Antes de nada, agradecer los mensajes de preocupación, pero no se asusten, todo está en orden. La cosa es que ahora empieza el verano y el blog, tan puntual como un reloj habitualmente, sufrirá ciertas alteraciones porque publicaré cuando pueda y me acuerde, que tampoco nos vamos a poner ahora locos, que la playa tira.
La semana pasada estuve en la noche templaria de Ponferrada (muy recomendable) y estos últimos días en Foz, tomando el sol (no se rían, de veras que hizo bueno). Todo esto me tuvo algo alejado del teclado y no hemos comentado la imputación de Besteiro y la nueva de Orozco, que parece que las colecciona, por el tema del Garañón.
La verdad es que comentar, lo que se dice comentar, tengo más bien poco que decirles sobre eso. Lo principal creo que ya se lo esperan: presunción de inocencia a toda costa. Tanto Besteiro como Orozco cuentan con mi respeto y mi apoyo absoluto en su inocencia… hasta que se demuestre lo contrario.
Obviamente lo del Garañón tiene una pinta bastante discutible. Eso de aprobar un convenio en que el Ayuntamiento se hace responsable de una indemnización multimillonaria, esos indicios de prevaricación, esas condiciones que van contra los lucenses (según dijo la propia jueza, no yo), y sobre todo esas moles absurdas de hormigón en pleno Parque de Rosalía, aprobadas un 31 de diciembre con el ayuntamiento cerrado. No me digan que no huele. Pero precisamente por eso hay que ser exquisitos con la aplicación de la presunción de inocencia porque la extensión de lo contrario son las guillotinas en las plazas y las hogueras para quemar inexistentes brujas.
Tengo que decir (creo que lo he mencionado alguna vez) que Besteiro es un tipo que realmente me cae bien. No es que tengamos mucho trato, pero sí el suficiente como para que sepa que no cuenta con mis simpatías políticas, pero sí con las personales. Siempre educado, atento, con una sonrisa en la boca (que encima parece sincera), unas palabras agradables y una memoria prodigiosa para los nombres. Nunca me he cruzado con él en ningún sitio sin que saludara con cordialidad, y eso es mucho decir tal y como está el panorama.
De Orozco, sin embargo, no puedo decir lo mismo. Depende del día que le pilles puede saludarte como torcerte la cara, y últimamente se le debe estar avinagrando un poco el carácter porque hay más días de los segundos que de los primeros. Al menos conmigo, y yo no tengo la culpa de que lo hayan echado.
Sin embargo, y dejando claras las simpatías y antipatías que cada cual despiertan en mí, defiendo ese sagrado principio del Estado de Derecho: no serán culpables hasta que lo diga un juez.
Para Orozco, ya en retirada, casi es irrelevante el resultado. Quizás como broche de oro de una gestión desastrosa no quedaría mal una condena por prevaricación, que encima nos salvaría de pagar los 25 millones de euros que pide el constructor.
Pero sin duda a quien más daño hace es a Besteiro y sus aspiraciones de futuro. La Xunta se aleja de sus manos, donde ya la veía bien agarrada, porque aunque Feijoo perdiera la mayoría absoluta el BNG no apoyaría a un imputado… ¿o sí?
Probablemente Besteiro no llegue a saberlo nunca, porque el recambio viene en camino. Al final ni diputación, ni senado, ni Xunta. Las vueltas que da la vida…
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