Se cumplieron las profecías y el Marianismo arrasa en España, a lomos de dos hechos innegables: la torpeza del Gobierno de Zapatero para lidiar con una crisis a la que nunca se quisieron o supieron enfrentar y la paciencia y moderación de un Vicente del Bosque de la política.
Rajoy mide los tiempos como nadie, y mientras todo el mundo gritaba, él permaneció impasible en medio del caos, calculando sus movimientos y estrategias, con la tranquilidad de quien sólo tiene que perder un cargo público para volver a su muy rentable profesión de registrador de la propiedad. Ventajas de tener un respaldo profesional del que otros carecen.
Van a tener que ampliar la entrada para Rajoy en la Moncloa, ya que con él se apuntarán, ahora sí, al carro del vencedor todos aquellos que durante años estuvieron luchando contra él tanto dentro como fuera del PP. La resurrección de Lázaro posiblemente no tuvo tantos seguidores en su momento.
Es el momento de ser generoso con quienes quisieron cargárselo, aunque eso levante ampollas entre quienes permanecieron fieles. La política es así de desagradecida, y no premia a quienes trabajan por una causa, sino a quienes son útiles para la misma una vez pasado el trámite de las urnas. No se trata de servicios prestados, sino de ofertas de futuro.
La fidelidad personal es a menudo castigada duramente, con contadas y nobles excepciones, y quienes hemos estado en este mundillo vemos cómo aterrizan paracaidistas venidos de quién sabe dónde, de los que hay constancia de su veleidad política, que llegan a puestos de responsabilidad con piruetas que harían palidecer al director de pista del Circo del Sol.
Lo que pasó ayer es sólo el comienzo de un duro calvario, que todos los españoles tendremos que subir con paciencia, sacrificio y constancia. Se acabaron los tiempos de la cuchipanda, la chocolatada y el subsidio alegre a viajes organizados. Ahora toca pagar la factura de los excesos que durante años hemos cometido y de los que la mayoría ni siquiera hemos disfrutado.
Ahora toca ponerse a trabajar. Es el día 1 de la nueva era.
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