Dice la ordenanza medioambiental del Ayuntamiento de Lugo, en su artículo 306.1 “la colocación de vallas publicitarias, carteles, pancartas y adhesivos se efectuarán únicamente en los lugares autorizados, y previa autorización”. Es decir, que si uno quiere hacer una campaña publicitaria, de cualquier tipo, tiene que solicitarlo previamente y poner el material en los sitios especificados para ello. Por supuesto, esto no rige para los sindicatos, que pueden hacer lo que les dé la gana, como siempre.
Lugo amaneció ayer con cerraduras de comercios estropeadas, pintadas y pegatinas en escaparates y puertas… y con firma, que es lo grande. No se trata de que un gamberro le de al espray y estropee una fachada, cosa ya punible de por sí, sino que una organización que dice representar a muchas personas se salta la legalidad porque le da la gana. Y punto. Evidentemente, al Ayuntamiento de Lugo ni se le pasa por la cabeza sancionar a los firmantes, no vaya a ser que les llamen fascistas.
En la huelga de ayer, además, hay un único convocante, por lo que se facilita enormemente el buscar al responsable subsidiario de las pintadas y los daños. La CIG, el sindicato del Bloque, es el único responsable de la estampa, así que lo lógico será que pague las indemnizaciones y multas correspondientes.
Pero no, la ley no es igual para todos. Si uno asegura representar a un colectivo puede saltarse las normas a la torera porque siempre puede gritar ¡¡libertad sindical!! o cualquier tontería que se le ocurra. Pero aquí lo gordo no es que uno lo grite, que ya es grave, sino que encima le hagan caso. ¿Es el Bloque, o la CIG, quien tiene que ir al Ayuntamiento y preguntarle a Orozco “oiga, ¿cuánto le debo por lo de la huelga?” o es el propio Alcalde el que ha de iniciar un expediente que sancione a quien causó el problema?. Parece, en el mejor de los casos, una clara dejación de funciones por parte del señor Alcalde.
Donde más me han dolido las pintadas es en el monolito de la Muralla, el que está junto a la puerta de San Fernando. Supongo que para estos señores no hay nada que merezca respeto, salvo sus subvenciones y cuotas sindicales, sus horas libres y su “sagrada” representación de los trabajadores, que por cierto, no se sienten nada representados. Sólo hay que ver los cuatro gatos que ayer fueron a la huelga.
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