Veremos cifras de unos y otros que demuestran cosas contradictorias, y que justifican que cada uno de ellos es peor que el otro.
Todos han luchado duramente por traer a Lugo un tren de una velocidad razonable, aunque curiosamente tenemos menos frecuencias y destinos ahora que en los años 70.
Todos están comprometidos con las conexiones de Lugo, pero a día de hoy no estamos conectados con autovía ni con Santiago, ni con Orense ni con el resto de España tras caerse los puentes de la A6. Nos queda la A8.
Todos confían en el futuro de Lugo, aunque cuando escuchas hablar a los líderes sólo recitan cifras millonarias que se otorgan a grandes empresas (normalmente de capital extranjero, curiosamente) y se olvidan de los principales sufridores de este país: los autónomos que madrugan todos los días para levantar las rejas de sus negocios en un acto de heroísmo que en lugar de ser aplaudido es vilipendiado día tras día.
No sé ustedes, pero yo personalmente estoy cansado de este puñetero circo en que se ha convertido la política española, en que los que no podrían dormir si pactaban con un partido extremista acusan a la competencia de satánicos si pactan con otro partido extremista. En que los que saludan con el puño en alto tienen el cuajo de llamar fachas a los otros. En que los que van a poner flores a la tumba de un dictador en Cuelgamuros se envuelven con la bandera de todos los españoles y la ensucian con una ideología repugnante. En que los que van en coalición a elecciones europeas con partidos llenos de terroristas nos venden que son el no va más de la democracia…
Estoy harto de palabras huecas y de políticas absurdas, de compra de votos tanto legal como ilegal, de manipulación en las encuestas, de burdas campañas simplonas que lamentablemente parece que funcionan, de grandes lonas que en lugar de vender esperanza e ideas venden miedo y podredumbre…
La desaparición de UpyD primero y de Ciudadanos después sólo ha contribuido a polarizar aún más la política que se suponía que venían a calmar. El fin del bipartidismo nos ha traído como herencia a Vox y Podemos, agrupaciones que antes estaban escondidas dentro del PP en el primer caso y, con menos disimulo, en Izquierda Unida en el segundo, pero que realmente no son más que las dos caras de la misma moneda extremista y descorazonadora.
Recuerdo que en España las campañas eran de otra manera. Se trataban de usted igual que ahora pero de aquella sonaba a respeto real y no a una fórmula forzada y vergonzosa. Había debates en el Congreso que uno podía seguir sin pensar que estaba viendo los Teletubbies. Se hablaba, se argumentaba, se razonaba… ahora hemos sustituido todo eso por eslóganes y frases ingeniosas, y las campañas ya no van de quién es el mejor para gobernar sino de quién es el menos malo o el que tiene más méritos para ir al Club de la Comedia.
No sé qué nos está pasando. Quizá simplemente es que me estoy haciendo mayor y que las cosas cambian pero no veo que para bien. Y lo que es peor, no le veo vuelta atrás.
Lugo elegirá a sus cuatro diputados en un par de semanas y la experiencia nos dice que pelearán por sus siglas y no por nuestra provincia. No me entiendan mal, seguro que todos tienen buenas intenciones y que intentarán hacer lo que deben, pero llegado el momento de pulsar el botón del voto se plegarán a lo que manden sus partidos y si hay que beneficiar a otros lo harán, independientemente de que se trate de PP, PSOE o BNG, que vende mucho su mensaje de que es necesario tener voz propia pero de nada nos ha servido en estos años porque todo lo que pactaron con Sánchez está sin hacer.
Ante este panorama uno ya no sabe si votar en blanco, meter una papeleta de los teleñecos o irse a la playa y pasar de todo. Saben que siempre les digo que vayan a votar y hoy no va a ser una excepción. Voten, por quien quieran, por quien les repugne menos (que ya es triste) o por quien les parezca que ofrece más garantías de que este país sea un sitio donde poder vivir sin tener que estar todo el día aguantando bobadas. A pesar de lo dicho yo también votaré, y es más que probable que sí elija una papeleta de un partido aunque sólo sea por intentar cambiar lo que creo que no funciona. Pero hoy no siento que nazca una oportunidad, sino que me siento cansado de esta democracia de partidos que a mí, personalmente, no me representan.
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