Hace unos días me acerqué al HULA a ver a un pariente mío al que tuvieron que intervenir por un problemilla de salud. Está bien, gracias por la preocupación.
Al salir del hospital me encontré frente a frente con un hermoso cartel del Ayuntamiento de Lugo metido en un zarzal que reza “Acondicionamento de espazo público. Estamos traballando para vostede. Desculpe as molestias”.
La primera pregunta que me asalta es, ¿se trata de un cartel de obra? Porque no se ve máquina alguna por ningún sitio, ni se sabe a qué se refiere el cartel con lo de acondicionar un espacio público, no se ve en qué se supone que están trabajando para nosotros. Por no haber ni siquiera hay las molestias por las que se disculpan. La única actividad que se detecta es el cartelón y el crecimiento de la naturaleza en toda su gloriosa magnificencia.
Tal vez, intuyo, se trate de un nuevo parque natural que están “acondicionando” en ese espacio. Si es así echo en falta un cartel explicativo de las especies forestales del entorno, para nuestra información de si es toxo o xesta lo que nos araña la cara, sobre todo los que somos legos en materia biológica.
Ahora que se ha puesto de actualidad el tema de las reivindicaciones hospitalarias me viene a la memoria cuando el señor Orozco se rasgaba las vestiduras porque no había donde aparcar – gratis, se entiende - cerca del HULA. El nuevo hospital tiene un generoso aparcamiento, pero ese término se refiere al espacio, no a la tarifa, que sólo sale razonable de precio si se contratan bonos de larga estancia (si uno tiene un pariente ingresado le sale más que rentable y además es más cómodo). Es lo mismo que pasa, por ejemplo, en el CHUAC (más conocido como el “antiguo Juan Canalejo”), donde para aparcar hay que abrir la cartera sin que nadie monte un berenjenal por ello.
Este problema se solucionó sobre el papel con la intervención de Diputación y Ayuntamiento, que en febrero de 2011, es decir, hace casi dos años, anunciaron que la semana siguiente a la de la noticia empezarían los trabajos de desbroce para habilitar un gran espacio de mil plazas de aparcamiento gratuito. Seguimos esperando por ellas, pero el cartel está allí, sin fechas, a mayor gloria de la demagogia.
Qué quieren que les diga, yo tampoco veo ninguna lógica a construir un complejo hospitalario gigantesco en medio de la nada sin prever una explanada cerca de la puerta donde poder aparcar. Hoy día casi todo el mundo se mueve en coche (ahora menos por la crisis) y lo del bus urbano, si bien es una opción muy recomendable, es incómodo porque primero exige sacarse una licenciatura en matemáticas para entender los horarios que hay en las paradas.
Pero una cosa es que vea lógica esa explanada, y otra muy diferente que comparta la táctica cotrosa de salir en los periódicos cargando tintas contra la administración autonómica (cuando es azul, porque cuando era de otro color callábamos los mismos fallos), anunciar la “pronta” solución y luego dejar dormir las máquinas, quizás porque no era tan sencillo como decíamos.
Que en Lugo se permita el chantaje indisimulado de los “gorrillas”, por el que les das unas monedas a cambio de no rayarte el coche, es una tomadura de pelo. Que se compare esa delictiva actitud a la del pobre hombre que se busca la vida vendiendo pañuelos en un semáforo (tiene la misma calificación en la nueva Ordenanza de Tráfico de Lugo) es aún más indignante. Que se juegue a la política de barrizal con estos temas no colabora para nada con dignificar una política que cada vez está más en la picota.
Se supone que los accesos al hospital y la urbanización del entorno son competencia municipal. Vale que la Xunta podía haber hecho una explanada frente al hospital, no se lo discuto, pero creo que bastante esfuerzo se hizo construyendo el edificio como para ahora ponerse picajosos, y parece que es más importante que destinen los cuartos a, por ejemplo, dotarlo de los servicios que le faltan como la anunciada hemodinámica.
No es un tema crítico, nadie se juega el tipo por aparcar en el “leiraparking” (hasta que atropellen a alguien al menos), pero quien denunció su “gravedad” fue quien puso el cartel en el zarzal. Hay una máxima cutre que dice que la política es el arte de crear necesidades y luego satisfacerlas para lograr votos. En Lugo le damos una vuelta de tuerca más, y ni siquiera hay que cumplir el segundo requisito, con montar el cirio y esperar a que la gente se olvide de que uno asumió solucionar el problema es suficiente.
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