jueves, 2 de agosto de 2018

Curiosidades sobre el concurso del programa de las fiestas de San Froilán

Parte del cartel ganador obra de David Segade
El pliego de condiciones para la edición y distribución del programa de las fiestas del San Froilán tiene ciertos puntos que son, como mínimo, llamativos. El primero es que se exige la impresión de 55.000 programas y 4.500 carteles pero solo se encarga la distribución de 30.000 de los primeros y 4.350 de los segundos. Tampoco se establece ninguna medida de control sobre dicha distribución y solo se dice que ha de ser en la ciudad, en la provincia y en Coruña, Pontevedra, Orense, Asturias y León. Así, a la buena de Dios. ¿Cómo se comprueba que el servicio contratado se ha prestado realmente? Pues supongo que confiando en la palabra de la empresa adjudicataria del servicio, que es un sistema harto curioso sobre todo viniendo de un gobierno que asegura ser de izquierdas.

Por otro lado tampoco pasa desapercibida la “posible prórroga”. Según las bases durante los seis primeros meses de 2019 se decidirá si el contrato se estira hasta el San Froilán de 2019 o no. Teniendo en cuenta que en mayo hay elecciones, es llamativo que se vaya a decidir eso quizá después de la llamada a urnas, cuando la concejala del ramo esté (esperemos) de despedida gane quien gane. En cualquier caso, no se dice en qué basarán la decisión, y tanto puede ser en sesudos informes técnicos como en lo simpática que le caiga la empresa ganadora del concurso a la responsable del área. Vistos los antecedentes tenemos base para ver que unas le resultan simpáticas y otras no.

En todo caso tengo ganas de ver si se cumple la fecha del 13 de septiembre en que el programa se asegura que estará impreso, salvo que el propio ayuntamiento incumpla ese plazo y envíe el material más tarde. O hacen la vista gorda ante una violación de las reglas, o asumirán su inutilidad para cumplir sus propios plazos. Veremos.

Artículo publicado en La Voz de Galicia del 2 de Agosto de 2018

miércoles, 1 de agosto de 2018

¿Cómo puede un hospital tan nuevo tener unas urgencias tan pequeñas?

La foto no es gran cosa, pero entenderán que no voy a poner una foto en que se vea la cara de nadie.

Por razones que no vienen al caso ayer estuve en Urgencias del HULA con un familiar. Está bien, gracias, no va la cosa por ahí, sino por el aparente caos que el siempre escaso personal intentaba atajar con profesionalidad y el mayor cuidado.

Puedo comprender que en una zona que, por definición, se juntan todas las personas que se enfrentan a situaciones urgentes (de ahí el nombre, por si no se habían percatado) no sea sencillo llevar un ritmo de trabajo propio de monjes budistas. Tampoco es el objetivo, creo yo. Por otra parte también entiendo que mucha gente va a urgencias a mirarse cosas que le llevan doliendo mes y medio en vez de pedir cita con el médico de cabecera, que es lo suyo.

Pero lo que no me cabe en la cabeza es que un hospital que todavía casi huele a nuevo, con un terreno tan amplio que en la práctica podríamos decir que no tiene limitaciones de espacio, en que se han invertido millones como si no hubiera un mañana… siga apilando las camillas de los pacientes de urgencias en los pasillos. ¿Se equivocaron con las previsiones? ¿Decidieron que con poner boxes para veinte personas llegaba y les llegan cincuenta? ¿Tan difícil era hacer una zona de urgencias amplia aunque después separes a la gente con unas cortinas (total, es lo que hacen muchas veces)?

El ridículo es mayor si comparamos lo apretujados que están en un área como Urgencias, tan importante de un hospital, con el absurdo, ostentoso, elefantástico y sobredimensionado vestíbulo del edificio, que parece una estación de tren que un edificio sanitario, o con esos kilométricos pasillos (aunque nadie me entienda mal, me parecen fantásticos estos pasillos, que son muy cómodos y pueden cruzarse dos camillas, tres sillas de ruedas y un trolebús sin rozarse).

Está muy bien lo del vestíbulo en que cabe cómodamente un dirigible de los años cuarenta, pero si tenían el hormigón tasado a lo mejor habría sido mejor idea reducir espacio en la entrada y aumentarlo donde están los enfermitos, por aquello de que la sanidad está para eso y tal.

No sé, a lo mejor es que no entiendo del tema y lo de que la gente esté por los pasillos es algo bueno para la salud, pero de no ser así (y dudo mucho que lo sea) yo no lo habría diseñado de una forma tan sumamente insensible.


El vestíbulo, enorme, contrasta con la lata de sardinas que supone Urgencias cuando hay gente.

martes, 31 de julio de 2018

El absurdo pedregal

El pedregal que están montando... 

No sé por qué razón en esta ciudad parece que las cosas se diseñan con los pies. Para muestra un botón: tras el cuartel de San Fernando había unos edificios ruinosos que se tiraron y que eran las caballerizas y la lavandería del cuartel. Vale, hasta ahí podemos aceptarlo...

Lo que cuesta más entender es que ese espacio, que daría para un magnífico jardín o un parque infantil, o incluso las dos cosas dadas las generosas proporciones de la parcela, se está convirtiendo en un pedregal de esos tan modernos, tan chulos... y tan inútiles.

¿Para qué vale ese tipo de jardín de guijarros? Para lastimarse los pies si lo pisas o para evitar precisamente que la gente se meta por ahí. Es perfecto para hacer separaciones (aunque de dudoso gusto) en zonas que no quieres que se transiten pero que tampoco quieres vallar, pero no tiene la más mínima lógica estropear ese estupendo espacio que además tiene al lado un colegio, con ese tipo de decoración.

De veras, no sé en qué están pensando pero desde luego yo veo más lógico un césped, algún arbusto, incluso árboles para que den sombra... Aparatos de gimnasia para gente mayor, un canil... Hasta un aparcamiento si quieren pero cualquier cosa menos eso. 

lunes, 30 de julio de 2018

¡Gracias a todos hubo ''Milagro''!

El "Milagro" de San Vicente, en que manó vino la fuente
 Un año más San Vicente obró su peculiar “milagro” lucense e hizo brotar vino de la fuente de la Plaza del Campo con la ayuda de Lugo Monumental, la bodega Viliga, el Ayuntamiento de Lugo y muchos amigos que echaron una mano desinteresadamente para que todos pudieran disfrutar de esta fiesta. Todo salió muy bien, la verdad es que estoy contento, y hoy les puedo confesar que estaba realmente preocupado porque aunque llevamos desde el 2014 haciendo esta fiesta es la primera vez que montaba yo físicamente el asunto, con la ayuda inestimable de mi padre y de Roberto de la Ferretería do Barrio (la de plaza de abastos).

El equipo de escanciado (a María no se le ve bien, pero está ahí)

A riesgo de olvidarme de alguien quiero dar las gracias a todos los que han ayudado en esto. A los ya mencionados por supuesto, pero también al “equipo de escanciado”: Susana, Toñi, Max, Roberto, Teté, María (que vino de Pontevedra para ayudar), Miluca y Marcos, a la gente del Ayuntamiento que nos ha ayudado con todo esto: Óscar, Alba, Inma, Alfonso, el servicio de aguas, Quique de Protección Civil, Urbaser y la oficina de Turismo, a ALAS por prestarnos un equipo de sonido, a Antonio por repasar el equipo para que funcionara perfectamente y a todos los amigos que se acercaron a acompañarnos. También quiero hacer una mención a Lara Méndez, nuestra alcaldesa, que nos acompañó todo el rato, que se animó a servir vino con el buen humor y la cordialidad que le caracterizan, y que hasta se atrevió con la pandereta con el grupo de música Son de Lugh que animaron muchísimo la velada.

La alcaldesa animando con Son de Lugh

Fue un día muy especial, la verdad, de reconocimiento a los miembros del grupo Lugo en Fotos por su gran labor de difusión de Lugo y de recuperación de fotos que de otra forma no veríamos, y a Alberto García, del Mesón de Alberto, por llevar toda una vida haciendo su trabajo con tesón y profesionalidad. Aunque es el quinto año consecutivo que la Asociación ha llevado a cabo esta tradición siempre me pongo nervioso con estas cosas, porque nunca sabes si se va a fastidiar algo y no se imaginan la noche toledana que pasé pensando en que podría no ir bien la bomba o sabe dios qué.

Al final no pasó nada malo, todo lo contario, así que solo puedo decirles que el año que viene San Vicente volverá.

viernes, 27 de julio de 2018

Micro fiestas macro exitosas - Este domingo hay un par de citas interesantes




El futuro está en lo micro y no en lo macro. Traer a Elton John al casco histórico a dar un concierto no parece viable por muchos motivos, entre los que destaca lo económico y la falta de un recinto adecuado, pero es que quizá tampoco sea ese el camino a seguir, el del zambombazo puntual.

Cuando uno visita ciudades europeas, de esas que no tienen comercios cerrados en plena zona monumental, se fija en que se preocupan más de la vida diaria que de grandes eventos y por eso hay pequeños espectáculos callejeros casi continuadamente, conciertos en cafeterías, terrazas con animación, exposiciones al aire libre y en comercios… convierten a cascos históricos ya de por sí encantadores en lo arquitectónico en sitios atractivos por su actividad. Miren Malasaña en Madrid, donde no veo a los Rolling Stones sino un cúmulo de pequeñas actuaciones atractivas.

Carta de ajuste actuando el 24 en Obispo Basulto
En Lugo hemos vivido recientemente dos ejemplos de lo que esto puede suponer si nos esforzamos un poquito. Uno fue la exitosa fiesta de la Tinería, que llenó el barrio de música y gente (lo que, como efecto secundario, trasladó las actividades del comercio de la carne a otros parajes) y el otro la no menos concurrida fiesta que el pasado día 24 de julio organizaron los locales de la calle Obispo Basulto y en que por fin pude volver a ver a “Carta de ajuste” un dúo que había escuchado en Foz hace tiempo y que siempre me coincidía mal ver en Lugo pero que son muy divertidos.

Ese, creo yo, es el camino del éxito. El de hacer que estar en el centro sea agradable habitualmente y no tratando de convocar actos masivos que sí, tienen sus cosas positivas, pero no suponen una mejora de la vida en la zona sino arrasar con todo y marcharse a la siguiente fiesta.

El Ayuntamiento empieza este domingo con lo que creo que puede ser una campaña acertada: los “Dubmigos”, en que en distinta fechas y puntos del centro habrá actuaciones de reggae para animar sin estridencias.

También por eso también este domingo el “Milagro” de San Vicente intentará volver a sus orígenes, al de una fiesta muy sencilla centrada exclusivamente en lo que le da sentido al evento, la fuente manando vino y el reparto gratuito de este. No pretende ser un evento de masas, ni mucho menos, sino una fiesta agradable, que haga que la gente se quede en la zona para tomarse unas tapas tras recibir su vaso de vino y que haga atractivo al casco histórico.

Aprovecho para invitarles a todos a venir, y disfrutar de esta peculiaridad lucense. Será este domingo a las 12:30 horas y tras un breve y sencillo, pero sinciero homenaje a los miembros del grupo Lugo en Fotos y a Alberto García por su trayectoria profesional encenderemos la fuente hasta que se acabe el vino, como cada año. Habrá música, de un grupo tradicional (Son de Lugh)… y punto. Esa sencillez es lo que está funcionando y haciendo de las zonas históricas lo que han de ser.


Los "Dubmingos" comienzan esta semana

jueves, 26 de julio de 2018

Tres años sin ORA, y yo no la echo de menos

Tercer aniversario de la suspensión de la ORA y el mundo no ha acabado. Foto: La Voz de Galicia
Estos días me van a permitir que los horarios del blog sean más relajados, estoy de vacaciones y no me voy a ceñir a lo habitual, que es programar las publicaciones para primera hora de la mañana. Incluso habrá días que directamente no publique nada, así que no se lo tomen a mal.

Hoy les voy a hablar de la ORA, y francamente tengo que reconocer que el artículo no deja de ser un refrito de uno anterior, ya que mi postura no ha variado… aunque veo que otras sí. Lugo no necesita ORA, y en el tercer aniversario de su eliminación ni se han abierto las carnes de los usuarios ni la ciudad se ha hundido en el abismo de la desesperación. No ha pasado nada y si bien en momentos puntuales es difícil encontrar aparcamiento, el problema no está en la ausencia de ese sistema sino en la de un plan de movilidad bien hecho y una gestión razonable de los autobuses urbanos.

Lugo es una ciudad no muy grande, bastante asequible para ir andando a casi todas partes. Si uno tiene que ir de Aceña de Olga a Garabolos pues vale, es normal tirar de coche, pero para desplazamientos habituales estamos a diez o quince minutos de cualquier sitio. Eso hace que sea innecesario usar el coche para todo, tal y como estamos acostumbrados, salvo obvias cuestiones como llevar paquetes o tener problemas de desplazamiento por edad o una discapacidad.

Nuestra ciudad no necesita un sistema por el que el haya que pagar para dejar el coche en la calle para beneficio de una empresa y, residualmente, de las arcas municipales (que reciben una propineja) sino que hace falta poner áreas, ni siquiera demasiado grandes, de regulación de aparcamiento gratuita en lugares puntuales. Por ejemplo en los entornos de centros administrativos de mucha afluencia en horario de mañana y poco más. Para lo demás lo lógico es tener una red de autobuses urbanos que ya pagamos generosamente con nuestro dinero público, y que éstos tengan frecuencias razonables y trayectos lógicos, con información para el ciudadano.

Me sorprende bastante que hoy en La Voz de Galicia, en el artículo de portada que dedican al asunto, veo que otras personas de asociaciones y federaciones de la ciudad ahora se apuntan al carro de “no hace falta la ORA”, tras apoyarla indudablemente hace tres años. Es más no solo apoyaban la ORA sino una extraordinaria ampliación de la misma, ya que marcaban de azul casi todas las calles del casco urbano añadiendo además la absurda limitación de las dos horas, por lo que cada 120 minutos tendríamos miles de coches dando vueltas por la ciudad porque no podrían seguir estacionados en el mismo sitio (el sistema no permitía “ir a cambiar el ticket”).

En fin, bienvenidos al sentido común, han tardado pero me alegra que por fin vayan dándose cuenta de que las cosas son lo que son.

En Lugo tenemos muchas cosas que hacer, también en tráfico, pero desde luego una de ellas no es cobrar por aparcar en la calle. Al menos no mientras los aparcamientos sigan sin estar llenos (que no lo están). Si usted está pensando “pues a mí me cuesta mucho aparcar”, le invito a que reflexione sobre si realmente ha de usar el coche necesariamente, y de ser así si es absolutamente necesario dejarlo delante del sitio al que va o no pasa nada por dejarlo tres calles más allá. En caso de que necesite sin duda dejarlo en zonas de difícil aparcamiento y esté dispuesto a pagar la ORA… seguro que hay un aparcamiento de pago donde poder dejarlo pero no nos condenen a los demás a sufrir la maldición de una ORA innecesaria.

martes, 24 de julio de 2018

Una pasarela para la Volta da Viña


Entiendo yo que la pasarela debería salvar este tramo, y cruzar hasta el mirador que hay al otro lado. No parece complicado.

Creo que no hay apenas excepciones en una regla básica de la política: a todos los gobernantes les gusta dejar su huella allá por donde pasan y eso explica que se centren más en las obras mastodónticas que en las pequeñas cosas del día a día. Claro que no he dicho de los buenos gobernantes, que se caracterizan por estar a todo.

En Lugo, por ejemplo, llevamos tiempo oyendo hablar del EDUSI, una de esas siglas tan chulas que suenan muy bien para una campaña electoral pero que a día de hoy no ha supuesto que se mueva ni una piedra en la ciudad. Teóricamente se hablaba de que esa “estrategia” (otro palabro de esos tan de moda hoy día) se centraría en conectar la ciudad con el entorno del Miño y no sé ustedes pero por ahora yo solo he visto el borrador de la pasarela hortera, la de las columnas dóricas y de dudosa legalidad a la vista de algún informe que la considera innecesaria.

Pero a lo que íbamos, aunque los grandes planes del EDUSI salgan adelante, cosa que no verán nuestros ojos en este mandato (supongo que están esperando a que pase el verano para empezar a volvernos locos con maquetas y planos, que a partir de septiembre estamos ya en plena precampaña electoral de las municipales) se dejan de lado cuestiones que por cuatro perras podrían solventar problemas de conexión de partes de la ciudad con el entorno del río. Una de las más clamorosas es la del Parque de Marcos Cela. Ahora que toca buen tiempo (o eso se supone que debería pasar) se nota todavía más la falta de accesos decentes al entorno del Miño y este es sin duda de los más sencillos.

Ya desde al menos el año 2003 la conexión de esta zona verde con el río se hace a través de la llamada “Volta da Viña”, pero con la peculiaridad de que la escalera que se contruyó en su día y que da directamente a una carretera bastante transitada se valló porque no era plan que la gente fuera atropellada mientras bajaba por allí. Más de quince años después la situación no solo no ha avanzado, sino que la desidia, esa vieja amiga de Lugo, se ha encargado de que este punto esté olvidado de la mano de Dios y que acumule porquería en los escalones, cada vez más irregulares y desgastados por el uso, incorrecto pero constante, de los transeúntes.

Desde hace al menos 15 años esto está así,
sin solventar este peligroso acceso que simplemente "se cierra" de aquella manera.

Me pregunto por qué no se hace una pasarela que salve ese desnivel, que pase por encima de la carretera y llegue al mirador de la Volta da Viña. Incluso, siendo más ambiciosos, hasta se podría plantear que uno que salte directamente la Nacional VI pero eso supongo que es más farragoso por ser una vía de otro nivel.

La pasarela solventaría el acceso a la zona del puente romano y todos los vecinos de la zona de Magoy podrían bajar cómodamente a través del parque y disfutarlo, que por cierto es precioso (aunque está un poquito dejado, por no variar).

Ni siquiera hace falta que se vayan a algo demasiado grandioso. Una modesta y sencilla pasarela de madera, que se integre con el entorno natural y que simplemente sea un pequeño paso para evitar que te lamine un coche, no parece mucho pedir.

El parque de Marcos Cela, un hermoso lugar que necesita un repasito.