Si la Monarquía tiene un problema suele ser el de la legitimidad. Aunque un tipo como el Rey don Juan Carlos nos parezca majete y lo queramos coronar como “primus inter pares”, parece que esto no debería cubrir a su descendencia por los siglos de los siglos, amén.
Pero por suerte tenemos la solución, que aporta desinteresadamente nuestro bienamado alcalde de Lugo y su inteligentísima Corporación: la figura del rey político, el rey electo, el rey que hace campaña. Y si son tres ya ni les cuento.
Este año hemos tenido la experiencia piloto. Los reyes magos de la cabalgata se dirigieron a los niños que, ilusionados, esperaban las palabras de sus majestades, supongo que sobre la esperanza, el amor, la familia, el futuro… y se encontraron con una diatraba sobre el museo de la romanización, los "orzamentos" (los niños se arrepintieron de no pedir un diccionario de gallego para esa noche) y lo bueno que es el alcalde. Sin ruborizarse. Bueno, en el caso de Baltasar quizás sí, pero como era un señor caucásico tiznado de betún como en la época de María Castaña, no se notaba el rubor. Y no tenían la disculpa de que fuera un concejal, como en Madrid que es lo que llevan haciendo toda la vida, así que anda que no hay en Lugo negros que podrían hacer el papel sin dar el cante. De hecho recuerdo que en tiempos lo tradicional en nuestra ciudad es que "el negro del Breogán" fuera Baltasar. Eran otros tiempos.
La cabalgata también sirvió para grandes acciones como promocionar la cotización de la empresa Eon y el viaje en autobús. Digo yo que esto último sería el objeto de que en medio de la cabalgata hubiera un autobús, como el año pasado, que nadie tiene muy claro qué pintaba allí.
Por si todo esto fuera poco, hubo un guiño a lo políticamente correcto: como el año pasado hubo un accidente no sé dónde porque un niño se metió bajo una carroza y el pobre fue atropellado, pues este año se suprime lo de que los reyes lancen caramelos y se ponen a los pajes con carritos de supermercado repartiéndolos por ahí. El mayor homenaje a la cutrez que se pueda esperar.
Vamos, que en vez de la cabalgata del 2014 de una capital de provincia pareció una de los años 70 en un pueblito sin grandes pretensiones y de presupuesto muy ajustado.
Hay mucha gente en Lugo que podría ayudar a organizar una cabalgata como dios manda sin que costara un ojo de la cara (hablaban ayer de 30.000 euros), pero no sea que resten protagonismo a nuestros líderes. Pues hala, el año que viene medio Lugo a ver la cabalgata a Monforte, que encima allí toca la lotería.
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