Los gobernantes del Ayuntamiento de Lugo son unos paletos. Lo siento pero no me sale otra palabra. Sólo un auténtico cafre obliga a que TODAS las terrazas del casco histórico sean exactamente iguales, con los mismos muebles y colores, sin excepción.
Esta buena gente parece que no ha salido de su casa en la vida y que pretende hacer de la uniformidad una norma inflexible. Venecia, una ciudad que probablemente Orozco no ha pisado en su vida, o al menos no se fijó mucho, es una de las ciudades más estéticas del mundo. Cada terraza es diferente, incluso en la propia Plaza de San Marcos no hay dos iguales.
Con la excusa del URBAN, un proyecto que es beneficioso para la ciudad por lo que supone de mejoras y reformas urbanas, han sacado una normativa que a los nazis les habría parecido dura. En dicha norma, se permite (oh, qué generosos) elegir entre varias tipologías de sillas para poner en los locales del casco histórico: dos totalmente de madera y una mixta de madera y metal. Es evidente que en Lugo las sillas únicamente de madera duran lo mismo que un cubito de hielo en el Sáhara, y su descripción es la que sigue:
Cadeira de brazos 2: Estrutura completa de madeira con lamas de madeira en asento e respaldo. Terá brazos de madeira.
Cadeira de brazos 3: Estrutura completa de madeira e respaldo e asento con lamas de madeira en asento e respaldo, pregable. Poderá ter brazos.
Una descripción que permite a los empresarios y vecinos elegir entre el amplio abanico que el mercado ofrezca en cuanto a materiales (siempre que sea madera) y diseños. Pero hete aquí que hay un tercer tipo de silla, la mixta. Su descripción es la que sigue:
Cadeira de brazos 1: Estrutura de tubo de aluminio de sección cadrada pintado en epoxi cor gris claro. Asento e respaldo con lamas de madeira de teka. As lamas do asento e o respaldo serán paralelos, e os do respaldo perpendiculares ao plano do chan. Asento e resplado serán independentes. As lamas (tanto do asento como do respaldo) estarán unidas nos seus dous extremos por outras dúas lamas perpendiculares, co que a madeira conformará unha peza unida (unha para o asento e outra para o respaldo) que á súa vez estará enmarcada polo tubo de aluminio polos catro lados. As patas non levarán ningún traveseiro, e toda a cadeira terá liñas rectas. Terá sobrebrazos que serán de madeira de teka.
No me invento nada, es el artículo 3 de la convocatoria de ayudas del URBAN (publicado en el B.O.P. de Lugo del 26 de marzo de 2009). Es evidente que se está describiendo un modelo concreto de silla, que encima, al ser mixta, es la más adecuada para el clima de nuestra ciudad. Curiosa y casualmente, este modelo de silla que propone Orozco parece ser que sólo lo fabrica un señor de Sanxenxo, según las denuncias de otros fabricantes. En Sanxenxo veranea el Alcalde, casualmente. Hay que ver qué curiosa es la casualidad.
Pero el problema ya no es el tema del fabricante, sino la uniformidad. También se exige a los empresarios que los toldos y paraguas sean exactamente del mismo color (RAL 1001). Todos iguales.
Vamos, que la libertad de elegir colores, aunque sea dentro de un catálogo, la personalización de los locales y la variedad e iniciativa privadas, se van a tomar por saco, otra vez. El señor Orozco ha decidido que Lugo sea una pesadilla monocolor, y que sea lo mismo tomar un café en el Café del Centro, que en el Madrid o en el Plaza Mayor. Si uno quiere poner una terraza en colores burdeos y con sofás acolchados, no puede. Había una preciosa terraza en la Tinería (sale en la foto) que ahora estará prohibida por Orozco. Viva la libertad.
No soy partidario de la anarquía. Lo suyo sería hacer una comisión de estética (con funcionarios, profesionales de la estética urbana e incluso empresarios y vecinos de la zona) a la que los empresarios pudieran presentar sus propuestas que serían aprobadas cumpliendo unos mínimos: nada de mesas y sillas de publicidad, colores moderados, incluso coordinación entre terrazas vecinas (no idénticas pero sí que no se “maten”)…
Hay muchas fórmulas para evitar que se pongan terrazas poco acordes con el casco histórico, pero desde luego nunca el rodillo y obligar a todos a poner lo mismo. Ni en la más férrea época de la dictadura soviética se hacía eso. La democracia es más que llamar a votar cada cuatro años.
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