus homólogos de PSOE y BNG, se han puesto de acuerdo en el Parlamento de Galicia (creo que el Arzobispo de Santiago está tramitando el asunto como un Milagro del Apóstol) para que haya un presupuesto nominal, con nombre y apellidos, para San Fernando, un “borrón y cuenta nueva” para que a partir de ahora todos miremos al futuro y dejemos de dar vueltas a una historia en que todas las administraciones tienen mucho de qué avergonzarse.
Si el coste del Museo era de 11 millones en su día (que ya hace años) ahora hay que sumar otros dos para convertir la ruina que es en un lugar en que se pueda trabajar. Para esos dos millones es para los que se acordó que la Xunta ponga el 25%, es decir, 500.000 euros.
Si el Estado (“gobierno amigo”) pone 1.000.000, la Diputación pone 250.000 y el Ayuntamiento otros 250.000 está arreglado y después vemos cómo se paga la obra completa del Museo, pero al menos que el edificio no se siga cayendo en pedazos.
El Ayuntamiento y sus portavoces civiles (esos que no son concejales pero que cobran de todos nosotros a través de generosas subvenciones para hacerles el relato) siguen con la matraca de que la Xunta tiene que cumplir su compromiso, pero convenientemente olvidan el municipal. Quizá debamos olvidar todo lo anterior porque de lo contrario no llegaremos a ninguna parte.
Soy consciente de que es un poco contradictorio decir que hay que olvidar la historia después de hacer un repaso de la misma, pero la intención es que vean que aquí no hay buenos y malos, sino que todos han sido negligentes y todos han incumplido sus promesas respecto a este edificio, y que así hemos llegado hasta el punto en que estamos.
Todos estamos hartos de promesas incumplidas, de mentiras y de anuncios que no se hicieron realidad, pero ahora parece que hay una diferencia porque hay un presupuesto negro sobre blanco. Insuficiente, sí, pero hay ya un primer paso.
Partamos de cero. Trabajemos juntos porque el Museo de la Romanización sea una realidad y miremos al futuro. Lugo lo necesita.