Ya el nombre me convence poco: “céntimo sanitario”. Ni es cierto que sea un céntimo (se habla de entre 2 y tres y pico por litro) ni nadie nos garantiza que sea sanitario. ¿Qué mecanismo me asegura a mí que lo recaudado va a ir a la sanidad y no a pagar anuncios de esos a página completa de “somos la leche”? Y en el caso de que se garantice eso, ¿cómo sé que ese dinero no hace que reduzcan otras partidas que vienen de otro sitio porque “con eso ya llega”? No es que no me fíe, es que ya estamos escaldados.
Sin embargo, aun asumiendo la bondad de intenciones y que ese dinero realmente vaya a la sanidad no estoy muy convencido de que sea bueno lo de los “impuestos dirigidos”, y sobre todo si gravan algo que vamos a usar todos sí o sí. Por ejemplo, si suben los impuestos al tabaco, que tiene una relación directa con el tema de la salud y es algo totalmente opcional, o del alcohol, o de los artículos de escalada libre, pues vale.
Pero el combustible no sólo lo vamos a usar todos, sino que es algo que repercutirá en los productos que, aunque no cojamos el coche, vienen en camión. Desde las lechugas o el pan hasta los microprocesadores de los ordenadores, todo viene por transporte y todo va a pagar más combustible, y nos lo van a repercutir, como es lógico.
Y además esto lo paga igual el que cobre 400 euros al mes que el que cobre 40.000 (alguno habrá), y curiosamente cuanto mejor y más moderno es el coche menos consume. No es un impuesto proporcional relativo a la renta.
Vamos, que no me gusta, qué quieren que les haga. Y no lo digo porque no me convenga que me suban a mí los impuestos, que soy funcionario y me muestro comprensivo con los recortes que hemos sufrido, lo digo porque lo pienso. Creo que cualquiera que me lea habitualmente ya va pillando que no hablo por conveniencia sino por convicción.
¿Y si no hacemos esto qué hacemos? Pues reducir otras partidas totalmente absurdas. La Voz de Galicia nos contaba hace pocos días que la Xunta pagó 17 millones de euros en subvenciones para los coches eléctricos. En lo que va de año se vendieron 15 unidades. Nos sale cada puñetero coche en más de un millón de euros. Ahí se me ocurre que podríamos recortar algo, ya ven.
Mientras ciertas partidas no estén a cero otras deberían ser intocables. Y si no llega para poner percebes en el Kilómetro 0 pues que no pongan percebes, ni jamón, ni viajes por la cara. Es inconcebible estar reduciendo pensiones y discutiendo lo indiscutible mientras seguimos gastándonos la pólvora en salvas.
Las reformas que se están haciendo no contentan a la gente porque muchos están en contra por excesivas y otros por escasas. No lograremos nada mientras no atajemos la raíz del problema, la elefantiasis de la administración en España y la “cuadruplicidad” (no estoy seguro de que se diga así pero no me apetece buscarlo) de funciones entre ayuntamientos, diputaciones, autonomías y Estado, sin contar a la Unión Europea que también tiene lo suyo…
Así que les diría que sí a los recortes, pero quizás en otros sitios. No se trata de coger la motosierra sino el bisturí, y ser exquisitos en dónde se riegan los suelos con dinero público, que es cada vez más escaso y, lo más importante de todo, es nuestro.
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