| No fuimos a Bruselas para hablar mal de nuestra ciudad, a la que queremos profundamente, sino de una mala gestión |
El lunes estuve en Bruselas explicando en la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo los gravísimos problemas e incongruencias de las reformas hechas en el casco histórico de Lugo con fondos que, supuestamente, estaban destinados a “movilidad sostenible”. Sí, ya, yo también me sorprendí cuando en su día vi el destino que se suponía que tendrían.
Resumiendo, todos los grupos del Parlamento Europeo nos dieron la razón salvo el socialista (¡chopecha!), e incluso el representante de la Comisión Europea fue inusualmente concreto a la hora de aceptar nuestro punto de vista, y pidió expresamente que la petición siguiera abierta. Haciendo un paralelismo podemos decir que el hecho de que en su momento la admitieran a trámite es como cuando un juzgado acepta tramitar una denuncia, y que siga abierta es similar a que se abra juicio oral. Ahora seguirán investigando, con más ahínco, y veremos qué pasa.
Una de las obsesiones que repetí hasta la saciedad fue la petición de que no se sancione a Lugo, lo que, para mi sorpresa, fue malinterpretado por algunos convecinos de nuestra ciudad. Han entendido, erróneamente, que “tiras la piedra y escondes la mano” o que se busca denunciar una irregularidad sin castigar al que la comete. Nada más lejos. Quienes así opinan ignoran lo más básico de cómo funcionan los fondos europeos y qué ha pasado aquí.
En primer lugar, hay que aclarar que la Unión Europea jamás ha visto el proyecto “Corazón Verde”. Todo ese rollo que cuenta el Gobierno Local de que Europa “aprobó” dichas actuaciones es falso. De hecho, una de las cosas que ha molestado en Bruselas es que les hayan intentado hacer cómplices de sus barrabasadas. Allí nunca han visto ni un solo plano (lo mismo que les pasaría a ustedes si no los tuvieran a su disposición en la web de Lugo Monumental, ya que el ayuntamiento no los publicó jamás en la web municipal), ni han dado su visto bueno a nada de lo que se hizo. Es el Gobierno de España el que los aceptó, el que los aprobó, el que los pagó y el que, de haber una sanción económica, se la comerá por haber tragado con unas actuaciones que para nada se corresponden con lo que tenían que ser, y todo porque venían de un gobierno local de su mismo partido.
El esquema de estas ayudas es el siguiente: la Unión Europea aprueba unos fondos multimillonarios para una serie de objetivos, cada Estado miembro manda sus propuestas y líneas de acción que la Unión aprueba. Una vez se hace esto es el Estado, España, quien lanza las líneas de subvención, recibe los proyectos de los ayuntamientos, los aprueba, comprueba que se han hecho y transfiere los fondos a los municipios y cierra el expediente.
¿De verdad alguien se cree que Lugo ha hecho reformas en el casco histórico que han mejorado la movilidad y el entorno medioambiental? No, pero como son colegas de siglas les han colado todo.
Lugo ha incumplido claramente los objetivos de las subvenciones dadas. Ni el casco histórico ha mejorado su “movilidad sostenible” (al revés), ni se han aumentado las zonas verdes (salvo que consideremos como tales esos parterres con hormigón debajo). Eso quedó demostrado el lunes y, no se preocupen, que quedará más demostrado en el futuro.
¿Qué pasará ahora? Pues la Comisión Europea contactará directamente con Lugo Monumental (ya es triste que los únicos que nos han hecho caso sean ellos, porque aquí se nos tachó de todo menos de guapos y ya ven, al final teníamos razón) y verá qué ha pasado en nuestra ciudad. Si deciden que las actuaciones no se adecúan a las líneas aprobadas, reclamarán la subvención a Madrid, que es quien tenía la responsabilidad de vigilar esto y no lo hizo porque había colegueo de siglas.
Aquí nadie ha hecho su trabajo. Ni el Ayuntamiento hizo lo que tenía que hacer con esos fondos, ni el Estado ha revisado que esto fuera como tenía que ir, porque no podían enmedarle la plana a una alcaldesa de su partido. Y así nos va. Nosotros sí hemos hecho lo que debíamos: protestar por activa y por pasiva, pedir diálogo, solicitar cambios en las actuaciones para que tuvieran sentido, convocar un debate que debió suponer una reflexión al Gobierno Local pero que para ellos sólo fue una pérdida de tiempo, rogar que se abriese la participación para no crear los problemas que ahora tenemos… Se nos ignoró completamente hasta ahora.
Mi mayor preocupación siempre fue que le quitaran ese dinero a Lugo. Jamás he querido dañar a mi ciudad, a la que adoro. Que se lo quiten al Estado no me hace gracia… pero me preocupa bastante menos porque la incidencia presupuestaria es anecdótica para el Gobierno central (unos viajes menos en avión privado y listo). Y, además, alguien tiene que pagar la “desfeita” y los incumplimientos, así que mejor ellos, que tienen el peto más grande y no han hecho su trabajo.
¿Qué consecuencias tiene esto para Lugo? Pues nada que yo considere malo: tendrán que tener mucho más cuidado en cómo usa los fondos asignados, y eso sí me alegra enormemente. Tendrán que ser más rigurosos, más participativos y menos soberbios. Tendrán que cumplir con lo que marcan las directrices y no empedrar a lo loco con suelos que se rompen si pasa un camión de bomberos o uno de mudanzas. Tendrán que hacer las cosas bien, o al menos no tan garrafalmente mal como hasta ahora. Tendrán que dejar de mentir a la gente diciéndoles que si no se arrancan árboles nos pueden quitar la subvención…
Francamente, no ha sido plato de gusto todo lo que ha pasado, pero tal y como les dije en el Parlamento Europeo, no fuimos allí para hablar mal de nuestra ciudad, a la que queremos profundamente, sino de una mala gestión.
A partir de ahora, confío en que se hagan mejor las cosas. Ese era el objetivo.
El valiente informe presentado en Bruselas por Luis como presidente de la asociación de comerciantes, recriminando la mala gestión y praxis en las obras de "urbanización" del casco histórico de Lugo, no debe verse como un acto de confrontación, sino como un ejercicio esencial de la salud democrática.
ResponderEliminarNo se juzga a la ciudad, se juzga la gestión. Es imperativo recalcar que al señalar estas deficiencias, no se está poniendo en tela de juicio a Lugo, ni a sus ciudadanos, ni al valor de las instituciones locales. Se está cuestionando, de forma directa, la actuación de personas específicas (gestores y políticos) que han tomado decisiones unilaterales, a menudo opacas, jugando con el dinero público que es, en última instancia, nuestro dinero (por mucho que sean fondos europeos, el dinero sale de mi bolsillo, del suyo y del de un señor de un pueblo cerca de Oslo).
La verdad es objetiva y contrastable. No hay razón para el "miedo" o el "vértigo" cuando lo que se expone es una realidad objetivamente cierta y verificable. Si se investiga la forma en que actuaron nuestros responsables, debe ser con la tranquilidad de quien busca la verdad. Un gestor honesto no teme la fiscalización, la abraza.
Es un grito a favor del fin al "Paga y Calla". La ciudadanía no puede vivir subordinada a una cultura de aceptación pasiva de las decisiones políticas y el gasto público. El tiempo de aceptar el "paga y calla" ha terminado. Es un deber cívico, casi una obligación moral, que los ciudadanos ejerzamos un "ojo inquisidor" sobre nuestros gestores.
Rendición de Cuentas céntimo a Céntimo. Los políticos y gestores tienen la ineludible obligación de rendir cuentas, no solo a los órganos superiores (como la Unión Europea o entes de control autonómico), sino primordialmente a la ciudadanía. Esto aplica a cada céntimo gastado en obra pública y "otros menesteres". La transparencia no es una opción; es un requisito obligatorio.
La acción de nuestros comerciantes en Europa demuestra que no hay entes "demasiado grandes" a los que temer. La verdad, cuando es respaldada por datos y la voluntad de la sociedad civil, es el órgano de control más poderoso que existe.
Muchísimas gracias Manuel. No sé quién es usted pero no sabe lo que me alegra leer sus palabras que resumen, mejor que lo he hecho yo mismo, de lo que hablamos.
Eliminar¡Gracias!