La Alcaldesa de Lugo, Lara Méndez, anunció ayer en el Pleno
que se abrirá a una consulta popular el futuro de la fábrica de la luz. También
indicó que se había recurrido la sentencia que condena al Ayuntamiento a
indemnizar a la concesionaria del concurso/chollo que en su día hizo la
administración local, y que nos costará unos dos millones de nuestros euros que,
sumados a los que se gastaron en arreglar el edificio, no han servido para
nada. Como prenderles fuego. Bueno, sí, han servido para empeorar la situación
porque ahora hasta se ha perdido la concesión de la explotación eléctrica que
desde el siglo XIX había en ese edificio. Recordemos que en 1999 Joaquín García Díez dejó el edificio nuevo gracias a una escuela taller de la Consellería de Familia, con Manuela López Besteiro a la cabeza en esa época, que lo rehabilitó y hasta las turbinas funcionaban perfectamente. Se dejó estropear, se gastó una millonada en arreglarlo y ahora estamos así...
Cuesta ser positivo, e incluso cuesta fiarse de estos anuncios. Que se nos diga que se va a pedir opinión a la gente suena a "vamos a dejar esto para otro día y como no tenemos muy claro cómo salir del atolladero proponemos la consulta popular que suena democrático y moderno y a ver quién es el guapo que se opone a preguntar al Pueblo". Más que nada porque ya nos suenan estas cosas. No hay más que recordar la ronda de consultas para mejorar el servicio de autobuses urbanos que se hizo allá por el 2016 y ya ven, cuatro años más tarde seguimos exactamente igual, pero sin marquesinas digitales que nos digan a qué hora viene el autobús (si es que viene).
Pero también es cierto que si la consulta es en serio puede ser una buena ocasión porque las instalaciones son estupendas para albergar casi cualquier cosa que se nos ocurra… si bien esto también puede ser un peligro. Las ocurrencias, quiero decir. Me temo que podrían caer en la tentación de aceptar alguna propuesta extravagante, bajo el título de “innovadora” cuando el sentido común limita bastante los usos de ese edificio. Por ejemplo, parece lógico que sea la sede de lo que durante tantos años llevamos esperando: la playa fluvial.
Teniendo ahí ese edificio, teniendo ahí un caneiro, teniendo
ahí incluso una lengua de terreno en que se puede hacer un merendero, teniendo
ahí el paseo del Miño, teniendo ahí aparcamientos… ¿alguien duda de que sería
un magnífico lugar para eso? En el interior caben más que sobradamente las
instalaciones propias de este tipo de lugares: una buena cafetería, duchas,
incluso salas de aparatos de gimnasio que se podrían utilizar todo el año… No
parece ni tan difícil de llevar a cabo ni tan disparatado utilizar un edificio
que está en el Río Miño para el aprovechamiento del Río Miño por todos los
lucenses.
Personalmente pienso proponer esto al ayuntamiento en cuanto nos digan qué canal hemos de utilizar, pero les confieso que temo seriamente que opten por hacer un museo de rabos de boina, un albergue para gusanos de seda sin hogar o cualquier otro disparate equiparable a de las bañeras colectivas (pomposamente llamadas “caldas”) que pretenden hacer en esas inmediaciones. Confiemos en que el “sentidiño” impere y que se maten dos pájaros de un tiro: el aprovechamiento del edificio y la dotación para Lugo de la playa fluvial pública que cualquier pueblo posee y nosotros seguimos esperando.