Primera reunión PSOE - BNG Foto: Europapress |
Es un clásico, un cliché, pero es lo habitual. Las películas suelen terminar con el beso de los protagonistas, su romántico alejamiento hacia el ocaso la, cada vez menos, la consabida boda. Pero ¿qué pasa al día siguiente?
Una de las primeras películas que ví que trata eso es la segunda parte de la ochentera “Tras el corazón verde”. Se llama “La joya del Nilo” y comenzaba precisamente así, con el desengaño del día después, cuando los amantes, siempre perfectos durante el romance, se ven por la mañana recién despertados y conviven con las manías del otro. Algo mucho más prosaico, menos literario, pero, precisamente, más significativo y decisivo para una relación.
Salvo improbables sorpresas de última hora, el BNG apoyará este sábado la investidura de Lara Méndez como alcaldesa de Lugo, pero ahí no termina la novela, sino que comienza.
Según la prensa, los nacionalistas tienen más prisa por alcanzar un pacto de gobierno que los socialistas, y es lógico porque son estos últimos los que tienen la sartén por el mango, ya que son conscientes, como todo el mundo, de que el único escenario que no se contempla es que el BNG apoye una moción de censura con el PP, así que una vez Lara tenga el bastón de mando ya nadie se lo va a hacer soltar.
¿Es posible de nuevo un gobierno que cuente solamente con ocho concejales de los veinticinco de la Corporación? Sí, claro que es posible. Incluso tengo mis sospechas de que es deseable para algunos, porque pueden preferir gestionarlo en solitario con dificultades que perder la mitad del gobierno y, al tiempo, la única excusa que puede colar si no se hace nada: la culpa es de los demás.
Lara Méndez, que es inteligente y está bien asesorada por un buen estratega, está jugando sus cartas con una parsimonia que no es casual, sino una táctica muy hábil para marcar sus condiciones y sus límites. Sabe que una vez sea investida alcaldesa no hay posibilidad de que le quiten el cargo, ya que el Bloque jamás firmaría una moción de censura que hiciera alcalde a Carballo, y sabe también, por experiencia, que la llamada ley de grandes ciudades le da unos poderes muy amplios al gobierno, con lo que podrá vender sus éxitos de forma individual y culpar de sus fracasos o de la parálisis municipal a la malvada oposición, que no le vota los presupuestos. El victimismo no le ha ido tan mal, dentro de lo que cabe.
Rubén Arroxo, por su parte, está en una postura muy complicada. Si la noche electoral el único partido que se sentía realmente ganador era el Bloque, hoy también es quien está recibiendo toda la presión. Le quedan 48 horas para cerrar un acuerdo con el PSOE ya que, desde el sábado, perderá su mejor baza (de hecho su única baza) para la negociación. Una cosa es el poco creíble órdago de “a que me abstengo” y otra muy diferente sugerir un escenario de ciencia ficción como “a que te largamos y ponemos a Carballo de alcalde”. Yo lo sé, usted lo sabe, él lo sabe, ella lo sabe, todos lo sabemos, ustedes lo saben y ellos lo saben. No se puede conjugar de otra forma.
Por otro lado, el Bloque tiene que tener cuidado porque es un partido que habitualmente gana votos en la oposición pero los pierde en el gobierno, incluso aunque trabaje bien y haga sus deberes, porque no creo que olviden el ejemplo de los bipartitos anteriores en Lugo y su pobre aprovechamiento electoral de ellos.
Puede parecer que el BNG tiene igual de cogido al PSOE que el PSOE al BNG pero solo lo parece. La situación no es ni siquiera comparable. Los nacionalistas, que estaban muy rufos la noche del 26 se van desinflando ante la dura realidad, y el buen rollo que, según ambas partes, caracteriza las reuniones para alcanzar un acuerdo no quita para que todos sepan que aquí quien tiene las de ganar es Lara Méndez.
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