Hay que reconocer que este Lugo nuestro es raro de narices. Resulta que las autoridades competentes (por decir algo) están mirando al tendido mientras la ciudad es un caos de tráfico gracias a la protesta de los ganaderos, que con bastante mala leche han decidido mantener bloqueados dos carriles de la ronda en la zona donde más estorban mientras, como no les llegan las máquinas, han liberado hace tiempo otras que tienen menos presión de tráfico. Y lo hacen bajo la atónita mirada de la ciudadanía, que los sufre en silencio cual si fueran hemorroides.
Y quien sale a la palestra a dar un “ultimátum” y un “plazo límite de 48 horas” son la Federación de Comercio y otras organizaciones empresariales. ¡Pásmate! No sabía yo que las asociaciones tenían ese poder absoluto de dar plazos y fechas límite a otras entidades privadas. ¡Ah, es que no lo tienen! No sé qué pretenden con esa amenaza, pero a menos que tengan el valor de denunciar a las autoridades por permitir un tema tan perjudicial (y sabemos que son bastante reacios a denunciar a quienes les mantienen el chiringuito a base de subvenciones, como ya se demostró en otras ocasiones), será una coacción vacía.
Realmente es todo muy sorprendente. La Federación de Comercio saca los tanques a la calle desde que ha terminado la guerra. Ya ha acabado la campaña de Navidad, en la que se limitaron a protestar más o menos por la forma de hacer las cosas los tractoristas, pero ahí quedó todo. El “límite” lo marcan desde que ya ha pasado la fecha de reyes, es decir, desde que la campaña más importante del año para el comercio ha pasado y les han hecho todo el daño posible. Ahora vienen las rebajas, sí, que también tienen gran afluencia de público, pero como me decía un representante del sector textil “de las rebajas no se vive”.
Por su parte el Ayuntamiento, que es quien tiene las competencias sobre tráfico en la zona urbana, ahora resulta que se ha dado cuenta de la tractorada perjudica a la ciudadanía. Muy espabilados no han estado con este asunto, y parece que han tenido que venir los Reyes Magos a explicarles que no dan pie con bola. ¿Y cuál es su reacción? Repetir continuamente “Pío pío, que yo no he sido” y que la culpa es de la subdelegación del gobierno que es quien ha autorizado esto.
Pero lo que se calla el Ayuntamiento es que la subdelegación no tiene capacidad para autorizar o prohibir una manifestación o una concentración salvo que existan problemas de seguridad. Lo dice la ley, que es protectora del que protesta. Sin embargo el Ayuntamiento sí es competente para sancionar a quienes estacionan alegremente sus vehículos, sean tractores o bicicletas, que obstaculicen el tráfico.
Sobre este tema de los límites del derecho de manifestación hay una sentencia muy aclaratoria del Tribunal Constitucional que dice lo siguiente:
Por último, decir que hace unos meses Lugo recibió con paciencia, comprensión y apoyo a los ganaderos que protestaban pero había sensibles diferencias, como por ejemplo que de aquella sí estaban en los tractores y tenían un mérito del que ahora carecen, ya que se han limitado a aparcar en la ronda e irse a sus casas cómodamente en una época en que no se necesita tanto la maquinaria pesada en el campo.
Deberían reflexionar sobre el unánime grito de todos los sectores de la ciudadanía que claman por la normalización de la situación aunque mi instinto me dice que ya saben que están metiendo la pata pero no saben cómo salir del problema sin que parezca que “dan el brazo a torcer”. Vamos, un “sostenella y no enmendalla” en toda regla con el que lo único que están consiguiendo es cabrear a la población y llenar los centros comerciales contra los que dicen luchar. Los señores de Carrefour y Las Termas estarán encantados con la tractorada...
Y quien sale a la palestra a dar un “ultimátum” y un “plazo límite de 48 horas” son la Federación de Comercio y otras organizaciones empresariales. ¡Pásmate! No sabía yo que las asociaciones tenían ese poder absoluto de dar plazos y fechas límite a otras entidades privadas. ¡Ah, es que no lo tienen! No sé qué pretenden con esa amenaza, pero a menos que tengan el valor de denunciar a las autoridades por permitir un tema tan perjudicial (y sabemos que son bastante reacios a denunciar a quienes les mantienen el chiringuito a base de subvenciones, como ya se demostró en otras ocasiones), será una coacción vacía.
Realmente es todo muy sorprendente. La Federación de Comercio saca los tanques a la calle desde que ha terminado la guerra. Ya ha acabado la campaña de Navidad, en la que se limitaron a protestar más o menos por la forma de hacer las cosas los tractoristas, pero ahí quedó todo. El “límite” lo marcan desde que ya ha pasado la fecha de reyes, es decir, desde que la campaña más importante del año para el comercio ha pasado y les han hecho todo el daño posible. Ahora vienen las rebajas, sí, que también tienen gran afluencia de público, pero como me decía un representante del sector textil “de las rebajas no se vive”.
Por su parte el Ayuntamiento, que es quien tiene las competencias sobre tráfico en la zona urbana, ahora resulta que se ha dado cuenta de la tractorada perjudica a la ciudadanía. Muy espabilados no han estado con este asunto, y parece que han tenido que venir los Reyes Magos a explicarles que no dan pie con bola. ¿Y cuál es su reacción? Repetir continuamente “Pío pío, que yo no he sido” y que la culpa es de la subdelegación del gobierno que es quien ha autorizado esto.
Pero lo que se calla el Ayuntamiento es que la subdelegación no tiene capacidad para autorizar o prohibir una manifestación o una concentración salvo que existan problemas de seguridad. Lo dice la ley, que es protectora del que protesta. Sin embargo el Ayuntamiento sí es competente para sancionar a quienes estacionan alegremente sus vehículos, sean tractores o bicicletas, que obstaculicen el tráfico.
Sobre este tema de los límites del derecho de manifestación hay una sentencia muy aclaratoria del Tribunal Constitucional que dice lo siguiente:
“Para que los poderes públicos puedan incidir en el derecho de reunión, restringiéndolo, modificando las circunstancias de su ejercicio, o prohibiéndolo, es preciso que existan razones fundadas, lo que implica una exigencia de motivación de la resolución correspondiente en la que se aporten las razones que han llevado a la autoridad gubernativa a concluir que el ejercicio del derecho fundamental de reunión producirá una alteración del orden público o la desproporcionada perturbación de otros bienes o derechos protegidos por nuestra Constitución. Pero para ello no basta con que existan dudas sobre si el derecho de reunión pudiera producir efectos negativos, debiendo presidir toda actuación limitativa del mismo el principio o criterio de favorecimiento del derecho de reunión…” (STC 96/2010, de 5 de noviembre).Es decir, que se puede hacer pero con mucho cuidado, lo que es lógico en un estado de derecho. Por cierto, todo aquel rollo de que la “ley mordaza” iba a evitar que la gente se manifestara ya ven que es tan cierto como los billetes de cuatro euros.
Por último, decir que hace unos meses Lugo recibió con paciencia, comprensión y apoyo a los ganaderos que protestaban pero había sensibles diferencias, como por ejemplo que de aquella sí estaban en los tractores y tenían un mérito del que ahora carecen, ya que se han limitado a aparcar en la ronda e irse a sus casas cómodamente en una época en que no se necesita tanto la maquinaria pesada en el campo.
Deberían reflexionar sobre el unánime grito de todos los sectores de la ciudadanía que claman por la normalización de la situación aunque mi instinto me dice que ya saben que están metiendo la pata pero no saben cómo salir del problema sin que parezca que “dan el brazo a torcer”. Vamos, un “sostenella y no enmendalla” en toda regla con el que lo único que están consiguiendo es cabrear a la población y llenar los centros comerciales contra los que dicen luchar. Los señores de Carrefour y Las Termas estarán encantados con la tractorada...
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