Hay aquella famosa frase de que la mujer de César no solo tiene que ser pura, sino además parecerlo. Es el tributo que ha de pagar quien decida ponerse bajo los focos de la actualidad para intentar que lo despellejen lo menos posible (algo, algo, siempre le van a arrancar aunque sea la Madre Teresa).
Los lucenses asistimos con pasmo a la nueva vuelta de tuerca de la batalla campal en que se ha convertido el CD Lugo, donde una auditoría revela supuestos pagos sin justificar a miembros de la anterior directiva y, lo que es más chocante socialmente, a una empresa del entrenador Quique Setién, héroe local de las anteriores temporadas.
Estamos hablando de, por ejemplo, 457.248 euros que el club “devolvió” a directivos que supuestamente habían prestado esa pasta al club sin que exista constancia de tal préstamo. También hay pagos a empresas de miembros de la directiva por obras de los que tampoco existe respaldo documental (405.000 euros). Otra de las cuestiones que pone sobre la mesa la auditoría es la de los pagos a empresas por “prestación de servicios deportivos”, así, en genérico, que casualmente son de cargos del club como el director general o el entrenador.
Vamos a suponer que todos los contratos son genuinos y que los servicios se prestaron. ¿De verdad era prudente contratar con la constructora del Presidente o de un socio de la directiva las obras del club? ¿Soy el único que ve una incompatibilidad? ¿No sería más lógico encargar las acciones a otra empresa? ¿Pagar cifras el entorno de 200.000 euros a empresas por “asesoramientos” o “servicios deportivos” cuyos titulares ya cobran su nómina del club no les parece también un poco extraño?
Hoy Quique Setién se defiende con un duro escrito en que ataca al nuevo presidente y repasa sus pasadas experiencias con otros “personajes” del estilo de Jesús Gil. No sé si realmente es la dolorida respuesta de alguien ofendido en su honradez, o la huida hacia delante de quien ha sido sorprendido con el carrito del helado. Cualquiera sabe hoy día.
Lo que sí está claro es que cuando hay mucho dinero de por medio, y el fútbol mueve millones de euros, incluso en segunda, hay situaciones extrañas.
Puedo entender que una directiva no desee abandonar su cargo, o que un entrenador desarrolle lazos con el titular del club, pero el escándalo que se montó con la venta de las acciones del Lugo a mí, personalmente, siempre me olió mal. Demasiada vehemencia. Demasiado escándalo porque una persona pusiera su dinero para tomar el control del club en vez de la que estaba “preparada”. Demasiada pólvora.
Quizás, si la auditoría tiene razón, todo esto sea la explicación de tanta preocupación. O quizás, si no la tiene, también nos ayude a entender qué clase de persona se ha adueñado del club.
Todos somos maniqueos y nos gusta que en la película haya “buenos y malos”. Quizás no sea tan fácil, o quizás, como en La Flauta Mágica, los personajes sí están definidos pero el que no se cosca de nada es el espectador, que de repente se entera de que ha estado aplaudiendo y apoyando a una cabrona asesina que pretende matar a un rey bueno. Vayan ustedes a saber.
Iremos viendo…
Los lucenses asistimos con pasmo a la nueva vuelta de tuerca de la batalla campal en que se ha convertido el CD Lugo, donde una auditoría revela supuestos pagos sin justificar a miembros de la anterior directiva y, lo que es más chocante socialmente, a una empresa del entrenador Quique Setién, héroe local de las anteriores temporadas.
Estamos hablando de, por ejemplo, 457.248 euros que el club “devolvió” a directivos que supuestamente habían prestado esa pasta al club sin que exista constancia de tal préstamo. También hay pagos a empresas de miembros de la directiva por obras de los que tampoco existe respaldo documental (405.000 euros). Otra de las cuestiones que pone sobre la mesa la auditoría es la de los pagos a empresas por “prestación de servicios deportivos”, así, en genérico, que casualmente son de cargos del club como el director general o el entrenador.
Vamos a suponer que todos los contratos son genuinos y que los servicios se prestaron. ¿De verdad era prudente contratar con la constructora del Presidente o de un socio de la directiva las obras del club? ¿Soy el único que ve una incompatibilidad? ¿No sería más lógico encargar las acciones a otra empresa? ¿Pagar cifras el entorno de 200.000 euros a empresas por “asesoramientos” o “servicios deportivos” cuyos titulares ya cobran su nómina del club no les parece también un poco extraño?
Hoy Quique Setién se defiende con un duro escrito en que ataca al nuevo presidente y repasa sus pasadas experiencias con otros “personajes” del estilo de Jesús Gil. No sé si realmente es la dolorida respuesta de alguien ofendido en su honradez, o la huida hacia delante de quien ha sido sorprendido con el carrito del helado. Cualquiera sabe hoy día.
Lo que sí está claro es que cuando hay mucho dinero de por medio, y el fútbol mueve millones de euros, incluso en segunda, hay situaciones extrañas.
Puedo entender que una directiva no desee abandonar su cargo, o que un entrenador desarrolle lazos con el titular del club, pero el escándalo que se montó con la venta de las acciones del Lugo a mí, personalmente, siempre me olió mal. Demasiada vehemencia. Demasiado escándalo porque una persona pusiera su dinero para tomar el control del club en vez de la que estaba “preparada”. Demasiada pólvora.
Quizás, si la auditoría tiene razón, todo esto sea la explicación de tanta preocupación. O quizás, si no la tiene, también nos ayude a entender qué clase de persona se ha adueñado del club.
Todos somos maniqueos y nos gusta que en la película haya “buenos y malos”. Quizás no sea tan fácil, o quizás, como en La Flauta Mágica, los personajes sí están definidos pero el que no se cosca de nada es el espectador, que de repente se entera de que ha estado aplaudiendo y apoyando a una cabrona asesina que pretende matar a un rey bueno. Vayan ustedes a saber.
Iremos viendo…
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