Otro Arde Lucus termina. La lluvia no consiguió vencer el espíritu de la fiesta, que una vez más congregó a un montón de gente en la ciudad, aunque obviamente mucha menos de las 600.000 personas que auguro que dirán los responsables del Ayuntamiento y que nadie se atreverá a contestar, ni desde los medios de comunicación ni desde la oposición, ya que se considera un delito de lesa majestad ir contra las exageraciones que tiene a bien soltar la concejala de turno año tras año. Como si fuera ir contra Lugo decirle que es una estupidez pretender que la ciudad multiplique por seis su población en tres días y pico.
Arde Lucus en el National Geographic |
Si a esto le unimos que el extenso y absurdo programa de actos, en que se equiparan entradas y salidas de desfiles menores (no el principal) con el circo romano o las actuaciones, no ayuda a situar los focos de atención más importantes en cada momento porque se subyuga la utilidad a la apariencia, la cosa es más compleja aún. Y, por supuesto, la descoordinación que hace que en plena actuación teatral se crucen las patrullas a golpe de tambor, con lo que la confusión es total.
También es inconcebible que tras tantos años de experiencia el desfile principal siga siendo tan deslavazado. En lugar de coordinar los grupos para que vayan con una separación razonable, aparecen unos y al cabo de un buen rato los siguientes, cada uno con sus marchas acústicas diferentes con lo que en vez de ver un desfile parece una casa de locos.
Sin embargo el Arde Lucus sobrevive a todos estos desatinos porque hay muchísima gente implicada, que lo vive y que trabaja duramente para que salga adelante. Las asociaciones vinculadas a la fiesta como la del Senado, los Pretorianos, la Cohors III Lucensium, Trebas Galaicas y muchas otras son las que realmente mantienen el tinglado en pie. Por cierto que me llama poderosamente la atención que en la web del Ayuntamiento dedicada al Arde Lucus no haya un apartado específico para estas asociaciones. Bien merecido lo tienen.
Sin la implicación de la ciudadanía, de la que surgió una idea que arraigó como la pólvora, nada de esto sería posible. Si los lucenses no vencieran la natural vergüenza española para ataviarse con vestimentas extrañas, el Arde Lucus habría nacido y muerto en un año o dos, ya que es imposible que algo así funcione si la gente no participa.
Lugo se ha convertido una vez más en la capital festiva de Galicia al comienzo del verano. Volveremos a vernos al finalizar el periodo estival cerrando el calendario de citas con el San Froilán, pero eso será otra historia.
¡Viva Lugo! ¡Viva el Arde Lucus!
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