Parece ser que el PSOE ha suspendido el macroacto previsto para empezar la campaña electoral del 22 de mayo, aquella demostración de fuerza en Vistalegre que ya hicieron otras veces. La lectura de esto, tras haber anunciado su convocatoria, depende mucho de quien lo vea, pero todos los que lo comentan acaban concluyendo lo mismo: el PSOE no quiere hacer del 22 de mayo un plebiscito nacional, porque sabe que la bofetada que se pegaría sería antológica.
Zapatero no es un valor en alza, todo lo contrario. Pobre del alcaldable que lo lleve como telonero para su mitin central o su campaña electoral. Son malos tiempos para la ceja, como lo fueron en su día para los del PP cuando su partido estaba en horas bajas. La diferencia es que de aquella eran temas supuestamente morales y ahora van a por la cartera, que no sé qué será peor, sobre todo cuando se va demostrando poco a poco que aquellas moralinas no eran como nos las habían contado los Bardem y su pandilla.
Personalmente estoy de acuerdo con el PSOE en este tema. No es un referéndum sobre Zapatero y su política, sino que estamos ante unas elecciones municipales y autonómicas en que el votante debería centrarse en el equipo que prefiere que dirija su futuro en estos tiempos de marejada. En cada municipio y comunidad autónoma tendrán que valorar si sus actuales gobernantes están haciendo bien las cosas o si prefieren probar suerte con la alternativa que sea.
Lamentablemente, ese nivel de democracia no ha llegado a España. Aquí se trata siempre de luchas de Tirios y Troyanos, y cualquier argumento es válido para tumbar al contrario, ya sea “mira qué mal lo hacéis en el Gobierno” o “mira qué mal lo hicisteis en el siglo XIV”. La cuestión es atacar, no proponer, y ahí está el error. Es evidente que la oposición ataca al actual gobernante y el que manda defiende su gestión, no me refiero a eso, sino a lo negativo de basar la campaña electoral en el “y tú más”.
De todas formas, quien se ha buscado esta situación, actualmente, es el propio Zapatero. Su resistencia numantina a convocar unas elecciones que sabe que perdería por goleada hace que tanto los demás partidos, como sus detractores (que no necesariamente están fuera de las filas del PSOE) aprovechen esta ocasión para convertir la cita del 22 de mayo en una encuesta del desgaste socialista. Craso error por parte de los defensores del Presidente (al menos sus cientos de asesores lo defenderán, digo yo) y también de sus atacantes, ya que el voto para alcalde de mi pueblo no debería tener más criterios que quién considero mejor para el cargo.
Cuatro millones y medio de parados pesan mucho en las urnas, pero más debería pesar la diferencia entre administraciones, para no culpar a unos de los errores de otros. Eso sí, el que quiera desmarcarse tiene ahora una oportunidad de oro para decir alto y claro que no está de acuerdo con el Gobierno, de no hacerlo, asumen sus errores como propios.
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