martes, 3 de junio de 2014

El Rey abdica, por si no se han enterado

Aunque la noticia ha pasado casi inadvertida en los medios de comunicación, me parece haber entendido que el Rey ha abdicado.

Viene alguna referencia suelta en las 15 páginas que dedica El Progreso al asunto o las 43 de La Voz de Galicia. Se ve que la noticia les ha pillado por sorpresa y que no tenían preparado nada, así que han sacado lo que han podido. Lo mismo le pasó a los telediarios y noticiarios de ayer, que dedicaron sólo su programación completa a la abdicación del Rey, por si no era suficiente con los especiales que enlazaban unos con otros. Sólo ha faltado una entrevista a su peluquero para ver con qué se tiñe el pelo, si es que se lo tiñe que no tengo ni idea y es un dato cuyo desconocimiento no me deja dormir.

Páginas enteras sobre el Rey, páginas enteras sobre el Príncipe, páginas enteras sobre Letizia, hasta páginas enteras sobre los niños… y ni una palabra (es un decir) sobre la Reina. Tan discreta es la señora que ni en la abdicación le dedican tiempo los medios, quizás porque nunca ha dado que hablar y eso no gusta, que lo suyo es vender información y mejor aún si es truculenta.

También le han dado mucha cancha a lo del debate sobre el referéndum que por lo visto piden los partidos republicanos, que coincide que son los de izquierdas. No deja de ser curioso que un acto del Rey haya sacado a la calle a tanto republicano, y quizás si se hubieran tomado con más tranquilidad esta situación habrían sacado más rédito, planteando el tema como quien habla de la fumigación del gorgojo.

En este país, donde funcionamos con impulsos de acción/reacción, lo más normal es que ahora salgan a la palestra muchedumbres más o menos monárquicas a defender algo por lo que no habrían movido un dedo si no hubieran visto a algunos atacando a la Corona. Es nuestra idiosincrasia patria.

Yo personalmente ya creía más en la monarquía de lo que creo. Tampoco me estorba si hace su trabajo. Que preparen a una persona como el Príncipe de Asturias desde que nace para ser Rey tiene sus obvios pros, pero también algunos contras, como la que liaron cuando a su ahora esposa se le ocurrió decir algo tan normal en una pareja como “déjame terminar”. Aún hay supuestos republicanos que no perdonaron a “la plebeya” semejante actitud. Manda huevos.

La Monarquía es irracional, eso es poco discutible, pero ese tampoco es argumento suficiente para su desmantelamiento. Por otro lado, buscar una tesis basada en la lógica para mantener la Corona ahí es como pedir que justifiquemos qué pinta la Muralla donde está o por qué se gastan ingentes cantidades de dinero en proteger unas telas manchadas de colores que llamamos cuadros. Obviamente el Rey no es la Mona Lisa, pero por ahí van los tiros. Está de adorno.

Igual de irracional es decir que es una figura antidemocrática, y que nadie le votó. Se le votó con el lote de la Constitución, igual que a las Comunidades Autónomas, el Senado, el Tribunal Constitucional o el derecho a la libertad de expresión. Si nos ponemos estupendos yo quiero un referéndum sobre las Comunidades Autónomas, que a lo mejor me estorban y desde luego nos cuestan mucho más que la Monarquía.

La Corona es una figura decorativa, un símbolo como la bandera o el escudo. Que estos dos últimos elementos no se líen a tiros con elefantes o que no les encuentren una querida ayuda a su permanencia, pero tampoco se crean, porque hay quien discute que la bandera sea bicolor o que el escudo tenga o no un águila. Ya se sabe que en este país nunca estamos contentos con lo que somos.

En España está de moda salir a la calle para conseguir lo que las leyes no otorgan, ya lo hablábamos ayer. El Gamonal o lo de Barcelona son dos ejemplos de perversión del orden democrático, protagonizado por quienes se autodenominan “representantes del pueblo” pero sin pasar por el engorroso trámite de ser elegidos en las urnas, que eso no mola porque puedes perder.

Pedir un referéndum porque el Rey abdica es una tontería. Si realmente quieren cargarse la Corona están en su derecho pero que hagan lo que hay que hacer: pedir una reforma constitucional en el Congreso, y si resulta que tienen mayoría se hace. Y si no la tienen no. Así de sencillo. Así de democrático. Así de inalcanzable a día de hoy.

lunes, 2 de junio de 2014

Vivimos un momento muy peligroso

Siempre he tenido a los catalanes por personas prudentes, espabiladas y que saben medir bien las situaciones y actuar en consecuencia. Pues va a ser que no todos, lo que nos demuestra que las generalizaciones son tan tontas en este caso como en casi todos los demás, valga la redundante generalización “ad se” que recoge esta frase.

¿Defendiendo su derecho a una vivienda digna?
Un ejemplo de que a veces dan palos de ciego como el resto de los mortales es la metedura de pata del Alcalde de Barcelona, que ha tenido la ocurrencia de dar una victoria a los vándalos que se dedican a quemar contendores y destrozar comercios para ver si así dejan de hacerlo. Y no, claro.

La comparación con el Gamonal es obvia. Si en aquel momento advertíamos que dar la razón, aunque la tengan, a quienes plantean sus argumentos por la vía del spray, la piedra, la antorcha o el garrotazo y tentetieso no es buena idea, ahora se confirma el principio básico de que la democracia no quiere decir que te encierres en el despacho cuando unos cuantos salen a la calle.

Se trata de buscar un equilibrio entre “escuchar al pueblo” y asustarse ante los que rompen cosas. No es lo mismo, ni parecido, un grupo de cafres que se lían a palos con la policía que una manifestación pacífica a la que, estés o no de acuerdo, tienes que tener en cuenta (léase las macro manifestaciones de “no a la guerra”, “nunca máis”, las que hubo tras el 11-M…) aunque sólo sea para explicar mucho mejor y con más cuidado por qué haces lo que haces aunque no sea popular.

La democracia no puede hincar la rodilla ante nadie, y un alcalde elegido por sufragio universal, igual, directo y secreto bajo ningún concepto puede agachar las orejas ante una pandilla de gentuza cuyos argumentos para mantener una situación ilegal es cometer otros delitos. Y aunque fuera para mantener una situación legal tampoco.

España vive un momento peligrosísimo. Volvemos a nuestro ejemplo de cabecera con la Alemania de entreguerras y el ascenso al poder de un señor llamado Adolf Hitler. Verán, siempre pongo de ejemplo esto porque los extremos ilustran muy bien las cosas, y como les expliqué en más de una ocasión cada vez se ven más paralelismos entre aquella situación y la actual. “Eso no podría pasar en España hoy día”, me dirán. Tampoco pensaba nadie que podría pasar en uno de los países más democráticos y avanzados del mundo en su época, y pasó.

Ser muchos y tener razón no es necesariamente lo mismo
Los nazis eran expertos en utilizar las herramientas que les daba la democracia para mover “la calle”. Se presentaban como revolucionarios que luchaban por el pueblo, contra el marxismo, el capitalismo, los poderosos, la banca… como salvadores de un país que estaba atravesando una dura crisis... no sé si les suena. Cuando servía a sus propósitos se autodenominaban gente “de orden” y cuando no tomaban las antorchas y quemaban libros en actos públicos aplaudidos por parte de la población ante el silencio de los demás.

Ahora vemos que en Barcelona unos tipos que estaban ocupando ilegalmente un inmueble reaccionan violentamente cuando se les quiere echar de lo que no es suyo, y que se les da la razón por la vía de los actos como si se pudiera razonar con la irracionalidad, y el espectador mira pasmado cómo le embargan su cuenta por no pagar una multa de aparcamiento mientras a esta gente se le permite utilizar la violencia para defender lo indefendible. Y el ciudadano calla, no sé muy bien por qué, pero calla.

Y ese es el verdadero problema de todo esto, la mayoría que, aunque no está de acuerdo con lo que ve, guarda silencio cobardemente ante los desmanes de unos cuantos que se autoerigen como salvadores del Pueblo sin que nadie los haya señalado. Los alemanes fueron cómplices de Hitler en el mejor de los casos. No seamos nosotros actores necesarios hoy día. Nos podríamos arrepentir demasiado tarde.

viernes, 30 de mayo de 2014

¿Y ahora qué le dirían al Alcalde de Pedrafita si hubiera dimitido?

Hablábamos el otro día del caso de las multas y hoy vuelve a ser actualidad. Se han rebajado las peticiones de pena a los acusados y se han retirado las acusaciones de otros investigados. 

Sobre lo primero hay que decir que parece un poco más proporcional pedir para alguna persona 15 meses que siete años, porque francamente, con todo lo que pasa en este país que se intente meter lustro y pico a alguien en la cárcel por quitar una multa parece exagerado como mínimo. La multa vale, la inhabilitación es obvia, pero vamos, ni que hubieran traficado con droga en los sótanos de Tráfico. 

José Luis Raposo, Alcalde de Pedrafita - Foto de El Mundo
En cuanto a lo segundo viene a apoyar la tesis que siempre he defendido de la defensa férrea de la presunción de inocencia. José Luis Raposo, alcalde de Pedrafita, fue exonerado de los cargos de que se le acusaba y se marchó a su casa limpio de polvo y paja. ¿Qué habría pasado si, como mucho irresponsable que anda por el mundo, hubiera dimitido cuando se le imputó? Pues sencillo: que Pedrafita habría perdido al alcalde que eligió porque alguien le acusó de algo que luego se demostró que no era cierto. 

En este momento tan convulso, en que parece que o eres un chalado que defiendes a Podemos como si fueran la Panacea o un chalado que atacas a Podemos como si fueran el demonio, nos vamos a los extremos en manada. Yo mismo critico a Podemos pero no por los motivos que se aducen por ahí (cosas tan surrealistas como si el tal Pablo Iglesias compra la ropa en Alcampo o usa un iPhone) sino por las tesis que defienden que, en mi opinión, son indefendibles en democracia, al menos si queremos que esto siga siendo una democracia. 

A ver, que me desvío. Lo que quiero decir es que en estos momentos de continuo terremoto político y social el ciudadano medio, con la complicidad y, si me apuran, el liderazgo de una prensa irresponsable y amarillista, se ha obsesionado con ciertas cosas puntuales que en unos casos son anecdóticas y en otros directamente barbaridades. Entre estas últimas está sin duda la de la dimisión de los imputados. 

Podría llegar a entender que se modifique la legislación para que un juzgado pudiera tomar medidas cautelares de separar de su cargo a alguien si la investigación apunta a su implicación en una trama corrupta o algo así. Incluso estaría dispuesto a aceptar que esa separación sería positiva para la investigación. Pero tendría que ser en casos muy obvios ya que estaríamos hablando de una perversión de la democracia, ya que un cargo no electo, es decir un juez, estaría poniendo en tela de juicio la validez de la elección de alguien aupado por los votos. 

El caso del señor Raposo, al que por cierto no conozco y que era del PSOE, ilustra perfectamente las consecuencias de la acusación que más tarde se retira. ¿Le devolverían la alcaldía ahora que se ha demostrado que es inocente? ¿Se le indemnizaría o compensaría de alguna manera? ¿Y ahora qué le dirían si hubiera dimitido? ¿No hay algo de “que se joda” porque es “un político” en todo esto? Francamente creo que sí. 

En este país sufrimos un mal bastante acusado de mala leche. A veces parece que lo importante no es quien gana si no quien pierde las cosas. Que los seguidores del Barcelona siguieran la final de la Champions con más interés que muchos del Real Madrid o el Atlético de Madrid tiene guasa, y que sufrieran lo indecible cuando ganó su archienemigo es ridículo. Con las elecciones europeas pasó algo parecido: más que del ascenso de algunos partidos hubo una alegría más o menos generalizada por el descenso de otros, si bien en este caso es más entendible el castigo electoral porque nos jugamos bastante más que en la final de la Champions por increíble que parezca ante la expectación generada por un tema y otro. 

Pues miren, me alegro por el Alcalde de Pedrafita de que no dimitiera. Es inocente hasta que se demuestre lo contrario y no se ha demostrado, sino que se ha retirado la acusación. Punto.

jueves, 29 de mayo de 2014

Democracia interna, un objetivo alcanzable

En un acertado artículo escrito en La Voz de Galicia de hoy (ayer cuando lean esto) el analista Quique Souto afirma que hay “un notable malestar en algunos sectores” de las bases de PP y PSOE ante los resultados electorales. Hombre, para estar contentos claro que no son, pero lo que me preocupa realmente no es eso, sino otra atinada frase en que afirma que “a medida que pasan las horas, en las filas populares y socialistas son más numerosos los afiliados y simpatizantes de uno y otro partido que en privado expresan su malestar”.

¿”En privado”? ¿Por qué “en privado”? Eso es lo realmente preocupante. No el malestar sino que encima parece que sea obligatorio “esconderlo” por no incomodar a los príncipes, entendidos en el sentido maquiavélico del término.

Partiendo de la base de que la democracia es fundamentalmente el único sistema político aceptable de todos cuantos el ser humano ha discurrido, y dando por sentado que su defensa pasa necesariamente por su práctica, es para echarse a temblar que los afiliados de los partidos tengan que temer decir en voz alta sus opiniones dentro de la propia casa.

Yo, personalmente, no soy demasiado dado a esconder lo que opino, y no porque crea que esté llamado a iluminar al mundo sino porque creo que es bueno el debate y positivo el exponer tus ideas para que te las puedan rebatir y, entre todos, mejorar la conclusión. Cuando sólo es uno el que opina tarde o temprano se acaba encerrando en un mundo paralelo en que únicamente su visión es la que percibe sin más apoyos que la pléyade de pelotas que suelen rodear a los altos cargos, no tanto porque éstos los busquen (que también) sino porque los atraen como un imán.

El esquema es el siguiente: una persona inteligente y válida es encumbrada a un puesto de poder, normalmente a través de la designación de un “poder superior” (también llamado “dedo”). Llega con energías e ilusión, pero se suele rodear de gente que no le contradiga demasiado, no sea que le demuestren que hay gente por lo menos igual de inteligente.

Pasado poco tiempo se produce un fenómeno de aislamiento: el supuesto líder sólo empieza a aceptar la compañía de quien no discute sus opiniones, y poco a poco los demás se ponen en un segundo plano… pero sin tampoco atreverse a abrir la boca en las reuniones supuestamente convocadas para contrastar pareceres, no sea que incomoden al mandamás y se vean marginados o sin posibilidades para el futuro, que puede ser más rosa que negro si se ganan unas elecciones y el jefe tiene el poder de dar puestos.

También hay otro perfil, el de la persona fiel a las siglas que, sin estar de acuerdo con el líder, no se enfrenta a él para no traicionar unas ideas que defiende a capa y espada, aun cuando perciba que la cúpula no sigue esas mismas ideas. Es una pequeña contradicción, porque en la práctica defiendes a la figura de la cumbre y no tus ideas, pero nadie es perfecto.

Hablar fuera del partido se considera poco menos que traición. Hablar dentro es ser revoltoso. Eso reduce las opciones a la de no hablar. ¿Es eso democracia? Obviamente no. El primer requisito para la democracia es la libertad de expresión, sin duda alguna. No sirve de nada poder votar si no puedes intercambiar opiniones y debatir ideas.

Observarán que no me he referido concretamente a ningún partido, aunque muchos estarán pensando en el PP. Se equivocan, desgraciadamente el problema es más genérico. Tengo buenos amigos que militan en otras formaciones y el sistema es exactamente el mismo, porque no es un defecto de uno u otro grupo sino de una sociedad que busca un mirlo blanco al que seguir y si no lo encuentra tiñe de albo un cuervo. Sobre todo para no tener que molestarse en dar demasiadas vueltas a las cosas y tener a quien seguir.

Hay excepciones a todo esto. Yo tuve el privilegio de trabajar con una persona que no sólo valora las opiniones ajenas sino que las busca. No voy a dar nombres para que no parezca que le hago la rosca a Joaquín García Díez, pero si hubiera más gente con esa capacidad de escuchar las cosas serían diferentes. Cuidado, he dicho de escuchar, no de dejarse llevar a cualquier sitio. Escuchar, valorar y decidir, ese es el camino. Mi abuela hacía lo mismo y quien dude de su sabiduría tendrá que vérselas conmigo.

¿Por qué hay, entonces, tanto silencio dentro de los partidos? ¿Respeto? Dudoso, porque en los bares se pone verdes a quienes minutos antes se reverenciaba... no sea que ganen ¿Pereza? Es posible que haya mucho de eso. ¿Miedo? Por increíble que parezca tampoco lo veo descartable. 

Pues habrá que cambiar ciertos usos y maneras. Sí o sí. La democracia interna en los partidos no es una utopía, es un objetivo alcanzable siempre que se persiga, cosa que pongo bastante en duda.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Publicidad peligrosa


En una página web de ventas por Internet anuncian un puntero láser de color verde. Como noticia deja bastante que desear, ya lo sé, pero si les digo que el anuncio lo ilustran con un desgraciado que durante un partido de fútbol se dedica a tocar las narices con el puntero, quizás la cosa cambie.

Por sólo 15 euros te permiten adquirir un artilugio que te deja hacer cosas ilegales como cegar a un portero en un penalti, o a un jugador cuando va a tirar a puerta. ¡No me digan que no es un chollo! No sé si está incluida la multa correspondiente porque entendemos que esto es algo ilegal, no el aparatejo en sí, sino el uso propuesto.

Hay cosas que son difíciles de vender por su escasa utilidad práctica. Sin embargo el puntero láser no es una de ellas porque es la típica chorrada que a muchos nos gusta. Sí, me he incluido conscientemente, porque yo también soy de los que disfrutan de las cosas sencillas como mover una lucecita a varios cientos de metros. Simplón que es uno a ratos.

Pero una cosa es eso y otra muy diferente que se me proponga cometer un delito. Sería como vender un cuchillo de cocina y que en el anuncio se viera a un actor degollando a alguien, o un coche con el que puedes atropellar a tu vecino, el molesto.

No les diré la página en cuestión por dos motivos: el primero es que el anuncio no es de ahora, es de esas cosas que tenía en cartera para sacar un día de estos, y el segundo es que los de la web picarísimo se pueden ofender. Vaya, ya se me ha escapado.


Las cosas están bastante revueltas y probablemente no sea necesario animar a la gente a hacer el idiota con los artículos que se ponen a la venta, así que animaría a los gerentes de esta web de ventas a tener un poco más de cuidado con lo que anuncian y, sobre todo, con cómo lo anuncian. No sea que lo barato les salga caro.

martes, 27 de mayo de 2014

¿No hemos aprendido nada?

Desde que pasan las elecciones todos los grandes analistas aseguran que “esto se veía venir”. Me niego a entrar en ese poco selecto club del “te lo dije, te lo dije… aunque no te lo dijera”, y más tal y como están las cosas, que pintan bastos en general con el ascenso de los extremismos.

En el Parlamento Europeo se sentarán nazis...
para echarse a temblar
Es curioso que a veces se mira a Europa para ver qué hacen los demás y otras no. En esta ocasión parece que a la prensa en general le gusta poco el espejo comunitario y se reducen a ver en clave interna el hecho de que un partido con tintes comunistas haya sido la gran revelación del domingo pasado, al igual que en otras naciones hermanas han ascendido la extrema izquierda y la extrema derecha, que en definitiva vienen a ser igual de extremos y perjudiciales para la salud democrática de la Unión.

Evidentemente cualquier crítica que se haga ahora a Podemos se va a entender como una defensa de los grandes partidos, léase PP y PSOE, pero no tiene que ser necesariamente así, y paso a explicarme: que tanto uno como el otro hayan perdido apoyos tiene su lógica tal y como está el panorama. La táctica de destrucción mutua, basada en no reconocer jamás los aciertos del adversario y sólo salir a la palestra a decir que el contrincante es Satanás encarnado lo único que genera es cansancio y hartazgo hacia ambos partidos, ya que tendemos a dar la razón a las críticas.

Esto hace que el ciudadano, cada vez más, busque terceras alternativas y que si hay una victoria mediática en todo esto es el que muchos consiguieran crear una barrera no tan invisible entre “los grandes” y “los demás”. El PP ya está acostumbrado a verse sólo (recuerden el “cinturón sanitario” o los pactos contra ese partido). El PSOE no tanto y habrá que ver cómo reacciona.

Lo que me preocupa seriamente no es la bajada de PP y PSOE sino el ascenso de opciones radicales. Verán, cuando UCD se fue al cuerno esos votos fueron a partidos “normales” en general. Cuando digo “normales” me refiero a formaciones que dan por sentadas ciertas cosas, como el Estado de Derecho, la Unión Europea, y unos mínimos democráticos racionales. No así otras formaciones.

“Podemos”, por ejemplo, lleva en su programa una renta “mínima” por el hecho de ser ciudadano que te saque de la pobreza. Muy bonito y sonoro, no lo niego, pero no deja de ser un suicidio colectivo. Si todo el mundo tiene una renta mínima para vivir por encima de la pobreza… ¿para qué trabajar? ¿Para qué vamos a estudiar, madrugar, y fichar si ya nos van a dar un salario mínimo que nos permita evitar todo eso? ¿No son conscientes de que ese tipo de acciones son lo que está acabando con este país? Y lo del “fijar un salario máximo” también suena bonito pero supongo que son conscientes de que al día siguiente de fijar esa norma Inditex se marchará de Arteixo a Londres, por poner un ejemplo, seguida de cerca por todas las grandes empresas.

De un señor cuyo ideal es Hugo Chávez y que pone como logotipo su propia cara es difícil esperarse algo diferente, pero de mis conciudadanos sí reconozco que esperaba más.

¿Qué alternativas tenemos entonces? ¿Votar a los de siempre o echarnos al monte con este tipo de pirados? Me resisto a creer que no haya entre la pléyade de grupos que se presentan a las elecciones uno o dos (por poner de derecha e izquierda) que puedan representarnos con mayor “sentidiño”.

Ya sé que soy insistente con el ejemplo, pero no puedo evitarlo. Hitler ganó unas elecciones con un discurso populista y que entraba con facilidad, apelando al corazón y al estómago, encendiendo las pasiones contra “los políticos” y similares… ¿No hemos aprendido nada?

Veremos lo que pasa y si esto es flor de un día o si tenemos espectáculo para rato.

lunes, 26 de mayo de 2014

Parece que celebrar con sentidiño no es celebrar

Más de 200 heridos, concretamente 233, en la celebración de la victoria del Real Madrid en la Champions. Se dice pronto. Y yo vi a uno de ellos en vivo y en directo, y diré que lo de “leve” se queda un poco corto, aunque tampoco es que su vida corriera peligro.

Estábamos cenando en una terraza de la plaza Jacinto Benavente y la final estaba ya en la prórroga tras el empate del Madrid. Cuando marcaron el segundo gol un chaval, disfrazado de jugador (ya saben, vemos normal que la gente se vista de Cristiano Ronaldo para ver un partido en un bar) salió a la calle y, eufórico, no tuvo otra ocurrencia que tirar el vaso que tenía en la mano al aire, con tan mala pata que le dio a una señora en la cabeza.

La mujer siguió andando un poco, llevándose las manos a la cabeza, y cuando las vio cubiertas de sangre se asustó, como es lógico. Nos levantamos a atenderla y la verdad es que la cosa era como para asustarse. Ya saben que las heridas en la frente sangran muchísimo, y la pobre mujer estaba como si le hubieran abierto la cabeza con un hacha. Imagino que se asustó incluso más de la cuenta porque ella misma no veía que la brecha era pequeñita, sólo notaba sangre y más sangre.

Como es lógico llamaron a emergencias y aparecieron varios policías y un par de ambulancias (siempre me sorprende el “mejor de más que de menos” en ciertas situaciones) y atendieron a la señora. También detuvieron al chaval, que iba borracho como una cuba.

Aunque soy poco tolerante con este tipo de cosas he de reconocerle una virtud al chico que tiró el vaso: en lugar de salir corriendo cuando pasó todo, o esconderse entre la multitud (que lo tenía muy fácil) en cuanto se dijo en el bar lo que había pasado (él no se enteró de que le había dado a alguien porque fue tirar el vaso y volver a ver el partido) salió voluntariamente a interesarse por la señora y cuando llegó la policía fue directo a hablar con ellos para decir que había sido él. No disculpa su inconsciencia, pero sí le honra su reacción tras su error.

La policía primero le cacheó y luego le detuvo, lo cual veo normal al haber una persona herida, aunque quizás fueron un poco demasiado espectaculares, esposándolo y sujetándolo entre dos agachándole la cabeza como si fuera un comando unipersonal de ETA. No me entiendan mal, supongo que tendrán sus motivos para actuar así, como quizás evitar una trifulca con los demás miembros de la pandilla del detenido, pero desde fuera se vio un poco exagerado sobre todo cuando el chico, insisto, fue por su propio pie a decir que había sido él.

Quizás será una tontería, una cuestión anecdótica, que refleja lo inconscientes que podemos ser. Imaginen que ese vaso le da mal a la señora y la mata, que todo puede ser… arruinas dos vidas en un suspiro: la de la víctima y la del agresor, que por inconsciente que fuera era agresor, y todo por un gol o un partido. Por importante que éste sea no merece la pena.

Reconozco que a veces envidio esa pasión que siente la gente por el fútbol y otros deportes, a mí no me pasa y supongo que tiene que ser maravilloso cuando va bien. Pero ya ven, también tiene sus peligros porque esas pasiones a veces te hacen cometer una tontería que te puede salir cara. Eso sí, no exageremos porque errores los hemos cometido todos y a veces libramos por los pelos de que pasara algo gordo.

Puede parecer que simpatizo con el chaval del vaso, y es parcialmente cierto. Su reacción me pareció de una nobleza difícil de encontrar, y más en alguien en su estado. Creo que puedo disculpar mejor el error que si hubiera tenido una mala reacción cuando se enteró de lo que había pasado realmente. Lo primero fue un arrebato, lo segundo un acto de valor.

El problema es que parece que celebrar con sentidiño parece que no es celebrar, y que si no se hace alguna barbaridad algunos ven que la cosa queda coja. Supongo que la señora que recibió el golpe no lo verá exactamente así. O quizás sí.