Hace algún tiempo escribí un artículo en este blog sobre la responsabilidad, o mejor dicho, la irresponsabilidad de los Sindicatos a la hora de colocar sus pancartas, pegatinas y pintadas en donde les da la gana sin que nadie se atreva a ponerles un dedo encima. Probablemente sea, como decía en aquel momento, porque los gobernantes de turno no tienen el valor de ser consecuentes con las normas que aprueban y tiemblan ante la acusación de “¡fascistas!” que les caería si pusieran la justa, evidente y correspondiente sanción que les tocaría aplicar.
Ahora estamos en campaña electoral, y la situación es similar pero con un matiz: como quien hace la Ley hace la trampa, ya se autorizan a sí mismos a violar las normas que en condiciones habituales a otros nos costarían un tirón de orejas como poco. ¿A qué empresa se le autoriza a llenar las calles de carteles, banderolas, coches con megafonía dando el coñazo, buzoneos…? Y eso que al menos todo esto es legal, salvo, quizás, lo de la megafonía que habría que estudiar si no viola la normativa contra contaminación acústica.
Vale, me han pillado, es que me pone del hígado estar tranquilamente en mi casa y que violen mis tímpanos con simplezas como “pensiones, pensiones, pensiones y más pensiones” dicho por quien las ha congelado. Claro, no van a decir “gasolineras, gasolineras, gasolineras y más gasolineras”, que, aunque sincero, sería poco comercial electoralmente.
Pero lo grande ya no es todo esto, que también es importante, sino que no contentos con hacerse normas a medida, ni siquiera respetan las que no han modificado “ad hoc”. Tienen el valor de chulearse a nuestra cara en plan “a ver quién es el guapo que me pone a mi una multa”. Sobre todo si estás gobernando, claro, que controlas a la policía.
El jueves pasado estaba el coche de la fotografía, casualmente del PSOE (de veras que no lo busqué, es que tocó ese) aparcado, mejor dicho, estorbando en la Ronda de la Muralla, justo en la salida de Camiño Real. Estaban en un reparto de propaganda electoral.
Mira que hay sitios malos para parar, pero justo a la salida de un cruce es el peor, justo en la salida y sin dejar ni unos metros de margen. Es un peligro que requiere reflejos y en ocasiones una pirueta de difícil culminación.
Si no por civismo, ni por respeto, ni por cumplir las normas, al menos por seguridad… ¡córtense un poco, hombre!
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