La Mosquera peatonal suena muy bien, pero el Plan de Movilidad considera ese tramo como de la "red básica", lo que puede liar el tráfico en Lugo enormemente. |
Se supone que la Humanidad debería ir avanzando, y que nuestros líderes tendrían que abandonar ciertos usos y costumbres, como el de considerar que sus decisiones son inapelables y que ni siquiera se ha de contemplar la posibilidad de cometer un error, pero existen, vaya si existen, y con la que se avecina en cuanto a tráfico en Lugo a veces se ven venir a la legua.
El Ayuntamiento de Lugo ha anunciado la peatonalización del tramo de la Ronda de la Muralla frente a la Mosquera, una buena noticia para la ciudad porque vamos a recuperar este espacio para los peatones. El objetivo es ir conquistando terreno al vehículo rodado.
El problema no está ahí sino en los cambios de tráfico aparejados a esa decisión, y que en lugar de hacer una simple desviación por Mártires de carral, se complica haciendo que desde la calle Villalba los coches tengan que subir por Salvador de Madariaga (en mis tiempos más conocida por “la calle del BB+”), pasar por Dinán, bajar por Hermanitas y volver a la Ronda desde San Roque. El pifostio de tráfico que se va a montar es más que evidente, y más si tenemos en cuenta que la Ronda de la Muralla viene recogida en el vigente Plan de Movilidad como “un anillo de dos carriles y un solo sentido que funciona como un importante distribuidor del tráfico”.
En ese documento el tramo que se pretende peatonalizar se incluye dentro de la red básica, la más importante de todas y la que se ha de mantener a toda costa para garantizar la correcta fluidez de los vehículos. No se mantendrá, y no tengo muy claro (porque no se ha publicado estudio alguno que se pueda leer o incluso rebatir) cómo se ha llegado a esa epifanía viaria.
Por otra parte, no parece tener mucha lógica dar la vuelta al sentido del tráfico de las calles Ciudad de Vigo y Alcalde Ángel López Pérez, ya que para alcanzar destinos tan frecuentes como el aparcamiento público del propio Ayuntamiento, el de Plaza Constitución o la Estación de Autobuses se obliga a dar un enorme rodeo a los conductores, lo que generará una gran cantidad de contaminación atmosférica. Estamos hablando de que, por ejemplo para acceder al aparcamiento municipal del Seminario, un recorrido de apenas 100 metros, se multiplicará por nueve el trayecto, lo que no parece compatible con los criterios medioambientales y de sentido común que han de imperar en el diseño del tráfico.
Todos queremos dar por sentado que las decisiones de las instituciones están bien pensadas, con sus informes y sus estudios, pero en ocasiones parece que no es el caso. No hay más que recordar el lío que se montó el pasado año con la peatonalización provisional de la Ronda de la Muralla, una medida que hubo que revertir por el caos causado por la misma y que a día de hoy sigue causando problemas en el tramo que hay entre la calle Santiago y la calle Villalba sobre todo en horas punta de colegios y centros de trabajo, ya que incluso la señalización horizontal es confusa y provoca situaciones peligrosas.
No se ha explicado todo esto a nadie, se ha aprobado y listo. Choca con ese ejercicio de democracia vecinal que se vendió para peatonalizar Rafael de Vega, en que supuestamente se decidió entre los vecinos apoyar la medida. Aquí no han preguntado a nadie, cosa que hasta cierto punto comprendo (el que gobierna, gobierna) pero sí que habría estado bien reunirse con asociaciones y colectivos para escuchar sus puntos de vista. Se ve que el tema de la participación es intermitente, en función de si se puede prever el resultado o no…
Tal vez sería razonable que en lugar de hacer las obras a las bravas se hiciera una prueba previa, con balizas y señalización provisional que nos indique cómo va a fluir el tráfico una vez se hagan los cambios. Si todo va bien y tienen razón, pues estupendo, pero si no es el caso una vez metidas las piquetas y terminadas las obras será imposible volver atrás, y cuidado, no me refiero a la peatonalización sino a las medidas “complementarias” de la misma.
Nadie es infalible. Ni el Papa ni el Ayuntamiento. Al Garañón, la fábrica de la luz y demás meteduras de pata (todas ellas con sus informes y sus sellos de colores) me remito.
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