Si no hubieran montado la protesta nadie habría hecho demasiado caso de las pocas decenas de simpatizantes de Vox... a los que hay que restar los curiosos que fueron a ver a Abascal "en persona". |
“Los fascistas del
futuro se autodenominarán a sí mismos antifascistas”. Es una frase
habitualmente atribuida a Winston Churchill aunque no hay constancia de que la
dejara escrita en ninguna parte o la pronunciase en uno de sus imperecederos
discursos. Es como esa que siempre se pone en boca de Voltaire: "Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero
defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo” que él nunca dijo pero que
Evelyn Beatrice Hall citó como ejemplo de sus creencias. Siendo más banales,
tampoco Conan Doyle escribió jamás lo de “Elemental,
querido Watson”, y ya ven.
En cuanto a lo de Churchill, la verdad es que la cita le
pega, y es más que probable que respondiera a su forma de pensar (solo hay que
leer sus memorias para darse cuenta). Luchó contra los nazis, siendo una de las
piedras angulares de su derrota, y para ello se alió con la dictadura comunista
de la URSS, a la que pronto denunciaría tras la guerra por ser un nuevo fortín
del totalitarismo e incluso llegó a trazar un plan militar, la “operación impensable”, para su invasión.
Todo esto viene a que la semana pasada hubo en Lugo un mitin
de Vox al que acudió su jefe de filas, Santiago Abascal. Congregaron a muy
poquita gente, quizás un centenar en el mejor de los casos (no estuve por allí así
que lo digo a ojo por las fotos, disculpen si me equivoco hacia arriba o hacia
abajo) pero tuvieron a media ciudad hablando del tema el fin de semana, un
asunto que sólo se dejó de lado por el cierre de A Mariña por el brote de
coronavirus, del que hablaremos pronto.
Si tuvieron tanta repercusión no fue por su reunión, que
habría quedado reducida a una mera anécdota, a una pequeña foto a pie de página
de la prensa local y poco más, sino porque se convocó una concentración “antifa”
(se entiende que quieren decir “antifascista” pero se ve que queda más guay
reducir los términos, algo muy americano) justo delante que armó un buen cirio.
El efecto de esa protesta fue justo el contrario al deseado.
No voy a decir que despertasen simpatías hacia Abascal y sus siglas, que eso no
es fácil, pero sí han logrado que haya habido muchas personas nada sospechosas
de compartir la línea argumental de ese partido, entre las que me incluyo, que
nos hemos visto obligados a defender su libertad de expresión sin mayores
consecuencias. Esas “contraconcentraciones” no sólo son ajenas a la lógica del
orden público y la normalidad, sino que también chirrían mucho en un Estado
democrático.
En estos casos siempre aconsejo un ejercicio mental: den la
vuelta a la situación. Imaginen que son los de los partidos de izquierdas los
que hacen un mitin y que los de la derecha más rancia se van allí con banderas
franquistas y demás parafernalia comparable con las estrellas rojas y demás símbolos
extremistas. ¿Qué pasaría? ¿No estarían los del mitin protestando, con razón, de
que se les torpedea su libertad de expresión? Pues aquí pasa lo mismo.
No se trata de contraponer ideas, que eso es sano, sino de
buscar la confrontación en la calle. La masa es idiota, creo que eso es
bastante difícil de rebatir, y es una temeridad convocar dos extremos opuestos
en el mismo sitio y a la misma hora. De hecho me sorprende bastante que se
hayan autorizado ambas concentraciones simultáneamente. Si es que se ha hecho.
Pero al margen de toda cuestión ideológica sobre la democracia, la libertad de expresión, y la legitimidad de un partido a expresar sus ideas, por delirantes y extremistas que éstas sean, hay un elemento de estrategia que desaconseja tomar el camino elegido por los autodenominados “antifas”: es contraproducente. A los hechos me remito. Les han dado un protagonismo a los de Vox que jamás pensaron tener en Lugo, donde, afortunadamente, no sacan votos ni para presidir la comunidad de vecinos.
Lo de las mascarillas y la distancia de seguridad no va con el líder, que se ve que se cree fuera de todo riesgo. |
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