Fotograma del "vídeo-escándalo". Fuente: El Progreso |
Publicaba El Progreso una noticia
en que explicaba que “Un vídeo de dos personas teniendo sexo en la muralla
indigna a los lucenses”. Les diré que yo me considero lucense como el que más e
indignado, lo que se dice indignado no estoy.
¿Que lo suyo sería buscarse un
lugar más discreto? Por supuesto que sí. También es cierto que a las horas que
aparentemente se grabó eso (no se puede saber, pero parece ser noche cerrada) no
es que fueran a encontrarse con excursiones de colegios ni con visitas guiadas
del Ayuntamiento.
No confundamos los términos, no
es que aplauda ese comportamiento, pero ser demasiado tajante condenando estas
actitudes, cosa que muchos hacen con sospechosa vehemencia, revelaría no sólo
un puritanismo exacerbado, sino que en mi caso (y el de muchas más personas)
sería un ejemplo terrible de hipocresía. Todos hemos hecho cosas que no
debíamos y la diferencia es que no nos han pillado con un móvil.
De hecho, si les digo la verdad, me parece más sancionable el comportamiento de quien capta y difunde esas imágenes que la de la pareja que tuvo un calentón y se desahogó donde pudo. Insisto, no es que apruebe su acto, pero cuando la naturaleza grita salimos por donde podemos. Un calentón lo tiene cualquiera.
Mucho escándalo con una pareja que está a lo suyo y mientras tanto, rienda suelta a los botellones y demás que no sólo suponen una molestia para los vecinos sino un peligro sanitario en este momento. ¡País!
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