Nos cuenta El Progreso que en Lugo un empresario del Ceao tuvo la habilidad de localizar en dos días a los autores del robo de maquinaria de su nave y los huevos de ir a hablar con ellos para comprarla haciéndose pasar por un particular interesado. Tras pactar un precio con el presunto ladrón, con la excusa de ir a por dinero y una furgoneta lo que hizo fue avisar a la Policía, que detuvo al supuesto chorizo… que ya está en la calle, con cargos, pero en la calle. La Fiscalía ni se molestó en aparecer por el juzgado para proponer medidas alternativas.
Según el periódico “fuentes conocedoras” dicen que el bueno del hombre corrió un gran peligro por ir a la finca donde estaban las piezas sin protección alguna, y probablemente tengan razón.
Aquí lo preocupante es que un señor cualquiera haya resuelto su robo antes que la Policía, que haya localizado a los ladrones antes que la Policía, que encontrara sus máquinas antes que la Policía y que pueda demostrar la culpabilidad del “presunto” antes que la Policía. Sherlock Holmes hacía las cosas así, sólo que de aquella (ya sé que es una novela, pero me refiero a la época) lo de la reincidencia se observaba con menos simpatía.
Por lo visto la finca donde estaban los artículos robados es la “sede” de una familia de “conocidos de la Policía”. Entiendo que no se refieren a que se vayan de cañas juntos, aunque vaya usted a saber.
Que conste que no culpo a los policías, sino al sistema, a las normas, a las leyes y al estúpido buenismo de este país que ve con buenos ojos (o eso parece) que salga antes de Comisaría el chorizo que el ciudadano que pone la denuncia, y encima este último con el temor de que pueda haber represalias.
Las leyes no son duras. Ni a nivel alto, en que robas 200 millones de euros y, con muy mala suerte, como máximo te caen 2 o 3 años de sentencia real y sin devolver más que una parte de la pasta, ni a nivel bajo donde los habituales “conocidos” de las autoridades entran y salen como Pedro por su casa.
Los estadounidenses tienen una serie de leyes llamadas de los “tres strikes” o las “tres oportunidades”, que vienen a decir que la acumulación de delitos agrava la sentencia. Esto sucede cuando uno tiene en su historial un delito “mayor”, entre los que están los allanamientos de morada, delitos sexuales, secuestros, homicidios… y también cualquier delito que se cometa con un arma (aunque no se lesione a alguien), explosivos o que cause heridos. El tercero de estos “strikes” puede suponer pasar de 25 años a cadena perpetua sea cual sea el delito cometido a continuación, incluso aunque no sea de gravedad.
Esto implica que una persona que cometa un error pagará su pena como los demás, pero que si empieza a acumular condenas la cosa no sea tan sencilla, o incluso que si comete varios delitos a partir de ese momento tenga que llevar una vida ejemplar. Podríamos entrar a discutir si tres “strikes” son muchos o pocos. Quizás habría que baremar según la gravedad del delito (por serio que sea no es lo mismo un robo con navaja que un asesinato), pero como teoría no parece descabellada exigir más a quien peor se ha portado.
Pero en España no hacemos esas cosas. En España un empresario encuentra en 48 horas su maquinaria en un conocido lugar de venta de objetos robados y la Policía está atada de pies y manos para intervenir. Somos un país garantista, lo cual me parece bien, pero una cosa es la presunción de inocencia y otra que desde que se demuestra la culpabilidad las cosas se solucionen con unas palmaditas en la espalda y un “hay que ser bueno”.
La reincidencia no es un agravante, es una filosofía de vida. No me comparen al pobre hombre que roba porque se muere de hambre con las pandillas mafiosas que viven de eso y se jactan de ello. Ni es lo mismo ni debería serlo. El nuevo código penal ha endurecido este asunto, pero veremos la efectividad que tiene.
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