La noche de San Juan tiene algo especial. Será la tradición o serán las hogueras, pero se respira algo diferente en el ambiente. Se redondea si además unos amigos deciden que ese día harán una fiesta en su casa para inaugurar una exposición privada en honor de un artista local al que las administraciones públicas ignoran por motivos difíciles de comprender.
Ayer tuve el placer de asistir a ese precioso evento, sentido y cariñoso, pero también una llamada de atención consciente que Marga, la promotora de la iniciativa con su pareja Miguel, quiso hacer sobre la dura realidad de que más de dos años después de la muerte de Paco Pestana nuestra ciudad ignora su legado y ni siquiera se le ha hecho la gran exposición que merece en la vieja Cárcel, algo que algunos intentamos pero que se nos paró porque querían hacerlo “mejor”… y acabaron por no hacer nada. Cuando una administración de fuera de Lugo, más avispada, se quede con su obra lloraremos y haremos manifestaciones para que nos devuelvan "lo nuestro", lo veo venir.
Al acto acudieron tanto la viuda de Paco, Rita, como su hijo Francisco, amigos del artista y de los anfitriones, y varias autoridades, aunque eché de menos a algunas que deberían haber estado y que habrían tenido que bajar la cabeza avergonzadas por su desidia en hacer a Pestana el homenaje que merece.
Pero vamos a lo bueno: todo lo demás. Conociendo la íntima relación entre los anfitriones, Marga y Miguel, y Paco Pestana, y que su última obra está en la finca en que estábamos, ya que de hecho fue el lugar donde falleció, el acto no pudo tener un mejor marco. Es una propiedad impresionante, con una casa centenaria que próximamente abrirá para turismo rural con el nombre “O Fordo de Catuxa” (https://ofornodecatuxa.es/), con un terreno precioso en desnivel (los terrenos que más me han gustado siempre son así) y unas vistas magníficas al bosque de la zona.
El acto sirvió para descubrir una escultura dedicada a Paco realizada por Juan Vila, mostrándolo a los pies de sus últimas creaciones en un lugar al que amaba y en que era feliz. Difícil igualar eso, y difícil aguantar el tipo mientras se retiraba la tela que cubría la escultura y sonaba el himno gallego, tocado por un gaiteiro de Castroverde tan querido por Paco. Después hubo unos exquisitos pinchos con música de violín tocada por Tarzán, un magnífico artista que en Lugo tenemos el placer de escuchar muy habitualmente por la calle.
No puedo menos que reconocer la envidia que sentí de que Paco tuviera amigos tan fantásticos que han destinado tiempo y recursos a homenajearlo, y que tuviera la fortuna de que sus últimas obras tengan un lugar en el mundo en que son queridas y apreciadas. Su memoria estará en O Forno de Catuxa y estoy seguro de que será respetada, cuidada, mimada y difundida.
A Marga y Miguel sólo les puedo decir que siento un agradecimiento enorme por su invitación y que fue un honor compartir con ellos un acto tan tierno y cariñoso, y al mismo tiempo tan reivindicativo, que además incluyó una estupenda hoguera de San Juan en las cercanías. ¡Muchas gracias!
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