Tapas - Foto www.chovi.com |
¿Consideran ustedes que por comprar unos zapatos la tienda tendría que tener la obligación de regalar unas zapatillas? ¿Creen que por adquirir un abrigo el comercio debería tener la obligación de regalar un jersey? Si la respuesta a esas dos preguntas es “sí”, quizá sería mejor que no siga leyendo. Si la respuesta es “no”, entonces ¿Por qué a tanta gente le parece normal que la hostelería tenga que regalar parte de su trabajo obligatoriamente?
Este tema, recurrente desde hace algún tiempo, lo acaba de
poner sobre la mesa el Alcalde de Granada, que ha tomado la decisión de dejar
de promocionar las tapas gratis como un atractivo de su ciudad. La Voz de
Galicia se hizo eco del tema y habló con varios hosteleros y representantes del
gremio, entre los que me incluyeron como Presidente de Lugo Monumental, y de
ahí saltó incluso a La Sexta, cadena que envió a Taziana Díaz a hacer un
reportaje sobre el asunto a nuestra ciudad, y también me llamó para hablar del
tema… y se lio, claro.
La postura por parte de la hostelería es tan unánime a la
hora de opinar como a la hora de no llevar a cabo el cambio que todos desean,
por lo que es casi imposible que se cambie el sistema. “Todo el mundo va a lo suyo menos yo, que voy a lo mío” es la marca
de un sector poco unido y que a veces parece más preocupado de lo que hace el
vecino que de lo propio.
En todo caso, he leído algunas críticas que comprendo (a
nadie le gusta que le quiten lo “gratis”), pero me gustaría exponerles un punto
de vista que soy perfectamente consciente de que no es popular pero que sí
pienso que es razonable, y que incluso comprenden perfectamente quienes lo
critican.
En primer lugar, a nadie le hace gracia que le cobren por
algo que ahora parece ser gratis. Eso cae de cajón y es el origen de todas las
críticas que he leído. Decir que “es una
tradición” avalaría cualquier cosa, desde la esclavitud a los sacrificios
rituales para aplacar la ira de los dioses o las hogueras de Torquemada. Es
decir, que una tradición que viene de los años 80 (tampoco es que sea
milenaria), por sí misma, tampoco no es que sea un argumento de peso.
Además, antes de entrar en el debate, hay que establecer sus
términos, porque leo cosas que no tienen nada que ver con la propuesta que se
plantea. Aquí nadie habla de quitar las tapas y ya está. La idea sería la
siguiente: rebajar los precios de las consumiciones y con ellas ofrecer de
forma gratuita un pincho sencillo, que es lo que se hizo toda la vida
(empanada, embutido, queso…) y a mayores ofrecer tapas con un coste que
variaría en función de su elaboración, y que iría aproximadamente desde un euro
hasta los dos o tres, como se hace en el exitoso concurso de tapas. Es lo que
se hace en el País Vasco, y funciona muy bien.
La ventaja para el público es que se rebajaría la
consumición y, por lo tanto, quien no quiera tapa no la paga... pero obviamente
esto no se hace para eso sino para que el trabajo del hostelero se refleje en
el ticket, aquí no se trata de engañar a nadie ni de disfrazar el debate.
Me gustaría que entiendan que la tapa tiene un importante
coste para el local. Más allá de la materia prima, que también, supone tener en
cocina a alguien durante más horas (en caso de locales que ya dan raciones o
comidas) o sólo para eso (si son bares de otro tipo). Esto implica que regalar
el trabajo de esa persona y la materia prima empleada suponga un coste
importante para el local, y no están los tiempos para eso.
El incremento del precio de la luz (y todo lo demás)
repercute notablemente en la hostelería ya que las máquinas de los locales del
sector gastan muchísima energía: neveras, congeladores, cafeteras… todo es
eléctrico y con consumos grandes porque las neveras, por ejemplo, se están
abriendo y cerrando todo el rato. No hace falta ser frigorista para entender lo
que eso repercute en el consumo.
En cuanto al tema de valorar las cosas, en Lugo siempre nos
hablan de cobrar para subir a la Muralla para “poner en valor” nuestro
principal monumento, y ya se hace para visitar la Catedral. Incluso se hizo en
los museos municipales, una práctica que se abandonó por insostenible. Siempre
me mostré en contra de todo ello por una sencilla razón: ya pagamos todo eso
con nuestros impuestos y no me parece razonable ese “repago”. Pero esto es
diferente, porque el tema de las tapas a la hostelería lucense lo paga el
sector, y se les ha ido de las manos completamente.
De dar un pincho o una tapa sencilla hemos pasado a tener
una carta de opciones que obliga a un despliegue de medios que antes era
difícil de sostener pero que hoy se convierte en un quebradero de cabeza de casi
imposible superación.
Evidentemente nadie propone que se dejen de dar tapas en el
centro unilateralmene, no estamos tan locos. Eso sería meter un gol en propia
puerta y nos llevaría otra vez a los 90, con la apertura de los locales de
Aceña de Olga y la guerra de las tapas que allí inauguraron, y a la que se
apuntaron rápidamente otros barrios (La Milagrosa o Fontiñas). Eso hizo que se vaciaran
los locales del casco histórico, aunque curiosamente a día de hoy son los que
sobrevivieron mientras que la inmensa mayoría de los que empezaron con este
tema están cerrados.
Para poder llevar a cabo esa reforma se tendría que tratar de
una decisión conjunta de toda la hostelería de Lugo… algo muy improbable porque
es muy tentador ser “el único que sigue dando tapas” y, por lo tanto, el que
llena.
La conclusión de todo esto es que es un debate estéril.
Tengo la certeza de que no se va alcanzar la unanimidad necesaria para que se
llevase a cabo ese cambio, lo que hace que cualquiera se pregunte… “¿y entonces, para qué lo propones?”...
Pues porque me lo han preguntado y cuando me preguntan contesto lo que creo que
es justo y razonable. Yo ya no tengo relación directa con un negocio de hostelería,
y precisamente por ello, porque ahora soy cliente, creo que no se me puede
acusar de velar por mi propio interés.
Si se llevase a cabo estoy seguro de que no pasaría nada.
Igual que ocurrió con el cobro de las bolsas en los supermercados, por el que
todos se echaron las manos a la cabeza, pero que ahora está ya normalizado y no
se ha caído la industria ni mucho menos.
¿Es impopular? Por supuesto que sí, porque ahora paga el de
al lado y eso nos encanta. Todos hablamos de conciliación, de valorar el
trabajo, de la sostenibilidad, de la dignidad de las profesiones… siempre y
cuando les toque a otros cargar con las facturas. Si esos principios implican
que nos suban diez céntimos el café o la caña (mientras nos duplican la
gasolina y ahí tragamos como borregos) o que se nos plantee pagar por lo que
consumimos (un principio que debería ser lo razonable) entonces saltamos como
si nos mentaran a los muertos. Es esa duplicidad entre lo que sabemos que debe
ser y lo que nos interesa que sea…
Así que no se preocupen, dudo mucho que este tema cambie a
corto o medio plazo. Si por el camino cierran unos cuantos locales… ¡pues que
se jodan!, ¡ya abrirán otros!... Mientras a mí me sigan cebando a tapas gratis…
¿qué más me da?
Soy seguidor de su blog y comparto muchos de sus razonamientos... Sin embargo, cuando se mete a hablar de hostelería no tengo más remedio que discrepar... No es la primera vez que lo hago. Es más, creo que usted mismo se contradice, dice que no dando tapa podría bajarse el precio de la consumición y se podría cobrar la tapa. Es decir implícitamente esta admitiendo que la tapa ya se cobra, no se si en su justo precio o no, pero se cobra, sino a que viene bajar la consumición... Por ello veo que, como siempre en temas de hostelería, su opinión, por algún motivo no es imparcial y objetiva... Los hosteleros, y hablo como cliente, por lo que mi opinión también, como la suya, estará sesgada, por norma, todos los primeros de año suben los precios, suban o no los sueldos... Usted que es funcionario sabrá lo que es tener el sueldo congelado años y años. Nos tenemos que apretar todos el cinturón, pero, habitualmente, los hosteleros cumplen a raja tabla esa vieja costumbre de subir los precios. Y que conste que comprendo que la hostelería fue un sector muy afectado por la pandemia, pero también lo fueron los trabajadores en erte, o los miles y miles que perdieron su empleo. Por lo tanto no comparto eso de que todos deberían ir a una, ese es un argumento interesado para aquellos que quieren imponer sus ideas. Yo evidentemente iré a donde me den una buena tapa y pagaré por mi caña lo que me pidan, eso sí, seguiré sin entender porque en el centro cuesta mucho más que en un barrio, con tapas de peor calidad... Será que los de los barrios son más humildes y no necesitan tanto dinero como los del centro, a pesar de que el ayuntamiento no les lleve todas las fiestas, actos y eventos sin aportar un solo euro. Un saludo
ResponderEliminarPara que fuera interesado tendría que tener interés en ello, por definición. No es el caso, no tengo negocio de hostelería.
EliminarLo que tengo es experiencia y empatía algo que escasea bastante por lo que veo.
En cuanto a los precios, cuando los alquileres de los locales cuesten lo mismo en el centro y se paguen los mismos impuestos quizá los precios puedan ser los mismos, al igual que pasa con los pisos o los aparcamientos.
Me cuesta entender esa obsesión con la hostelería como culpable de todos los males del mundo...
Por último, está feo hablar de temas personales desde el anonimato, ¿no le parece?
No se si lo de hablar de temas personales se refiere a lo de afirmar que usted es funcionario, porque no encuentro ninguna otra alusión personal.. Pero eso lo pongo porque es usted el que lo dijo varias veces. Yo no lo conozco personalmente, y no tendría que saberlo si usted no lo dijera. Por lo tanto no creo que sea algo tan personal. Un saludo
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