Una de mis series de televisión favoritas tiene ya bastantes años. De hecho ya no se emite desde el 2006. Se llama “El ala oeste de la Casa Blanca”, y trata del supuesto día a día de la que nos venden machacona, continua y reiteradamente como la central del “país más poderoso del mundo”. Con el permiso de China, supongo, que hoy día está ahí ahí.
A lo que iba, entre los personajes que pueblan la serie está uno que empezó siendo más o menos secundario pero que a medida que avanzaban las siete temporadas iba ganando en peso y protagonismo, y era la jefa de prensa de la Casa Blanca, a la que todos llamaban C.J. (la típica costumbre americana de reducir a siglas el nombre del personaje, Claudia Jean en este caso).
C.J. se encargaba de informar puntualmente de toda cuanta noticia tuviera cierta relevancia en la agenda presidencial, ya fueran cuestiones propias, generadas por la administración, o ajenas pero de suficiente importancia como para llamar la atención del gobierno. Incluso las invasiones y operaciones militares se anunciaban al mundo de esa forma.
Sí, ya sé, es una serie de televisión, pero resulta que “El ala oeste” ha recibido innumerables premios por su realismo, y que una breve investigación del funcionamiento de las comunicaciones en los Estados Unidos hace que veamos que la cosa va exactamente así. Incluso con las malas noticias o las meteduras de pata propias.
La filosofía de esta supuesta transparencia absoluta (algo se guardarán) es que si la noticia es buena es positivo que la dé quien quiere ganarse los halagos, y si es mala tratará de controlar el flujo de información y el punto de vista inicial de los medios. No es una mala estrategia, sobre todo si hay algo que contar, y por eso todos los gobiernos que en el mundo son, con la posible aunque no probable excepción de Corea del Norte, tienen un portavoz para contar al resto de la humanidad sus cosillas.
En seguida verán a qué viene ese rollo sobre “El ala oeste”.
El lugar de los hechos. Foto de La Voz de Galicia |
Estos días en Lugo todos hablan de lo mismo: el atropello mortal de una anciana octogenaria por parte de un vehículo oficial, de la policía local para mayor fantasía, que aparentemente dando marcha atrás acabó con la vida de la pobre mujer mientras ésta cruzaba un paso de peatones.
A muchos se nos vino a la cabeza el suceso del año pasado en la Plaza del Campo, cuando supuestamente un camión de Urbaser también atropelló dando marcha atrás a un anciano, y aunque nunca se pudo demostrar que el suceso fuera achacable a uno de los vehículos de limpieza, quedó como la teoría más plausible. Nunca supimos la verdad a ciencia cierta.
Los accidentes son exactamente eso, accidentes. Crucificar al conductor del camión de atestados de la policía local o al que cometiera el atropello de la Plaza del Campo no tiene mucho sentido. Quizás el segundo podría haber dado la cara, pero supongo que bastante tiene con lo suyo y ni con toda nuestra tecnología ni nuestras posibilidades sabremos jamás qué ocurrió realmente si no sale a la palestra.
No soy partidario de atacar a nadie por tener un accidente, salvo por supuesto en el caso de que vaya bebido, drogado, o que adopte conductas temerarias, pero entonces ya es algo distinto.
Un suceso fortuito, por fatal que sea, le puede pasar a cualquiera y solo una moral muy distante del mundo de la realidad contempla el error cero y la inexistencia de que estas cosas ocurran.
Sin embargo ya no me gusta tanto cómo se ha enfocado el tema desde el puno de vista de la comunicación desde el Ayuntamiento.
El atropello se produjo sobre las dos de la tarde del martes. Siendo como fue un accidente en que está implicada la policía local, lo suyo habría sido que de forma totalmente inmediata el Ayuntamiento diese una rueda de prensa para informar de todo aquello sensible de difusión. Como mucho durante esa tarde, que tiempo tuvieron.
Evidentemente no estoy diciendo que tengan que dar la identidad del policía local (al que supongo destrozado, como estaría cualquiera por algo así) ni aspectos que obviamente serán objeto de una investigación, pero sí podrían haber entrado a decir lo que había pasado. No lo hicieron.
Ante el silencio municipal, la cuestión no trascendió hasta que la familia de la fallecida se hizo eco en redes sociales y más tarde en la prensa local. El Progreso y La Voz de Galicia no publicaron nada el miércoles día 9 porque nadie les dijo ni pío hasta que reaccionó la familia, y eso no puede ser.
En un ambiente preelectoral como el actual, en que las frases grandilocuentes están sobre la mesa y se acusa a la Xunta de asesinar a personas sin mayor sonrojo, me gustaría saber qué habría pasado si la administración autonómica hubiera hecho algo así. ¡Quién escucharía las barbaridades que podríamos oír sobre un presunto intento de ocultar un atropello mortal! ¡Quién oiría a algunos que hablan de la “marginación” de Lugo cacarear el “asesinato” de un vecino! Parecería poco menos que Feijoo conducía el camión. No seré yo quien caiga en esa trampa y Dios me libre de acusar a nadie de nada. Insisto en que un accidente no es ni más ni menos que eso por grave que sea y explotar el suceso en sí es una bajeza indigna.
Sin embargo convendrán conmigo en que es extraño que un asunto de esta magnitud no fuera objeto de explicación por parte de un ayuntamiento que saca notas de prensa hasta de la inauguración de una farola… y eso duró hasta que alguien preguntó, por supuesto.
C.J. en "El ala oeste" |
C.J. exponía en las ruedas de prensa de “El ala oeste” todo lo que se le pedía, pero también “motu proprio” exponía los temas favorables y desfavorables para la administración. Es un ejemplo a seguir, y si no les gusta el de la ficción pueden tomar la realidad, porque funciona exactamente igual.
La breve nota de prensa del Ayuntamiento de Lugo, difundida en un aséptico tuit de la Alcaldesa al día siguiente de los hechos (por la tarde, dicho sea de paso, 24 horas después del atropello) es correcta pero tardía. Que tuviera que ser a rebufo de preguntas de periodistas generadas por las denuncias de la familia de la fallecida no es normal. Fue un accidente, pero querer taparlo es una torpeza rayana en lo imperdonable.
El aséptico tuit de la alcaldesa. La nota correcta pero tardía |
Ser alcalde no es solo decir las cosas buenas, sino informar también de las malas cuando dependen directamente de la administración propia. Nadie culparía a la alcaldesa de lo sucedido, pero sí de su reacción.
Anexo: Tengo que reconocer que el artículo que publicó La Voz de Galicia me impactó más aún porque explica que la fallecida era la madre de Susana Iglesias Lugilde, que como muchos de ustedes sabrán era una enfermera que sucumbió hace no demasiado a un cáncer.
Susana Iglesias, una luchadora a la que Lugo debería recordar con cariño. |
Susana fue una de las grandes luchadoras de la campaña para la dotación de los servicios del HULA y debe ser recordada siempre que venga a cuento, y lamentablemente que la desgracia golpee nuevamente a su familia lo trae a colación.
Si su hijo Brais llega a leer esto, que sepa que no puedo imaginar lo que es perder a dos personas tan queridas de esta forma tan tremenda, pero quienes sabemos lo que hizo Susana la seguimos admirando, y que agradecemos a tu abuela haberle dado unos valores tan firmes.
No es un gran consuelo, pero al menos es un punto a tener en cuenta. Dejar detrás de ti un grato recuerdo es mucho más de lo que pueden presumir la mayoría de las personas.
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