Delitos públicos (II)

Estoy gratamente sorprendido. El PP, en un arranque de valentía poco habitual en política, ha llevado a la fiscalía el anuncio del BNG sobre el rescate, argumentando que, tal y como decíamos anteayer en este blog, hay un claro indicio de delito al utilizar fondos públicos para un tema partidista. La denuncia se centra contra el máximo representante de la institución, el socialista Ramón Gómez Besteiro, lo que indica que el PP sabe cómo se hacen estas cosas porque, aunque suene raro que no lleven a Fiscalía a quien puso el anuncio, legalmente la Diputación responde con personalidad jurídica única, es decir, que hay que tener cuidado de con quién se mete uno en la cama en estas cosas. Haciendo un paralelismo, les diré que por ejemplo no se puede poner una denuncia contra la Consellería de Medio Ambiente, hay que llevar al juzgado a la Xunta, que es quien responde por todos los departamentos. Tampoco se puede denunciar a la sección de electrodomésticos de El Corte Inglés, sino a la empresa en su conjunto.

Volviendo al tema, los del Bloque acusan el golpe e intenta desviar el tema diciendo que el dinero que pagó los anuncios no era de la Vicepresidencia, sino del Grupo Provincial nacionalista y presentaron facturas “demostrativas”.

Vamos por partes, como dijo Jack el Destripador. Lo primero es que a veces tanta diligencia es sospechosa. Quienes ponemos anuncios en prensa habitualmente sabemos que no es lo normal que te pasen la factura el mismo día en que sale el anuncio. Las empresas grandes, entre las que están los medios de comunicación, suelen facturar a final de mes o cada cierto tiempo. Lo que parece aquí es que han cogido el teléfono y han llamado a los periódicos para decirles “oye, el anuncio de hoy factúramelo a nombre del Grupo Provincial y no de la Diputación, que tenemos un lío con los del PP”. Bueno, lo dirían en gallego, claro. Al medio de comunicación, mientras cobre, le importa un cuerno hacer la factura a uno u otro.

Pero por otra parte siguen sin tener razón. En el anuncio no pone BNG, sino Vicepresidencia de la Diputación Provincial de Lugo. Aunque ahora intenten maquillar la factura sería igual de grave que un tema de partido tenga un logo institucional. Sea como sea han metido la pata hasta el fondo, y ahora sólo la están liando más aún.

Para rematar la jugada, si se fijan, ayer en el Parlamento de Galicia hicieron la payasada de llevar unos carteles en DINA3 con el mismo lema, pero con el logotipo del BNG (en la parte central inferior). Será la versión 2.0 del cartel, porque esta vez iba sin faltas de ortografía (“pobo” en gallego es con “B”, no con “V” como pusieron en la versión de Vicepresidencia). No llevaba el escudo de Galicia, ni el nombre del Parlamento, sino el del partido, que es lo suyo. Fíjense que en ningún momento ataco su postura (por tonta que la vea) porque ese no es el tema. Cada uno es libre de defender sus ideas como considere oportuno, siempre que no intente mezclar instituciones y partidos, que en este país es bastante habitual.

Si la tesis del BNG es cierta, aunque dudo muchísimo que ellos mismos la defiendan seriamente, el Grupo Municipal del PP puede sacar un anuncio bajo el nombre de “Concello de Lugo”, ya que son parte de la institución. Bildu podría hacer propaganda del Congreso de los Diputados pidiendo la reagrupación de etarras, y Carmen de Mairena podría firmar escritos con el logo del Ayuntamiento de Reus, donde su partido tiene representación (“¡manda huevos!”, que diría Trillo).

El BNG dice que el PP eleva la “anécdota” a “casus belli”. Me preocupa que lo consideren una anécdota, principalmente porque esto es síntoma de una confusión entre el mandato de la ciudadanía para ejercer unas labores de gobierno (mandato más que discutible en el caso del bloque en la mayoría de los sitios donde co-gobierna con el PSOE) y la propiedad o usufructo de las instituciones. Hay unos límites, y el bloque parece que no los conoce, aunque desgraciadamente esto no es exclusivo de esa formación.

Esperemos que, ya que el sentido común no parece ser una característica que les adorne, al menos la legalidad sí se imponga.