No, no es el Caribe, ni falta que hace. Es Foz. |
Este fin de semana nos fuimos a la playa de Punta Corbeira
con Ducki, ya que es una de las poquísimas que en la Mariña está habilitada
para ir con el perro. Pasamos un día magnífico con unos amigos y terminamos
quedándonos en Foz a dormir.
Les diré la verdad, teníamos ciertas reservas con el tema de
hacer esa pequeña excursión porque nos daba algo de miedo que, al ser un puente
tan importante (el sábado era el día del Apóstol y, por lo tanto festivo) en
que incluso las personas que trabajan habitualmente el fin de semana se lo
tomaron como libre, estuviera todo lleno de gente hasta la bandera. Pues no.
En la playa había hueco para aparcar, algo tan habitual como
ver un delfín en el mar de Lugo (no es extraordinario pero sí es raro), y una
vez abajo se estaba de maravilla. Gente, pero sin exagerar, todos a distancias
más que respetables y guardando unas distancias extraordinariamente prudentes,
que a menos de seis o siete metros no había nadie. Por la tarde en Foz había
más gente sí, pero en general todos muy bien, con sus mascarillas y apartándose
unos de otros por la calle.
Por supuesto siempre hay quien da la nota. En la Taberna, el
local de referencia de Foz desde que empezamos a ir hace casi treinta años,
estábamos sentados en una mesa tranquilamente y en la de al lado se nos puso
una pandilla que no solo no guardaba distancia alguna, sino que encima bromeaba
con el tema, y más porque uno de ellos era de Burela y venía a decir que “¡anda
que os contagio a todos!, jajaja”. Una pandilla que estaría entre los 30 y los
40 años, con sus niños pequeños por allí tocando todo, sentándose a la mesa sin
dejar que la limpiasen primero, dándose ostentosamente abrazos y besos… Vamos,
todo lo contrario de lo que nos están recomendando machaconamente y que, por lo
visto, no acaba de calar.
No me entiendan mal, todos cometemos imprudencias y el
riesgo cero no existe. Llevamos desde marzo con esto y aquí el que más y el que
menos ha dado un abrazo que no debía o un beso que puede ser un riesgo, no nos
engañemos, pero una cosa es que cometas una breve imprudencia (que te tiras
después dos semanas dándole a la cabeza) y otra muy diferente que te lo tomes a
chirigota y estés poco menos que lamiendo las mesas de los bares.
Ayer venía en la prensa que un señor se murió por un abrazo
de una nieta. La chica, de 20 años, fue a verlo antes de presentar síntomas,
con toda su buena fe. Le dio un abrazo al señor, y hala, los dos al hospital.
La chica estuvo ingresada en la UCI 10 u 11 días y cuando salió su abuelo ya
había fallecido.
En un fin de semana he visto la cara y la cruz de la crisis en A Mariña. Bravo por los unos, muy mal por los otros. Esto no es una broma. Sean prudentes y no bajen la guardia.
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