Cuando ayer por la mañana me asomé por la ventana me eché a temblar. No sólo por el grado escaso que había, sino porque ese terrible frío y la niebla me hicieron pensar que en la concentración de las 12 de la mañana, de la que les hablaba el viernes, la de las bicis, estaríamos cuatro gatos. Tengo que reconocer que subestimé el compromiso de los lucenses con este tema.
Como parte de la organización, aunque este blog es personal y no de otra cosa, no confundamos, me gustaría mencionar y agradecer expresamente el esfuerzo a los participantes, la cooperación y amabilidad de los agentes de la Policía Local que velaron por el buen desarrollo de la marcha, y el notable esfuerzo que los medios de comunicación han realizado para la difusión de este tema.
Posiblemente por la movilización a través de las redes sociales y la excelente difusión de los medios, los cuatro gatos se convirtieron en cien (según la policía, la prensa y la organización). Familias con niños pequeños, que había en variedad de “yo pedaleo” y otra, de menor edad, de “voy en la burbuja tirada por la bici de mis papis, que son los que pedalean”. Esos críos son a los que la ordenanza que se aprobó el pasado día 5 de noviembre obligará a circular en sus bicis con ruedines por la calzada de la Avenida de la Coruña o la Ronda de la Muralla. Sacar las bicicletas de las aceras es discutible, hay gente con poderosos argumentos a favor o en contra, pero no contemplar excepciones a esta norma como la de los niños es una barbaridad.
La marcha de ayer fue tranquila, discreta, sencilla, silenciosa y no molesta. Eso, exactamente, describe lo que se pedía para las bicicletas en las zonas peatonales: convivencia.
Estos días se ha hablado mucho de los peligros de las bicicletas para los peatones. Las bicicletas no son peligrosas, son peligrosos los malos conductores, de cualquier vehículo. No generalicemos la mala educación de algunos. Pedir que no se circule civilizadamente en zonas peatonales porque la bicicleta es un vehículo es algo tan ridículo como pedir que los peatones no puedan andar por la Ronda de la Muralla porque algunos cruzan por donde no deben.
Toda Europa tiende a la bicicleta. Lugo no puede hacer el camino contrario. No sólo se trata de permitir circular por las zonas peatonales, sino de mucho más, de potenciar la bicicleta, su uso, su aprendizaje y la educación vial de todos los ciudadanos. En Lugo faltan aparcamientos para bicicletas (sólo hay el de la biblioteca provincial, la Xunta de Galicia y cuatro plazas junto al albergue de peregrinos quienes, por cierto, también tendrán que bajarse de la bici para cruzar Lugo según esta ordenanza tan rarita).
No he encontrado a casi nadie (hay gente para todo, así que no puedo decir “nadie”) que una vez explicados los matices de nuestra petición (prioridad absoluta del peatón, establecer una velocidad moderada y sancionar los comportamientos molestos o peligrosos) estuviera en contra. De hecho ayer estuvimos recogiendo firmas por la calle y sólo una persona se negó a firmar, y fue porque la petición estaba en castellano y no en gallego. Se ve que lo de pelear por los derechos no está bien visto si no es en la lengua madre de cada uno.
Seguiremos con el tema de las bicicletas. No sé si el Alcalde accederá a recibirnos, pero si es así ya les iré contando.
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