Tomarse en serio la vida paralela que nos ofrece Internet es una chorrada. Regodearse en la basura que salta de ordenador en ordenador en esa cadena de tonterías que se ha convertido la red de redes, es peor aún.
Creo que el primer paso para desengancharse de una adicción es reconocerla. Pues allá vamos. Yo, pecador, me confieso ante vosotros lectores como bastante idiota, aunque intento entrar en la senda de la recuperación. ¿Que a qué me refiero? Sencillo: he razonado que llevo perdidas muchas horas en discusiones estériles en la red que no sirven absolutamente para nada, en foros y grupos donde entré engañado y salí escaldado, donde no hay diálogos sino monólogos por turnos, en que las argumentaciones brillan por su ausencia y las referencias personales abundan más de lo que debieran.
He sacado algo bueno de todas esas horas perdidas, eso es cierto: he conocido a gente magnífica que entró igual que yo en donde se nos ofrecía diálogo e intercambio libre de ideas, lo que normalmente atrae a liberales como el que suscribe, aunque nos han dado gato por liebre. También algunas buenas ideas, y ocasionalmente rasgos de brillantez de gente muy válida.
Releyendo esto, les diré que no me arrepiento de haber entrado, aunque tampoco de haber salido. Sí de algún calentón que, cuando a uno le mentan a la familia, se produce irremediablemente, pero son cosas que pasan por tener sangre mediterránea, digan lo que digan los del Bloque.
Los españoles tenemos muy arraigado el seguidismo, y esto lo saben algunos que presumen de libertadores y nos intentan meter con calzador que SU libertad es la única que es pata negra, y que la lucha contra “el sistema” se consigue dándoles poder absoluto a quienes dicen hablar en nombre del pueblo. Es el mismo discurso que desde que el mundo es mundo encumbró a los dictadores.
Aquí pasa lo mismo. Quienes aseguran defender el diálogo y la libertad de expresión son los que ejercen una tiranía inflexible sobre opiniones ajenas que se desvían, ya sea unos milímetros o varios quilómetros, de las propias, con lo que lo único que conseguimos es cambiar un sistema demasiado corrupto por uno absolutamente insoportable.
Por todo esto, he decidido empezar a eliminar todo lo que veo dañino en el Facebook incluyendo algunos contactos de todo tipo. Quizás llegue el momento en que mande a la porra a todas las “redes sociales” y cuelgue el teclado definitivamente en esas chorradas. Tienen su utilidad, pero también un lado oscuro difícil de evitar, y mucho perfil fantasma que se esconde tras un supuesto anonimato para atacar a todo lo que se le pasa por su descolocada cabeza.
Seguiré, mientras tenga paciencia y ánimos, con el blog. Ya tuve una “crisis espiritual” con esto y una vez superada espero no volver a entrar en esa pendiente, así que no creo que por ahí haya problema. Además me sirve de terapia para muchas cosas :)
Y participaré en foros de debate, pero en los de verdad, en los que no tienen un ser supremo que se cree con potestad para juzgar quién puede escribir y lo que puede escribir. Esos que se guisen y se coman sus propias paranoias, que aquí no caben.
Es decir, que abandonaré aquello que me resulte dañino y entraré donde considere que hay un enriquecimiento. Es lo lógico, ¿no creen?
Pues eso…
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