Hay preguntas demagógicas que se tachan de racistas o de xenófobas para evitar entrar en el fondo del asunto. En el Facebook, caldo de cultivo de la demagogia más cruda, he visto tres desafíos difíciles de afrontar porque en el fondo tengo que reconocer que son cuestiones que, de ser ciertas, son paradojas de compleja justificación:
Primera cuestión: ¿Por qué los pacientes de los hospitales tienen que pagar por ver la televisión, incluso en abierto, y los presos de las cárceles no? Imagino que la respuesta es evidente desde el punto de vista del de arriba: porque en los presidios puede haber motines y en los centros sanitarios no. Porque la estancia en el hospital es temporal (supuestamente) y en el otro lado se tarda más en salir…. Pero aunque son motivos de cierto peso, sí hay que reconocer que es algo chocante.
Segunda cuestión: Si en las viviendas sociales como las del Barrio del Puente hay problemas de convivencia porque ciertas familias “de determinada etnia” (que es como la prensa y la política llama a las familias gitanas para que no les tachen de racistas) incumplen cualquier norma mínima de buena vecindad (impago de recibos, comportamientos incivilizados, burros en zonas comunes – esto es literal…), ¿por qué los que se tienen que marchar de la vivienda que les han adjudicado son “los otros”?
Tercera cuestión: ¿Cómo puede ser que los refugiados sirios que llegan a España tengan, supuestamente, una paga, los veamos en el telediario recibiendo puestos de trabajo y viviendas, mientras hay “nacionales” que se han quedado sin casa, trabajo, ingresos ni posibilidad de obtenerlos? Nuevamente hay que poner las cosas en cierta perspectiva y, primero, poner en barbecho esa afirmación de que existe tal paga y tales privilegios, que no podemos asumir como cierta mientras no se demuestre. Lo malo de esta justificación es ver en el telediario que hay ciertos visos de realidad. Por otro lado hay que darse cuenta de que cuando los nazis exterminaban al pueblo judío hubo países que los acogieron (al menos temporalmente y de aquella manera, pero eran otros tiempos) aunque sus ciudadanos no estaban en la mejor situación. La auténtica caridad, ahora llamada solidaridad para que no suene a católico, no es dar lo que sobra, sino compartir lo escaso.
Todos estos asuntos son demagógicos, insisto. Tienen respuestas complejas y farragosas que, como casi todas las contestaciones a las cuestiones simplonas que se nos vienen a la cabeza a “los de abajo”, nunca se nos dan con un lenguaje comprensible. O quizás son menos demagógicos de lo que parece y la falta de respuesta se debe a su inexistencia.
Simplificar los temas a veces les quita todo el contenido para dejar una frase ingeniosa que meter en un “meme” y hacer que la gente se indigne, pero en ocasiones también es la forma de llegar al cogollo de la cuestión.
La convivencia carcelaria puede que justifique ciertas “comodidades” (hoy abuso de las comillas, pero creo que no me sobra ninguna, qué quieren que le haga) pero la comparación con quien está encerrado en una cama contra su voluntad y sin culpa alguna es demoledora. La complicada gestión administrativa de las viviendas sociales puede hacer que lo público sea lento de reflejos y pague el pato quien ha recibido una vivienda que necesita porque sus vecinos insisten en hacerle la vida imposible. Atener solidariamente a quienes lo han perdido todo y vienen de fuera está muy bien, pero siempre que no descuides a quienes lo han perdido todo y están aquí…
Todo muy complicado, todo muy simple, todo muy demagógico… pero oigan, es lo que nos están haciendo, reducir todo a una frase llamativa en un “meme”, un cuadrito con un dibujo alegórico. Y sin respuesta.
Primera cuestión: ¿Por qué los pacientes de los hospitales tienen que pagar por ver la televisión, incluso en abierto, y los presos de las cárceles no? Imagino que la respuesta es evidente desde el punto de vista del de arriba: porque en los presidios puede haber motines y en los centros sanitarios no. Porque la estancia en el hospital es temporal (supuestamente) y en el otro lado se tarda más en salir…. Pero aunque son motivos de cierto peso, sí hay que reconocer que es algo chocante.
Segunda cuestión: Si en las viviendas sociales como las del Barrio del Puente hay problemas de convivencia porque ciertas familias “de determinada etnia” (que es como la prensa y la política llama a las familias gitanas para que no les tachen de racistas) incumplen cualquier norma mínima de buena vecindad (impago de recibos, comportamientos incivilizados, burros en zonas comunes – esto es literal…), ¿por qué los que se tienen que marchar de la vivienda que les han adjudicado son “los otros”?
Tercera cuestión: ¿Cómo puede ser que los refugiados sirios que llegan a España tengan, supuestamente, una paga, los veamos en el telediario recibiendo puestos de trabajo y viviendas, mientras hay “nacionales” que se han quedado sin casa, trabajo, ingresos ni posibilidad de obtenerlos? Nuevamente hay que poner las cosas en cierta perspectiva y, primero, poner en barbecho esa afirmación de que existe tal paga y tales privilegios, que no podemos asumir como cierta mientras no se demuestre. Lo malo de esta justificación es ver en el telediario que hay ciertos visos de realidad. Por otro lado hay que darse cuenta de que cuando los nazis exterminaban al pueblo judío hubo países que los acogieron (al menos temporalmente y de aquella manera, pero eran otros tiempos) aunque sus ciudadanos no estaban en la mejor situación. La auténtica caridad, ahora llamada solidaridad para que no suene a católico, no es dar lo que sobra, sino compartir lo escaso.
Todos estos asuntos son demagógicos, insisto. Tienen respuestas complejas y farragosas que, como casi todas las contestaciones a las cuestiones simplonas que se nos vienen a la cabeza a “los de abajo”, nunca se nos dan con un lenguaje comprensible. O quizás son menos demagógicos de lo que parece y la falta de respuesta se debe a su inexistencia.
Simplificar los temas a veces les quita todo el contenido para dejar una frase ingeniosa que meter en un “meme” y hacer que la gente se indigne, pero en ocasiones también es la forma de llegar al cogollo de la cuestión.
La convivencia carcelaria puede que justifique ciertas “comodidades” (hoy abuso de las comillas, pero creo que no me sobra ninguna, qué quieren que le haga) pero la comparación con quien está encerrado en una cama contra su voluntad y sin culpa alguna es demoledora. La complicada gestión administrativa de las viviendas sociales puede hacer que lo público sea lento de reflejos y pague el pato quien ha recibido una vivienda que necesita porque sus vecinos insisten en hacerle la vida imposible. Atener solidariamente a quienes lo han perdido todo y vienen de fuera está muy bien, pero siempre que no descuides a quienes lo han perdido todo y están aquí…
Todo muy complicado, todo muy simple, todo muy demagógico… pero oigan, es lo que nos están haciendo, reducir todo a una frase llamativa en un “meme”, un cuadrito con un dibujo alegórico. Y sin respuesta.
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