Ayer fui a ver la exposición Romanorum Vita, una historia de Roma, que está instalada hasta el 28 de marzo en una carpa móvil de La Caixa, situada en la Plaza Inútil, que es como se conoce popularmente a la cosa esa que hicieron junto al Seminario, en Ramón Ferreiro, a la sombra de las torres que tanto gustan a nuestro alcalde (¿querrá que Lugo parezca Nueva York o Torremolinos?).
La exposición de marras consiste en una reproducción de una calle y una casa romana, teóricamente de forma proporcional y con modelos sacados de los restos arqueológicos encontrados principalmente en Pompeya, además de lo que se sabe por los textos de escritores de la época. Como todo hoy en día, está apoyado en vídeos y más vídeos, que te explican un poco cómo se organizaba la ciudad (muy por encima, eso sí).
La idea me ha gustado, la exposición no tanto. No puedo evitar pensar que estas cosas están totalmente desproporcionadas. Tener una carpa de ese tamaño dando vueltas durante seis años por España, con el personal y el gasto que eso supone, para enseñar un decorado de cartón-piedra no lo acabo de ver claro, qué quieren que les diga. Estamos hablando de que, al menos, hay tres empleados (uno de seguridad y dos personas más que andan por allí) más los que transportarán, montarán y desmontarán el chiringuito, y todo para estar allí viendo reproducciones y vídeos y un decorado que parece de una peli porno, no es creíble.
Creo que hemos perdido un poco el norte con el tema audiovisual en los museos. Para ver películas, me quedo en casa, que ahora con las pantallas enormes, que ya son razonables de precio, los proyectores y el home cinema puedo ver a Charlton Heston dando latigazos a Mesala en dolby sorround, technicolor y sonido digital envolvente sin moverme de mi casa.
Yo, cuando voy a un museo, a menos que sea de arte contemporáneo (que a esos no voy, no me gustan), quiero ver cosas antiguas, llámenme carca. A mi sentarme a ver una mini-película malucha con unos señores con toga poniendo cara de interesante porque van de romanos (parece que en el Imperio todos iban súper estirados por la calle, por lo que se ve) no me acaba de convencer más que como complemento de algo real. Quiero ver un mosaico, un ánfora, un busto de mármol… no sé, algo que no se haya fabricado hace menos de un año y que probablemente venga de China. Ser moderno es una cosa muy chula, pero no creo que El Prado descuelgue cuadros para poner pantallas, y me parece bien que no lo haga.
Insisto que la idea no es mala. Creo que en Lugo se podría dedicar uno de nuestros espacios públicos a hacer algo de este estilo de forma permanente y con elementos originales romanos de verdad. A lo mejor en San Fernando, si algún día se hace el famoso museo de la romanización, se podría incluir una reproducción de una “domus” romana con cosas de la época, no me digan que no sería una pasada, y vale, con vídeos para que nuestros próceres se sientan incluidos en el siglo XXI.
A veces da la impresión de que se ponen más vídeos cuanto menos hay que enseñar de verdad. En el Museo del Bardo en Túnez, que es impresionante, sólo ves mosaicos de la época romana. Cuando estuve yo no ponían ni un vídeo y salí totalmente acongojado (las sílabas me bailan) del patrimonio que hay entre aquellas paredes. Eso es una experiencia real, lo otro son museos de mentira, es como ir a ver los estudios de la Universal.
Te podrá impresionar ver el decorado en que se rodó La Momia, pero a mi dame una pirámide de verdad, bien antigua, grande, pétrea y puntiaguda, como debe de ser. Son temas diferentes. Es preocupante que nos pongamos a aplaudir como tontos cuando nos dan gato por liebre, y más cuando aquí tenemos las antigüedades de verdad, no las de gomaespuma. Lo malo de mi teoría, quizás demasiado purista para esta porquería de mundo que estamos haciendo en que lo chulo es que todo se mueva y que los niños miren embelesados cosas aunque sean mentira, es que habría que ver cuántas personas van a ver los bichos mecánicos con los que se hizo Parque Jurásico y cuántas a las exposiciones reales de dinosaurios (bueno, sus restos, claro) en el Museo de Historia Natural. Probablemente esas cifras me deprimirían.
Eso sí, una última recomendación sin gastos a su cargo: si hacen vídeos de relleno sería interesante que hubiera sesiones en más idiomas que el gallego, principalmente porque los museos suelen nutrirse de turistas, y éstos no tienen por costumbre hacer cursillos de gallego para venir a Lugo (son unos desconsiderados). Tengo unos familiares de Canarias de visita en Lugo y no los voy a llevar a la exposición porque se me hace raro ir traduciéndoles los vídeos. No hay ningún pase en castellano. Ya verán la exposición cuando vaya a Santa Cruz. País…
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