Hay gente valiente. Ayer tuvimos una prueba en el cementerio de Lugo, y no me refiero a los 50 lucenses que fueron a hacer el payaso entre las tumbas de nuestras familias vela en ristre y con alegres alboradas gallegas de fondo, sino a los cuatro o cinco que estaban fuera mostrando su rechazo por una actividad que podrá ser muchas cosas, pero respetuosa no.
Miren, se nos habla mucho de que en otras ciudades se hacen visitas a sus cementerios, diurnas y nocturnas, y que “Lugo no tiene por qué ser menos”. Ese argumento de “los demás también” abre la puerta a que nos programen entretenidos encierros taurinos por la calle de la Reina en el próximo San Froilán o que tiren algún animal, probablemente una cabra, desde las torres neoclásicas de la catedral. Si los demás lo hacen…
La cuestión va por otro lado, creo yo. Poner el foco del esfuerzo turístico y cultural de esta ciudad en el cementerio me parece ridículo, cuando hay otras muchas cosas que están como están. En lugar de destinar el dinero a hacer el indio entre las tumbas de nuestras familias quizás sería más productivo eliminar el cobro de entradas en los museos locales, tener abiertas las salas de interés turístico cuando hay turistas (fines de semana, por ejemplo) o, ya que les gusta el mundo de la noche, hacer visitas guiadas a la Muralla o la Catedral en ese mismo arco horario.
Pero es que la visión que les expongo adolece de realismo. Lo que se busca no es aumentar el número de turistas, sino el de votos. Lo que importa no es que la ciudad atraiga visitantes, sino que los lucenses consideren al ayuntamiento como un pozo de imaginación sin límites que hace cosas llamativas, siguiendo aquella máxima de “que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen.” que me parece recordar que es de Oscar Wilde.
No todas las brujas son malas |
Pero no quiero hablarles más de la visita en sí, sino del valor que ha demostrado un pequeño grupo de personas, cual aldea de Astérix, que ha puesto un valor y una decisión importantes sobre la mesa a la hora de enfrentarse a esta chorrada. Han ido al cementerio a las 8, noche cerrada, hora de la visita, a protestar por el circo de tres pistas que quieren hacer de nuestro camposanto. No les doy la relación de nombres porque no estoy seguro de quiénes fueron en concreto, pero no lo entiendan como un anonimato al que renunciaron plantándose allí sino a no saber si están todos los que son, aunque desde luego si eran todos los que estaban.
Me dirán, y si son tan admirables ¿por qué no estabas tú allí? Pues aunque suene a excusa barata porque no pude, si no crean que habría estado hombro con hombro con estas personas a las que doy toda la razón en su protesta.
No es fácil en Lugo dar un paso adelante para casi cualquier cosa, les garantizo que sé de lo que hablo, pero esta gente lo hizo. Vaya mi admiración y mi respeto más profundo para ellos y, ya puestos, para la amplitud de sus gónadas. Si nadie se atreve a decir que el emperador va desnudo todos seguirán asegurando que ven unas hermosas telas cubriendo su piel.
Es posible que de 50 asistentes a la tontería alguno haya reflexionado. Aunque sólo sea uno. O quizás no, pero es importante que alguien lo intente.
La otra opción es entrar al trapo y montar un puesto de helados, globos y confeti para llenar de alegría y jolgorio nuestro cementerio. Miren, quizás el año que viene repitan este rollo pero animando a la gente a acudir disfrazada de vampiros, fantasmas o cualquier otra cosa de la que nos venden por “Halloween” y que aquí se compra por lotes industriales.
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