Está muy feo hablar de cosas que uno no conoce, así que con la curiosidad que me caracteriza, y el interés por los temas de mi querida ciudad, en cuanto vi en la prensa que se convocaba una nueva visita turística al cementerio allá me fui. Es cierto que en el mes de julio de 2010, cuando se publicó este tema en la prensa, lo critiqué en un artículo del blog, pero ahora puedo hablar con la experiencia que da el haber acudido personalmente al experimento turístico. Pues una vez pasado el trago de acudir a la visita, me reafirmo en mis opiniones de hace casi un año, sólo que con una serie de matices.
Las visitas guiadas al cementerio no son un producto turístico, que es como se vende, sino de consumo interno. No está pensado para los visitantes, sino para los lucenses. ¿Una afirmación atrevida? Pues no lo creo, ya que hay una serie de poderosos indicios que hacen pensar que no se han creado estas visitas para nuestros turistas:
- No hay un calendario de visitas establecido: Es decir, que no hay forma de que alguien que venga a Lugo sepa si hay esto o no, con lo que no existe posibilidad de planificar con antelación nada ni de saber si se puede ofertar tal visita a quien nos visita. Cuando se les ocurre hacer una, lo publicitan en la prensa local y, lo que es más grave, envían un mensaje de móvil o de correo del 010, al que están suscritos los lucenses que lo desean, pero no los turistas.
- No se incluye traslado al cementerio: Tienes que llegar por tus propios medios, por lo que al turista medio le complica el tema bastante. Hablamos de un cementerio alejado de la ciudad. No hay posibilidad de ir (ni pagando) en un transporte al efecto. Como mucho te dicen que cojas el autobús número 2 y búscate la vida.
- El idioma: Por supuesto, el idioma de la visita es el gallego. Nada más que añadir sobre esto. Al final de la visita nos dieron un librito (muy bonito, por cierto) sobre el cementerio que está íntegramente en gallego. Al menos el tríptico de la visita está en gallego, castellano e inglés.
- Estilo de la visita: Aunque la persona que guía la visita, el encargado del cementerio, es un señor encantador (de veras, es muy majo), ya comienza la misma reconociendo que no es un guía cualificado. El recorrido nos lleva por varias tumbas y nos enseña la parte nueva del cementerio, lo que al turista “normal” ya me dirás qué le importa. Eso sí, para el de Lugo está muy bien saber que han ampliado mucho el terreno donde vamos a acabar todos.
- Fallecidos locales: Uno de los atractivos de los cementerios a los que acuden los turistas es el ver la tumba de alguien conocido. Eso no ocurre aquí, donde no hay ni un solo homenaje a alguien que suene del límite del municipio hacia afuera: López Guntín, Juan Montes, Gustavo Freire, Luis Pimentel, Ángel Fole…pueden ser conocidos (más o menos) como mucho en Galicia.
- ¡Ah, sí!… se pide el voto: Probablemente esta sea la razón más importante para pensar que este chiringuito está pensado para los de Lugo. Cuando estábamos en la visita apareció, quién lo iba a imaginar, la concejala responsable del tema. No es que se pidiera el voto literalmente, pero nos entendemos. Que yo sepa a las cosas enfocadas a turistas no vienen los concejales a saludar…
La cuestión es que nuestro cementerio no es un foco de atracción turística, precisamente. Me parece bien que se organicen estas visitas, pero lo que me cuesta mucho trabajo entender es porqué no se publicitan como lo que son: conoce tu propia ciudad. Así no estaría diciendo nada, porque me parece que todo lucense debería hacer esa visita. En la práctica la visita es un recorrido por la obra del escultor lucense Manuel Mayo y algunas tallas italianas, pero no hay nada anterior al 1.900. El cementerio es de 1.948 y lo anterior a esa fecha vino del que estaba donde hoy se ubica el Gran Hotel (Ramón Ferreiro, a que da mal rollo).
Orozco trata de tapar su nula gestión en lo que a turismo se refiere poniéndole el cartel de “iniciativa turística” a todo lo que se le pasa por la cabeza. Dudo mucho que esto interese a cualquier visitante que venga a Lugo, ya que un cementerio “visitable” debería tener al menos una de las siguientes características: o estar en un sitio bonito (caso del cementerio de Miño, por ejemplo), o tener una estética atractiva (cementerio de Cambados) o tener personajes de relevancia enterrados (París, Madrid…). El Cementerio de San Froilán no cumple ni uno de esos tres requisitos.
Por cierto, las visitas se limitan a unas 20 personas. Todos éramos de Lugo. Sin excepción.
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