De la cerámica de Talavera a la de Gundivós, una muestra estupenda de diversos estilos. |
Las fiestas de San Froilán sólo necesitan una cosa para tener éxito: que no llueva (demasiado). Este año, el clima veraniego que nos está acompañando hace que Lugo esté a rebosar a pesar de que algunos convecinos han aprovechado el puente para irse a la playa, que hay meses de Julio y Agosto que no vienen como estos días.
Tener en casa un cachorrito que todavía no puede salir de casa hace que nos limite mucho el margen de maniobra, pero aún así hemos podido salir a dar un breve paseo y nos acercamos a lo que se está convirtiendo en uno de los polos de atracción más importantes del San Froilán: la feria de cerámica que se celebra en la esquina de Quiroga Ballesteros con Santo Domingo.
No sé si será por el pote que tienen allí cociendo y que huele que alimenta, o la diversidad de estilos y de diseños que hay para elementos recurrentes (platos, tazas, utensilios de cocina, cerditos-hucha…) pero es algo que llama poderosamente la atención y que hace que se acerque mucho público incluso a horas tempranas o cuando el sol aprieta, dos momentos en que si hay gente en un sitio, es que funciona.
Las fiestas patronales de San Froilán, como casi todas las de origen medieval (si no todas) nació del comercio. Ferias y fiestas siempre fueron de la mano y en una zona agroganadera como la nuestra su importancia es enorme a pesar de que en los últimos tiempos se ha centrado más en caralladas fabricadas en China que en productos artesanales de verdad.
Quizá deberíamos replantearnos el enfoque de las fiestas y, además de los conciertos, las casetas del pulpo y las barracas, recuperar la venta de productos realmente artesanales, los que se pueden comprar normalmente al productor en persona, y que siguen teniendo un gran atractivo como es el caso de esta feria de barro y cerámica.
Felicidades al Ayuntamiento por este gran acierto, y que sea uno de muchos.
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