jueves, 10 de octubre de 2024

Recuerdos del Domingo das Mozas


Llevo unos días sin escribir. Será por el cambio de tiempo, la insistente lluvia o simplemente que me ha dado un bajón creativo, pero es lo que hay. Como tampoco vivo del blog (de hecho me cuesta dinero mantenerlo), no me lo tomo como una obligación, sino como algo que me tiene que apetecer.

Reconozco que el estado anímico influye muchísimo en que me enfrente a la temida página en blanco para sentarme a escribir, y por eso (o por vacaciones, que también) de vez en cuando cuelgo la tecla y me tomo un pequeño descanso.

En estos días de San Froilán soy bastante propenso a la melancolía, porque son fechas que relaciono muchísimo con mi abuela Emilia. Es una tontería, porque la recuerdo a diario, pero hay días más marcados en el calendario: el 15 de mayo, día de San Isidro, que era el nombre de su casa en la aldea y, casualmente, la fecha en que falleció, la Navidad, el día de su cumpleaños… y el Domingo das Mozas en que los últimos años tomamos la costumbre de ir a tomar el pulpo con ella Marcos y yo.

No es una costumbre que durase décadas, probablemente fueron solamente seis o siete años los que fuimos con ella a las casetas a tomar el pulpo el Domingo das Mozas, pero cuando algo es agradable y bonito no hace falta mucho para convertirlo en una costumbre, y ese fue el caso.

Además coincide que como ese día era de muchísimo trabajo en el Verruga, a todos les venía bien que no fuéramos a comer allí en una fecha en que las reservas llenaban el comedor y había lista de espera para poder disfrutar del restaurante (nota publicitaria: recuerden que tienen disponible el libro “Restaurante Verruga: Historias y recetas” en las mejores librerías de Lugo o, si les pilla fuera, en www.ediciones.desdelugo.es).

Siempre fuimos a la caseta de Ramiro. No es que tuviéramos nada contra las demás, es que nos llevamos muy bien con él y nunca nos dio motivo para dejar de ir. Comíamos muy bien y veíamos las fiestas paseando entre las barracas, que mi abuela disfrutaba como el que más.

Son recuerdos, preciosos recuerdos, y cada vez tengo más claro que si algo nos llevamos de este cochino mundo será eso.

El clima no ha ayudado hasta ahora, pero en lo que queda de fiestas no lo duden, generen recuerdos… ¡Feliz San Froilán!

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