martes, 8 de abril de 2025

La estrategia del matón funciona para USA, Rusia y Sargadelos

El juego es el mismo, sólo cambian el tablero y los jugadores

Salvando las distancias, veo un paralelismo bastante evidente en las estrategias que están utilizando Vladimir Putin, Donald Trump y Segismundo García para lograr sus objetivos. Los dos primeros están en ello, y el tercero ya ha conseguido cosas que de otra forma no habría obtenido.

Putin invadió Ucrania, supuestamente para “desnazificar” el país, pero realmente para quedarse territorios que siempre quiso. Tras muchas declaraciones a favor de los invadidos, el mundo va camino de rendirse a un triste desenlace: el que invade gana porque es fuerte y los demás no tenemos forma de pararle los pies, sobre todo desde que Estados Unidos se ha sumado a la lista de cómplices del nuevo zar, lo que parece un guion de película mala, aunque sea la dura realidad.

Trump y García por su parte han protagonizado una especie de terrorismo económico, cada uno en su escala. Trump tiene acojonado al planeta entero con sus aranceles (de los que deja fuera a países de tradición tan afín a los Estados Unidos como Rusia, Corea del Norte o Cuba) y su mensaje contradictorio de que no va a negociar pero que escuchará qué le ofrecen. García ha logrado, con su amenaza de cerrar una fábrica tan significativa como Sargadelos, que la Xunta pacte con él “flexibilizar dentro de la ley” los requisitos para cumplir con las normativas en su factoría y que le “ayuden”, lo que sospecho que se traducirá en subvenciones. Con dos cojones, hablando mal y pronto.

A Segismundo García por el momento la jugada le ha salido de fábula, a Trump y a Putin ya se verá, aunque sospecho que a la larga los estadounidenses saldrán más beneficiados que perjudicados porque hasta los que han perdido grandes fortunas las recuperarán con intereses en el “país de las oportunidades”, y los rusos podrán pasearse por Crimea, Sebatopol y demás territorios ocupados sin usar pasaporte.

Esta política de matón de barrio, del “todo el mundo va a lo suyo menos yo que voy a lo mío” es un reflejo exagerado de lo que los alemanes llamaban Realpolitik y que se basa en los intereses y el pragmatismo en lugar de la ideología y los principios. Lo popularizó Groucho Marx con su “estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”.

En la escala local, en el caso de nuestra fábrica de Cervo, la conclusión es la misma: la amenaza es una estrategia efectiva. Yo mismo dediqué un artículo a la pena que me daba la pérdida de Sargadelos, y como este modesto blog, todos los medios de comunicación de Galicia se volcaron en poner de actualidad el riesgo de perder una marca tan simbólica como esa. Le hemos hecho entre todos el trabajo al señor García, que se ha plantado en la Xunta de Galicia, a puerta cerrada, y se ha reunido de tú a tú para poner sus condiciones para cumplir la ley, algo que las pequeñas empresas y los autónomos no pueden elegir porque una vez más se cumple lo de ser débil con el fuerte y fuerte con el débil.

Si usted tiene un pequeño negocio y le hacen una inspección que detecta irregularidades no va a tener la oportunidad de que le “flexibilicen” nada y mucho menos de que le “ayuden” a cumplir las normas. Las va a cumplir sí o sí porque la alternativa serán fuertes multas y quizá medidas más duras todavía. Pero si tiene poder la norma se suaviza.

¿Es un error de la Xunta proceder de esta manera? Sí, pero no porque se colabore con el señor García para que su empresa funcione, sino porque no se le da esa oportunidad de negociar a todos los demás en su situación. El problema no está en aplicar la ley de la forma menos gravosa en este caso, está en no hacerlo en todos los demás.

La otra alternativa de la Xunta era ponerse igual de chulos que Segismundo García y abocar al cierre de Sargadelos, si es que su propietario cumplía su órdago, y eso nos tendría a todos diciendo que “tendrían que haber hecho algo”. El problema, repito, no está ahí, han hecho lo que tenían que hacer siempre que se mantengan dentro del margen legal, está en que no tengan ese interés, ese cuidado y ese cariño con las demás empresas pequeñitas a las que se les aplica la norma a rajatabla aunque suponga su desaparición, porque no sale en portada en la prensa.

El mundo en que vivimos se traduce en que los matones de barrio ganan las peleas, en el sálvese quien pueda. Creíamos que estábamos en una sociedad civilizada, donde las invasiones y la fuerza bruta quedaban relegadas a países supuestamente atrasados y tercermundistas a los que no se prestaba atención porque no nos interesaban lo bastante. También lo pensaban los europeos de los años 40, que incluso veían que Alemania sólo se recuperaba de un tratado abusivo, aunque la cosa acabó como acabó.

La historia está ahí para aprender de ella, pero se ve que no le hacemos el caso que debiéramos.

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