Cuando uno va al cine ve que a veces parece que a medida que avanza la tecnología retroceden los contenidos.
Ayer sin ir más lejos fui a ver “Patrulla Suicida”, película bastante prescindible donde esconden tras los ya típicos efectos especiales muy buenos un argumento ridículo que no se sostiene, pero da igual, lo importante es el espectáculo. Sin embargo lo que me impresionó no fue la película en sí sino los avances de lo que se nos viene encima, los “trailers”.
Nos dieron una pincelada de las próximas barrabasadas, tras hacer una versión alucinógena de “Los 10 mandamientos”, en que tengo la impresión de que ni los que pretendían ver una nueva versión de la película de Charlton Heston, ni los que la desconocían (que alguno habrá) salieron contentos. Una chapuza argumental en que Dios aparece como un niño medio psicópata que ordena cosas rarísimas a Moisés, y que se sacan de la manga porque en la Biblia no sale ni la cuarta parte de las barbaridades que allí se dicen. Y eso dejando a un lado cosas tan extrañas como que un rayo provoque un apagón en una ciudad que se ilumina con antorchas.
En los trailers de ayer vi que próximamente soportaremos una nueva versión de “Los siete magníficos” y de “Ben-Hur”. ¡¡¡Ben-Hur!!! ¿De verdad tan secos de ideas se han quedado que se han de atrever con un remake de una de las mayores obras maestras de la historia del cine? Creo que es imposible ya no mejorar la original sino llegarle a la suela del zapato.
Imagino que no tardaremos mucho en ver a Angelina Jolie o Scarlett Johansson haciendo de Escarlata O´Hara y a Chris Hemsworth o algún otro actor de gimnasio en el papel de Rhett Butler en una nueva y descafeinada versión de “Lo que el viento se llevó” en que lo mejor será el incendio de Atlanta, que es donde pueden sacar a relucir la artillería y los fuegos artificiales de ordenador.
No tengo nada contra los remakes, que conste. Una de mis comedias favoritas, la de Mel Brooks “Soy o no soy” es una nueva versión de otra llamada “Ser o no ser” de los años 40, de Ernst Lubitsch. Pero hay algunos títulos con los que no deberían atreverse.
Intentar volver a hacer “Amadeus”, “2001 Odisea en el Espacio”, “Casablanca” o “Solo ante el peligro”, es una osadía de tal grado que no se concibe. Cuando uno hace una nueva versión es porque cree poder mejorar la anterior, pero hay cosas que no son mejorables.
Otra cosa sería que le dieran un aire totalmente diferente. Por ejemplo, otra de las películas cómicas inolvidables de Lubitsch, “Ninotchka” (de 1939) con Greta Garbo al frente del reparto, fue versionada en los 50 para convertirla en un musical para mayor gloria de Fred Astaire (“La bella de Moscú”). El argumento y los personajes eran exactamente los mismos, solo que en lugar de repetir el tema simplemente le añadieron música. No fue mala idea, y al menos justifica la reiteración.
Lógicamente no todo es susceptible de añadirle canciones y bailes. Me aterra pensar en lo que podrían hacer con la carrera de cuadrigas de Ben-Hur y Mesala, probablemente una de las escenas más redondas de la historia del cine, en versión musical. A menos que los caballos bailaran claqué no creo yo que haya mucho de dónde tirar.
En fin, que hay cosas que es mejor dejarlas quietas, y si no tienen más ideas siempre pueden hacer lo que se hizo siempre: coger cualquier obra de Shakespeare, cambiar los nombres y el lugar y tirar para adelante. O volver a emitir “Pretty Woman”, que siempre resulta.
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