Alternativa Cidadá de Esquerdas (ACE), el grupo encabezado por Carlos Portomeñe ha convocado una concentración mañana a las 13:00 horas frente a los juzgados de Lugo en apoyo del propio Carlos. Como sabrán, Portomeñe está siendo investigado por un supuesto delito de injurias y calumnias contra el exalcalde Orozco, quien a su vez es investigado por varias causas relacionadas con temas de urbanismo.
Cuando uno habla mal de alguien imputado por asuntos ligados a la corrupción parece que tiene carta blanca, pero no es así. Estamos acostumbrados a leer las mayores barbaridades contra personas que han sido declaradas inocentes, tanto antes como después de dicha sentencia, y nadie se escandaliza de que se sigan poniendo como ejemplos de la ola de necrosis que asola a este país a Francisco Camps (al que un jurado popular exoneró) o a Pepe Blanco (también libre de polvo y paja).
Nuestro sistema es garantista, lo que hace que algunos culpables logren escurrir el bulto y librarse de la condena que debería tocarles, pero es lo que hay. El principio se basa en que es mejor que haya cien culpables en la calle que un solo inocente en la cárcel, y francamente estoy de acuerdo con ese principio, por duro que sea en ocasiones.
El problema para una parte importante de la opinión pública es que si eres inocente lo eres a todos los efectos. Antes de una condena sigues siéndolo, por muy acusado que estés, y en el caso que nos ocupa ni siquiera ha habido, hasta donde yo sé, acusación formal contra Orozco por el tema del que le acusó Portomeñe.
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Carlos Portomeñe |
La acusación contra Carlos no es por haber llevado al exalcalde al juzgado por presuntos delitos urbanísticos, como pretenden colarnos, sino por haber dicho públicamente que el anterior regidor obligó al entonces secretario, Luis Regal, a cambiar un informe negativo sobre una recalificación de terrenos. No hablamos de una acusación política o genérica sino de un hecho concreto, un delito grave por presionar a un funcionario que no solo no se ha demostrado sino que ha sido negado por el propio señor Regal.
Carlos afirma que perseguir la corrupción no es delito, y estoy totalmente de acuerdo con él, pero no puedo evitar recordar a los sindicalistas mamporreros que se lían a bofetadas con la policía o destrozan locales y luego dicen que lo hacen para defender a los trabajadores porque no quieren reconocer que iban con unas copas de más o que tienen traumas que descargan en esas ocasiones. También es el argumento usado por los radicales independentistas, con el que pretenden justificar sus desmanes y, en última instancia, incluso el terrorismo. Nadie entienda que estoy relacionando a Portomeñe con estas barbaridades ni de lejos, lo que intento explicar es que las frases rimbombantes son peligrosas si se usan inadecuadamente.
Perseguir la corrupción claro que no es delito si se hace como debe ser: investigando, recopilando pruebas, denunciando... y dejando actuar a la justicia. Pero decir que alguien hizo tal cosa o tal otra sin respaldo de pruebas sí lo es.
Uno puede decir que hay cosas sospechosas en los mandatos de Orozco; se puede afirmar sin temor a caer en el delito contra el honor que una jueza reflejó en un auto que había indicios de connivencia entre el gobierno del PSOE y el constructor de las torres del Garañón en los temas urbanísticos; se puede escribir sin miedo que es harto sospechoso que se firmaran documentos un 31 de diciembre, sábado y día no laborable en el Ayuntamiento para mayor fantasía, que beneficiaban enormemente al constructor porque le resultaban más beneficiosos que esperar al día siguiente, en que entraba en vigor la nueva ley del suelo... Se puede hablar de indicios, de suposiciones o de presunciones siempre que se aclare que son tales y no hechos.
También se puede acusar, pero hay que ser consciente de que no se puede calumniar porque lo contrario hace que muchos que buscan titulares se lancen temerariamente a la caza de la noticia reveladora, sea o no sea cierta.
Me escuece mucho que Portomeñe se vea en el juzgado por este asunto. Es una de las personas que más alto más claro ha denunciado los desmanes del Ayuntamiento de Lugo en la era Orozco y tiene cierta lógica que en la vorágine de acusaciones se le haya colado alguna frase que no debía. Tiene toda mi comprensión y mi apoyo en ese sentido.
En el fragor de la batalla política se aceptan cosas que en la realidad no deberían tragarse e incluso la cuestión es más sencilla: ¿constituye un delito de injurias y calumnias? ¿Llega a tanto la cosa? Lo dudo mucho, aunque eso queda en manos de Su Señoría, que es quien tendrá que decidir si la cosa es tan grave.
Como ejemplo de que no siempre se acusa de querellas a quienes dan como hechas meras acusaciones, hemos de ver muchos titulares de prensa. Que se impute a alguien un delito genera cabeceras que lo dan por cierto. Frases como “Fulano gastó x miles de euros en prostitutas”, o “Mengano se apropió de nosecuantos millones públicos” son el pan nuestro de cada día, aunque al final algunas de esas “verdades” acaben en nada sin consecuencia alguna para el medio de comunicación o el periodista que los difundió. ¿Acaso es más grave que lo diga un concejal?
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Un ejemplo de un titular que afirma algo que no está juzgado,
si bien lo saca de las propias declaraciones del exconcejal. |
Por último, apuntemos una reflexión: en un país donde hay que escuchar a un tío que se llevó a 17 personas por delante en 20 atentados decir que no “asesinaba” gente sino que la “ejecutaba” sin que podamos meterle unos añitos a la sombra de propina por gilipollas, llaman la atención este tipo de juicios contra alguien por hacer un cartel de Carnaval, un tuit que contiene chistes que llevan en la calle cuarenta años sobre el atentado contra Carrero Blanco, o porque se le ha calentado la boca en un ambiente de denuncia de la corrupción.
Confío en que no condenen a Carlos Portomeñe por esto, la verdad. Incluso aunque fuera culpable. Hay gente por la calle de la que sabemos que se ha llevado dinero de todos y encima les tratan de usted. Las comparaciones son odiosas.