viernes, 4 de diciembre de 2020

Vuelve la hostelería... de aquella manera...

 

Parece hecho a propósito: reabre la hostelería… y viene el temporal Dora. Ni un momento de respiro a los bares, cafeterías y restaurantes de Lugo, que ven cómo tras un mes de cierre decretado por la Xunta de forma totalmente injustificada (a los hechos me remito) se les permite abrir las terrazas al 50% de su capacidad y los interiores al 30%... pero justo el mismo día en que el frío, la lluvia y probablemente la nieve hacen acto de presencia. Así no hay manera.

Poner estufas y paraguas es una solución relativa, pero al menos de algo ayudará. Eso sí, incrementa los costes enormemente (sobre todo con los elementos que generan calor porque necesitan combustible) y ya no están las economías para muchas alegrías. De las mantitas en las sillas nos olvidamos porque en plena Pandemia es un disparate irnos pasando unos a otros ningún elemento no desinfectado, y lo que nos faltaba era eso, tener que andar lavando las mantas entre café y café.

Es cierto que gracias a la ley contra el tabaco la gente descubrió que no se está tan mal tomando algo en el exterior aunque haga frío. El problema no es ese, es el agua. Si te abrigas bien, hasta es agradable sentir el aire congelado en la cara y tomarte un café bien calentito, pero si a eso le añades lluvia la ecuación rompe por todas partes. De comer ya ni hablamos.

Ahí radica el gran problema de nuestros próceres: no tienen ni idea de lo que es llevar un negocio que se basa en la afluencia de público… bueno ni seguramente de los otros porque su mayor cercanía a la empresa privada es la de los grandes grupos que les llaman por el nombre de pila y les ofrecen jugosos puestos en sus consejos de administración tras acabar sus carreras políticas.

El paternalismo de la administración con la pequeña empresa es intolerable. Se piensan que tras nueve meses de puteo con soltarles ayudas por cinco o diez mil euros les arreglan la vida, y no, señores, para nada. Es comprensible que en este momento haya restricciones y limitaciones, por supuesto que sí, pero no que sean ilógicas y arbitrarias. Ya me dirán qué sentido tuvo cerrar las terrazas, cuando está más que demostrado que contagiarse al aire libre si no es imposible poco le falta. Pero da igual, jugamos con los dineros ajenos y nos importa poco.

Ahora se reabren al 50% y deberán lidiar con esa nueva limitación (que me parece absurda, porque lo que hay que garantizar son distancias y no aforos) y la climatología.

En fin… Ánimo.

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